UN ANIMAL EXTRAÑO
RAMIRO ROSÓN
(Texto para la presentación del libro Caballo muta a
cebra, de Antonio Carmona, celebrada el 22 de abril de 2017, en la sede
de la ONCE en Santa Cruz de Tenerife)
El libro que se presenta hoy, Caballo
muta a cebra, es el tercer poemario publicado por Antonio Carmona, después de A
cierta edad, publicado por Ediciones Idea en 2009, y Horizontes en retirada,
que Ediciones La Palma sacó a la luz en 2014. Si en estos dos títulos
anteriores el poeta indagaba en su mundo emocional y en los hechos de su
biografía para construir su identidad a través de la palabra, este libro puede
considerarse como el cierre de todo un ciclo poético, en el que la mirada de
Carmona se abre ante el mundo con su lucidez habitual, más allá de los límites
aparentes de la ceguera. El título del libro alude a un mundo hostil donde el
hombre necesita prepararse física y mentalmente para resistir toda clase de
amenazas, así como el caballo, para sobrevivir a los grandes predadores de la
sabana, tuvo que desarrollar un camuflaje de rayas hasta convertirse en cebra.
La primera sección del libro, Pecado
cognitivo, remite a la vieja idea del conocimiento como pérdida de la inocencia.
La evolución cognitiva desde los primeros antropoides hasta el Homo sapiens,
que el cristianismo representa con el mito del pecado original o la caída de un
estado primigenio, permite que el individuo humano desarrolle la conciencia de
sí mismo a través de su inteligencia y de su voluntad, pero a la vez lo separa
dolorosamente de la unidad absoluta con la naturaleza. Así lo explica Hegel en
su Filosofía de la religión: La caída no es algo contingente; es la historia
eterna del espíritu […]. Es el mito eterno del hombre, por el cual se hace
precisamente hombre. Y el poema que
inaugura Caballo muta a cebra, titulado como su primera sección, lo expresa con
meridiana claridad: El milagro cognitivo había alterado / las costumbres.
Sapiens, / aferrando la lanza con su ala / desde la cúspide de los alimentos, /
hacía guardia entre la basura / de sus antepasados. / Rastreó sus propias
huellas adelantadas / y nada tuvo sentido sin la penitencia / del pecado
cognitivo.
Sin embargo, a diferencia de Hegel,
que consideraba la caída como una fase necesaria para el progreso del espíritu
humano, el poeta vincula esta pérdida de la inocencia a una visión pesimista de
la historia. Cuando el hombre abandona el estado de naturaleza para crear la
civilización, la historia comienza con su innumerable sucesión de conflictos y
desigualdades. Por este motivo, el poema Escritura celeste se refiere al voraz
apetito del Neolítico asesino, pues en este periodo las desigualdades y los
conflictos aparecen junto al excedente agrícola y ganadero (es decir, cuando la
humanidad comienza a producir más de lo que necesita para su subsistencia),
desatando la codicia y la violencia entre los hombres. De este modo, el poema
traza una línea recta que va desde el Neolítico hasta la actualidad, sobre la
base de que los conflictos históricos, en esencia, apenas han cambiado en ese largo
periodo. Al mismo tiempo, el hombre modifica su entorno, seleccionando las
especies que se convertirán en vegetales de cultivo y animales domésticos: como
dicen los versos de Escritura celeste, el trigo afirma ser el cabello de la
tierra, la miel es defendida por un zumbido inquietante o el gato araña un
contrato de servicio.
En la segunda parte del libro,
Ideología, Carmona describe su toma de postura ante la realidad en la que vive,
de manera que su discurso poético da un salto repentino hasta la más rabiosa
actualidad. En la controversia entre el arte puro y el comprometido, el poeta
se decanta por una lírica sensible a los dolores del mundo, como si hubiera
escuchado las palabras de Lorca en su última entrevista, concedida al periódico
El Sol en junio de 1936, dos meses antes de su asesinato: Ningún hombre verdadero cree ya en esta zarandaja del
arte puro. En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír
con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la
cintura para ayudar a los que buscan las azucenas.
