CALMADA VELOCIDAD
CRISTINA COVO
Ayer por la
tarde estuve en el huerto, terminando de plantar los tomates.
De pronto, en
invernadero me encontré un caracol. La verdad es que me pasé un buen rato
mirándole. Me llamaba la atención lo lentamente que se iba moviendo. Usando mi reloj, calculé que, para avanzar un
metro, necesitaría más o menos dos horas… sin embargo, no dejaba su objetivo,
que en este caso era una lechuga.
El animalillo
seguía avanzando lentamente. Yo le observaba, pero el caracol no se fijó ni un
segundo en mí: toda su atención estaba en avanzar poco a poco.
Mirándole, me
di cuenta de lo deprisa que vivimos: miles de tareas por hacer, compras, llegar
a tiempo al colegio, tomar un café en la espera de una actividad… corremos y
nos agobiamos por hacer todo lo que queremos, incluso anhelamos que los días
tengan más horas para acabar aquello que tenemos entre manos.
Pero…
¡Para! Piensa…
Al mirar al
caracol, sentía como si quisiera decirme al corazón: “Calma, calma, despacio se
llega lejos, avanzar es lo importante”. O, como decía el filósofo, “no llega antes el que va más
rápido, sino el que sabe dónde va” (Séneca)
Hoy el reto
del amor es tener calma, observar a tu alrededor quién necesita tomarse un café
contigo porque su vida va más despacio que la tuya y necesita que estés a su
lado un rato.
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