CON LAS MOCIONES DE CENSURA
NO SE JUEGA, NENE
ISAAC ROSA
Estos
chavales de Unidos Podemos es que no respetan nada. Llegaron al Congreso sin
corbata, con un bebé en brazos y colocando el abrigo en el respaldo del sillón,
como si estuvieran en el colegio. Desde entonces se han dedicado a tocar todos
los botones, abrir puertas sin llamar, hacer muchas preguntas impertinentes y
alborotar despachos y salas de prensa.
Normal
que hayan presentado una moción de censura a las primeras de cambio. Como
turistas en un hotel de "todo incluido" no piensan dejar servicio sin
utilizar, excursión sin hacer, ni plato del bufé sin probar. El primer día
agarraron el reglamento del Congreso como quien coge el catálogo navideño de
juguetes y fueron señalando todos los artículos en plan "me lo pido".
Preguntas parlamentarias, sesiones de control, iniciativas legislativas,
comisiones de investigación... Me lo pido, me lo pido, me lo pido…
Hasta
que llegaron al capítulo sobre moción de censura, y también se la pidieron.
"Mira, si tienen mociones de censura, ¿por qué no presentamos una? Para
eso están, para usarlas, ¿no?".
Pues
no, nenes: con las mociones de censura no se juega. Son una cosa muy
importante, muy solemne, muy de Democracia Con Mayúsculas, muy de padres de la
Constitución y ocasiones históricas. Tanto, que solo se han presentado dos en
cuarenta años de democracia. Por algo será, ¿no?
No
le presentaron moción de censura al pestilente último gobierno de Felipe
González, ni al soberbio Aznar de la guerra de Irak, ni hasta ahora al Rajoy de
los recortes salvajes y la corrupción generalizada. Solo dos mociones en
cuarenta años, las dos recordadas estos días por los periodistas cebolleta en
plan batallitas de la mili parlamentaria: ah, aquel joven Felipe González
contra el astuto Suárez… Oh, ese imprudente Hernández Mancha que mordió el
polvo…
Como
los inconscientes de Unidos Podemos no se dan cuenta de que las mociones de
censura están tras un cristal de "rómpase solo en caso de
emergencia", ha tenido que salir en tromba la clase política adulta, la
prensa mayoritaria y la tertulianada a recordárselo: dónde vais con esa moción,
chavales, que os va grande, os vais a hacer daño, solo queréis montar un circo,
un show, un numerito, y que si el ego de Iglesias, que si electoralismo, que si
populismo… ¡Y encima vais a fracasar, locos! Normal que el presidente Rajoy se
quede en casa ese día, que es un hombre serio y no está para tonterías.
Pero
los críos ni caso, empeñados en jugar con la moción hasta el final. ¿Qué
pretenden estos irresponsables con ese gesto inútil? ¿Recordar al resto de
diputados que al frente del Gobierno está el líder de un partido hipercorrupto,
que ha ganado elecciones dopado con financiación ilegal? ¿Obligar al PSOE al
mal trago de abstenerse otra vez en una segunda investidura de Rajoy,
pobrecitos ellos? ¿Presentarse como verdadera oposición, en vez de conceder al
PSOE el tiempo que necesite para recomponerse, meses, años o lo que haga falta?
O aún peor: ¿hacer electoralismo en la tribuna del Congreso? Eso sí que no,
¡electoralismo en el Congreso!, dónde vamos a llegar.
Nada,
no hay remedio con estos niños, piensan seguir tocando todos los botones y
pidiéndose todos los juguetes del reglamento, que para eso creen que los han
puesto allí los ciudadanos. Como no hay remedio, a los Guardianes de las
Esencias de la Democracia Española les propongo que se relajen, hagan unas
respiraciones abdominales contra la ansiedad, y piensen que no es para tanto,
de verdad: que si los chicos hacen su moción circense, teatral y electoralista,
tampoco van a gastar la reserva de mociones de censura. Después se podrán
presentar cuantas mociones quieran otros grupos, empezando por el PSOE cuando
se aclare qué quiere ser de mayor.
Les
aseguro que después de una moción de censura no hace falta esperar otros veinte
o treinta años, de verdad que no.
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