En este sentido, el poema titulado
como esta sección, Ideología, nos introduce en el mundo enfermo y convulso que
nace de la gran recesión económica de 2008: este mundo, enteramente desgarrado
por la ideología neoliberal, destruye la cohesión social a través de la
distribución masiva de la pobreza y el individualismo despiadado. De hecho,
esta ideología se ha convertido en una maquinaria espantosa que amenaza el
futuro de la especie humana, como el poeta reconoce: Y aquí estoy / al otro
lado de estatuas amenazadas / por palomas amenazadas / por mendigos amenazados
/ por la cordura de los ojos locos de los obreros amenazados / por la cordura
de los ojos locos de los hambrientos / amenazados por tumbas. En cambio,
Carmona propone una ideología personal que se basa en la huida hacia una
realidad transformada por la imaginación, donde la capacidad para descubrir la
belleza de las cosas se impone sobre la lógica asesina del poder: Huir lejos de
la capa oscura, donde / a los vestidos nuevos no los amenacen los harapos / y
la sonrisa de piedra encuentre labios de carne. Por lo tanto, desmentir y
desmontar las bases ideológicas del neoliberalismo constituye una operación
necesaria para desarrollar una acción política efectiva, que devuelva sus
derechos a los desposeídos y ponga de nuevo la idea revolucionaria de
fraternidad en el centro de los valores sociales.
Una vez que ha descubierto la
impostura neoliberal, el poeta debe enfrentarse a la hegemonía cultural de los
conservadores, así que en su poema El cobarde no teme definirse como un cobarde
ante los que defienden los mitos del amor a la patria y el heroísmo de la
guerra, cuya única finalidad consiste en servir a los intereses del poder
ensalzando el asesinato como un presunto deber ciudadano. Todo el texto se
configura como una réplica a un interlocutor desconocido, que encarna unas
ideas antagónicas a las del autor. Frente a los nacionalismos de todo pelaje,
que sólo desembocan en la marginación y el exterminio del otro, Carmona afirma
su credo humanitario y cosmopolita, hijo de la razón ilustrada: Cuando me llamas
cobarde y me envalentono, / y mantengo que hay una sola Tierra y un solo
hombre, / combato con la palabra el filo de la ignorancia. En un momento como
el actual, cuando Europa debe elegir entre los promotores de un fascismo de
nuevo cuño, que gritan a voz en cuello el discurso del odio, o entre los que
abren sin miedo sus brazos para acoger a los inmigrantes y los refugiados, las
palabras del poeta dan cumplido testimonio de su elección vital.
Esta sección se cierra con el poema Informe
para Claudio, un texto dedicado al poeta y cantautor Claudio Briones, que en
los últimos años ha prestado su colaboración artística a Carmona, musicalizando
sus poemas y realizando numerosas actuaciones a dúo. Desde la amistad y la
experiencia, el poeta maduro brinda consejos a su joven amigo para sobrevivir
con dignidad en este mundo enfermo y convulso: Que no olvides denunciar y
buscar el consuelo / en la piel del árbol. / Y que la nube violeta que te sigue
/ derrame sus pétalos en tus campos. / Que, por fin, / si descubre un
antropólogo / al cabo de unos milenios tu osamenta, / que vea las huellas de tu
valentía / y las heridas de tus miedos.
La tercera parte, Enero, se compone
de un solo poema homónimo, que remite al mes en que nació Carmona. Enero se
presenta como el más decisivo de los meses, que actúa como bisagra entre el
pasado y el futuro, pues obliga al poeta a reflexionar sobre el universo y
sobre sí mismo, dirigiendo su mirada hacia el año que ha terminado y hacia el
que comienza. Sin embargo, tras meditar sobre ambas dimensiones del tiempo, el
sujeto poético llega a la conclusión de que los calendarios no aportan ninguna
novedad a la vida del universo ni a la suya propia, pues todas las cosas
permanecen sumidas en un eterno presente: el que marca el ciclo incesante de
creación y destrucción al que se encuentran sometidas. Refiriéndose a sí mismo
en tercera persona, sostiene una visión del mundo semejante a la idea del
eterno retorno, la misma que ya defendieron Nietzsche, los estoicos o las
filosofías orientales: Y llegó tarde al calendario porque quiso. / Si la
memoria no me engaña, Enero, / no se sabe por qué, fue condenado. / El mes es
una vía que repta en el desierto. / Llega al mar. / Destino mío: ¿estaba
escrito? / Si no es así, se está escribiendo.
