SERVENTÍA
Obra: E.18 (a.106)
José Rivero Vivas
Diana
Serventía nace con expreso objetivo de aportar esclarecimiento que logre
contribuir a la comprensión de la obra señalada; de aquí su título, Serventía,
paso del extraño por una propiedad ajena. De ello se trata, de andar a través
de la supuesta maleza, que en parte confunde y desorienta al lector; así, en
conciencia, se elegirán sin titubeos las obras consideradas prietas, aun cuando
no se siga un orden riguroso, conforme a fecha de escritura o de publicación.
Esto, en
parte, supone ir al encuentro de lo expuesto, en combinación con la nulidad y
sinsabor de tanta vida enajenada, por causa quizá de la distancia extendida en límpida
consecuencia de primera magnitud, auspiciada por fuerza de suprema condición.
Enfrentado el creador al tedio que le produce la monotonía, erige su mutismo
cual muralla que preserva su afán de persistir en su oficio a voluntad; ello
confirma que no cupo en su mente la solicitud de transitar los jardines donde se
exhibe la gloria del altivo potentado, pese al enorme fastidio de sus
incondicionales en alborozo. Vaya, por tanto, adelante el autor en su celo,
aunque en su proceso se interponga a media luz la luciérnaga que vela su sino.
El
escrito Atrio surge como eventual aprecio,
enunciado cuando aún no existía ficha técnica a través de la cual verter juicio
sobre su producción. Lo cierto es que estuvo tiempo aislado, sin aparecer por
las cercanías del caudaloso río, en cuyas aguas navegan los privilegiados de la
historia hacia su fin natural.
No
obstante, alguno vendrá, con mayor o menor acierto, a sentarse en el muro de
arrimo, con propósito de observar la expansión de su arcano, consciente de su solvencia
sobre la materia en liza; lo cual asevera que el artículo deviene luminosa
antesala del trenzado expresivo -fundamento de su torbellino argumental-, que
es fidedigna consolidación del libre quehacer del autor.
*
Atrio
Consciente
de su ostracismo, habrá de hallar este hombre la estela que ilustra el uso de
hablar al viento, aun cuando el hecho desdibuje determinado trasunto de su
persona, en constante inclinación hacia la onda incipiente erizando la
superficie del lago. Luego, enfilará, de norte a sur, la avenida llena de
tiendas, donde se expenden los cruces indispensables a la pertinencia de
suprema estima, atesorada en el marco de especulación primaria, de igual modo
que entonces, cuando la moción propugnada presuponía breve estancia, del
personal electo, en los más relevantes organismos, con objetivo centrado en
ocultar la pérfida tergiversación, inducida por el rumor de las llamas, lo que
realza el ensañamiento y la tortura de cientos de aspirantes, tras denodada
pugna por alcanzar la meta, establecida en los aledaños de la capital del
estado, con expreso motivo de alterar el orden instituido, al tiempo de imponer
categoría a los desmanes odiosos del proceder inicuo.
Cesa de
mencionar su actividad y circunspecto resume su acopio de historias, urdidas en
franca liberación de su pensamiento, según propuesta insinuada por el crítico
literario, acerca del rasgo disimulado en su proceso. De hecho, aduce serio,
cada obra guarda su secreto, cuyo hálito va templando a medida que toma
configuración y crece. Se trata de algo intrínseco en sí, que solamente a ella concierne,
y nadie, ni siquiera su autor, que es en realidad quien su intríngulis conoce,
debe revelar su esencia. En el transcurso de su lectura, este misterio es
susceptible de ser hallado por el lector, siempre que su aproximación sea
auténtica aspiración de asir su excelencia, lo cual implica cierto gesto de
humildad, equivalente a reconocimiento de su quehacer señero.
Pero,
¿cómo gobernar tanta palabra al arbitrio de su inefable quimera? Esta es
pregunta obligada en la ardua labor emprendida, singular enigma aparecido con
la voz activa del eco reiterado, compuesto en diversidad tonal, opción elevada
a esfera de intelección peregrina. De aquí se deduce que la escritura aplicada
no es afín a nítida asunción, por cuanto no es lineal el modo manifiesto, con
lo cual concluye en laberinto, como la vida misma, aunque empiece y termine en
extremos dispares. Su genuina aptitud, sin embargo, después de sortear escollos
de altas peñas, le permitirá avanzar por el sinuoso sendero, en la esperanza de
que una estrella, fulgurando en el firmamento, vierta su luz sobre la pauta
fijada, tras convulsa inexactitud de quienes ponen en duda la autenticidad de
su discurso.
Desembarazado
de canon se puso a novelar libremente, con ensimismado anhelo creativo, a lo
que nadie objetó suspicacia, respecto de su soberanía, ligera de compromiso en
su varia naturaleza, donde múltiples sucesos entretejen el relato, carente de
ley adventicia en su secuencia y progreso. De lo cual se infiere que, cuando la
luz es desviada hacia mundos de indefinida afectación, los mil cuatrocientos
líos, desenvueltos antes de acaecido el empírico canto del poeta malhadado,
súbitamente enaltecido, ponen de relieve cuanta nota hubo tomado acerca de las
nupcias contraídas por aquel personaje de leyenda, aupado a la carrera ancestral
como heraldo eminente de la ilustre saga por sí mismo protagonizada.
Ello
viene a confirmar que la parte elaborada del mítico mensaje corresponde a
juglar anónimo, autoría adjudicada mediante elucidación de tradicional
ascendencia, por causa alícuota de su impronta, que es acción ratificada por
cuantos fueron a la zaga de su divisa y su rango. Posterior corroboración
indica, no obstante, que la narración va, sin duda, en pos de un fin, que el
lector habrá de apresar a través de viva y atenta lectura. De este modo
comprobará, en su momento, que muchos entusiastas vienen a contar lo que
presumiblemente han captado del inaprensible lance, que no es hermético ni
críptico, sino diáfano y sereno, como la propia fuente de cuyo interior aflora
el elixir de su existencia.
SERVENTÍA
Obra: E.18 (a.106)
José Rivero Vivas
Abril de 2017
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