LA BOMBA NUCLEAR DE OBAMA
QUE NO CONOCISTE
DAVID BOLLERO
Tras el lanzamiento ayer la bomba GBU-43/B en Afganistán, la
‘madre de todas las bombas’ (MOAB, por sus siglas en inglés (Massive Ordinance
Air Blast), se han disparado las alarmas sobre la confirmación de los temores
de que la Administración Trump será mucho más belicista que la anterior.
Aunque no conocemos –y probablemente no conoceremos nunca- el
número de bajas que han provocado las más de 11 toneladas de TNT de la MOAB,
¿qué sucedió durante la era Obama?
Si solo atendemos a los ataques con drones, vemos que éstos se
intensificaron extraordinariamente frente al mandato de Bush. Si sólo nos
fijamos en Afganistán –que ha sido menos atacada que Pakistán- y únicamente en
sus dos últimos años de mandato (2015-2016), se estima que se produjeron más de
1.500 ataques con drones, que arrojan una cifra de muertos que podría rondar
los 3.200 de los que 200 serían civiles (49 de ello, posiblemente, niñ@s).
Por otro lado, el armamento de EEUU durante el Gobierno de Obama
también se ha visto reforzado, incluido en el capítulo nuclear. Hay que tener
en cuenta que, aunque la fuerza nuclear puede rondar ahora una cuarta parte de
lo que supuso en plena Guerra Fría, todavía cuenta con más de 2.200 ojivas
estratégicas.
En 2015 –de nuevo con Obama- se incorporó al arsenal de EEUU la
bomba nuclear B61-12, considerada la más peligrosa de todas cuantas poseen, a
pesar de que únicamente arroja un rendimiento de 50 kilotones –frente a la más
grande, de 1.200 kilotones-. El motivo de su peligrosidad viene dado por su
sencillez de uso, su precisión casi quirúrgica que le permite impactar dentro
de un radio de 30 metros alrededor del objetivo. Gracias a este menor radio de
acción, el impacto nuclear también es menor, lo que reduce el número de bajas
no intencionadas.
La precisión de esta bomba ha mejorado respecto a versiones
anteriores de las B61, al incorporar un sistema de navegación interno con
capacidad de desacoplarse. En realidad, no se trata tanto de una nueva bomba
como de la fusión de componentes de otras cinco previas (B61-3, B61-4, B61-7,
B61-10 y B61-11)
Para hacernos una idea del coste de este tipo de armamento, la
solicitud de presupuesto de la NNSA (National Nuclear Security Administration)
para 2015 incluía una partida de 643 millones de dólares para el desarrollo de
la B61-12, cuyos costes de desarrollo y producción se estiman entre 8.000 y
10.000 millones de dólares.
Mayor precisión, más posibilidades de uso
Si retrocedemos a 1985, la ojiva de un misil balístico
intercontinental (ICBM) apenas alcanza un 60% de efectividad a la hora de
destruir un silo. Tanto es así que, incluso de utilizarse cuatro o cinco ojivas
adicionales, el porcentaje no superaba el 90%, entre otros motivos porque sus
explosiones ‘fraticidas’ terminan por destruirse entre sí.
¿Qué sucedería hoy en día? Pues que con un solo misil Trident II
la efectividad se dispara hasta el 99%. Con este nivel de precisión, el quid de
la cuestión estriba ahora en identificar correctamente los objetivos, algo que
no siempre sucede y corren masacres como bombardeos a hospitales, por ejemplo.
Esta exactitud, unida a un menor coste de producción, hace más
viable el uso de este tipo de armamento y, con toda seguridad, la inteligencia
militar estadounidense habrá ya configurado diferentes escenarios en los que su
utilización podría ser más que aceptable.
El Departamento de Defensa de EEUU cuenta con simulaciones
informáticas, llamadas Hazard Prediction and Assessment Capability (HPAC), con
las que estima la dispersión de la lluvia radiactiva letal después de que se
haya detonado una bomba nuclear. Entre las variables que el superordenador
maneja para predecir cuántas personas resultarían heridas o muertas se encuentran
la capacidad explosiva del a ojiva, la altura de la explosión, así como datos
climatológicos sobre el tiempo y los datos demográficos locales.
En 2006 se llevó a cabo una de estas simulaciones a cargo de la
Federación Americana de Científicos (FAS) y el Consejo de Defensa de Recursos
Naturales (NRDC). El escenario diseñado fue un ataque contra los silos de
misiles balísticos intercontinentales de China, ubicados en zonas no urbanas
poco pobladas. A pesar de esta situación, la lista de posibles bajas se
disparaba a una horquilla de entre 3 y cuatro millones de muertos.
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