En la cuarta sección, Acecha la vida
eterna, el poeta aborda el tema de la muerte con la inmortalidad como su
correlato inseparable. Más allá de cualquier deseo de trascendencia, el poeta
percibe la idea de una vida eterna como una condena en sí misma, así como
sucede en el famoso relato de Borges El inmortal, cuyo protagonista, después de
haber alcanzado la inmortalidad bebiendo en un río mágico, vaga sin descanso por
el mundo hasta encontrar un segundo río cuyas aguas lo devuelvan a su condición
de mortal. Por lo tanto, la única forma de pervivencia más allá de la muerte
que le resulta aceptable consiste en reintegrarse a la naturaleza, para que su
materia y su energía vital se incorporen al resto de los seres, como se
manifiesta en el poema Dónde iba yo sin ella: Yo, / como quien recorre el Mundo
/ y visita Melilla y Samarcanda, / pasearé las orillas de todos los mares; /
llenaré de aire mis pulmones para respirar / como los campos; me quedaré / en
la tibia humedad del Cámbrico.
La quinta parte, Entre enjambres de mosquitos y rugidos, ahonda todavía
más en el tema de la muerte, pues deja de enfocarla como un hecho general y
abstracto para considerarla como una vivencia única e irrepetible de cada
individuo. En esta sección destaca el poema Han saltado las máscaras de pronto,
en el que el sujeto poético se refiere a sí mismo en segunda persona,
presentándose como la sombra de su propia voz, ocultándose
detrás de sus palabras como una sombra detrás del cuerpo que la proyecta. Esa
voz lleva a cabo un ejercicio de introspección que la cambia radicalmente, pues
conocerse a sí misma y descubrir el mundo más allá de las apariencias supone
todo un descenso a los infiernos: Bajaste
al pozo y al volver / no eras el mismo. / Has aprendido muy tarde, no sé si
para bien, lo que eres. / Has aprendido muy tarde, no sé si para mal, lo que
hay. Al mismo tiempo reaparece el desencanto con la civilización, cuyo
progreso ha degenerado en una suerte de barbarie tecnológica, que el poeta
denomina el sofisticado tormento de
los diez mil cuchillos: / conciliación de la civilización / y del placer
infantil de la tortura. En esta situación, el poeta desea retornar en
algunos momentos a una forma de vida animal o primitiva, lejos de la sociedad
actual, pero al fin y al cabo la escritura se confirma como su única tabla de
salvación, pues sólo ella puede guardar su memoria más allá de la muerte, como
declaran los versos del poema: Así que me fui dejándote vivo. / Sin sombra pero vivo / y sin libro de oraciones y
sin misericordia
En la última sección del libro, Del
corazón, se recogen varios poemas dedicados al amor y a los vínculos
familiares. Por ejemplo, en el poema Si en algún cruce, el autor agradece a su
esposa los años compartidos, el afecto que se materializa en los hechos de la vida
cotidiana: Hay que reponer y tu piel reclama la mía / justo cuando una flecha
me hiere en una de tantas batallas, / pero bebes mi sangre y soy yo el que
resucita / y te beso los pies y después me introduzco en tu corazón. Por lo
tanto, se evidencia que el amor no consiste en buscar un alma gemela, sino una
persona de carne y hueso a la que se pueda aceptar en toda su realidad para
fundar una vida en común, evitando las idealizaciones que sólo conducen al
desencanto.
En definitiva, Caballo muta a cebra,
detrás de su diversidad temática, guarda la unidad y la coherencia de un
discurso ideológico y poético basado en la autenticidad, en la correspondencia
más fecunda entre la vida y la escritura. Esta autenticidad se consigue huyendo
de dos extremos igualmente perniciosos: el formalismo vacío, que convierte la
poesía en un mero artificio verbal para deslumbrar al lector, sin apelar a su
reflexión ni a sus emociones; y el confesionalismo estridente, que transforma
la escritura en un repertorio de anécdotas banales, impidiendo que el poeta
realice la tarea de dar un sentido más puro a las palabras de la tribu, como
decía Mallarmé en su poema La tumba de Poe. En este sabio término medio se encuadra
el libro de Antonio Carmona: yo sólo puedo animarles a leerlo con la atención y
el respeto que merece la verdadera poesía.
Ramiro
Rosón
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