LA GRAN ESTAFA DEL
SISTEMA
EVA NAVARRO SAN LUIS
Hace
treinta años las personas luchaban por liberarse de la esclavización
ideológica, que el poder pretendía imponer. Ahora ya no importa tanto
“progresar” como “sobrevivir”.
La
conciencia me dice que hay un mundo que despierta al tiempo que un mundo se
derrumba. El sistema nos guste o no está diseñado para favorecer a la banca y
las empresas transnacionales que destinan nuestro dinero como lo creen
conveniente, con la manipulación evidente de los medios de comunicación.
El
nuevo marco mundial se dibuja con un severo panorama:
- crisis de la banca europea
- crisis de refugiados
- tensiones políticas en el Medio Oriente
- escenario de escalada de la tercera
guerra mundial
y
otros…
Países
como Brasil, Rusia, Canadá y Venezuela dejan ver en sus economías un claro
retroceso, anunciando la inestabilidad de las bases sobre las que todo se
cimienta.
El
rescate de la banca, la industria del armamento, se han antepuesto a la
sanidad, la educación, la inversión en energías renovables, garantía de las
pensiones, por citar sólo algunos ejemplos que vienen a la mente. Prioridades
que deben ser atendidas por los gobiernos y comunidades de modo urgente
mediante el diálogo, cuando no hay en realidad ni un intento de acercamiento.
Detrás
de estos males subyace el propio deterioro de la moral humana. Ya es normal
hablar de la influencia de los tecnócratas. Más razones humanas y menos
técnicas son las que el ciudadano necesita y las que todos agradeceríamos.
Las
nuevas generaciones no se identifican ya con ninguna corriente política,
religiosa ni de ninguna índole. La laxitud en la que se desenvuelven es
realmente preocupante, sumidos en la morfina de las nuevas tecnologías, sin
sentimiento ni atisbo de representación. Conceptos como adelanto y progreso
quedaron vacíos de significado en un nuevo orden donde los magos negros mueven
las piezas sobre el tablero, decidiendo sobre el destino de los pueblos y las
naciones según su criterio. El ciudadano “intuye” la manipulación y rechaza la
corrupción y manifiesta su descontento ante un escenario y una existencia
cortoplacista.
En
un tiempo como este las democracias se ven condenadas al exterminio, con el
consiguiente aumento de pobreza, marginación social y desaparición de la clase
media.
Son
las élites políticas y económicas las que han impuesto un nuevo orden en el que
no es fácil apostar por el futuro y por esa necesidad de evolución tan
necesaria para el ser humano. Así volvemos siempre al tema del retroceso, la
falta de compromiso y la desaparición de valores. Un discurso huérfano, por no
decir mentiroso, en el que estos puntos se echan siempre de menos.
Sin
futuro el presente no sirve para nada, es como si no existiese.
Mientras tanto, seguiremos reinventándonos.
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