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domingo, 30 de abril de 2017

ELLAS. CAPITULO 21y 22



ELLAS. CAPITULO 21y 22
DUNIA SÁNCHEZ
21
Una llamada allende a mi identidad resbala por mi pecho. Alguien grita en el sollozo del derrumbe de su esencia, de toda su vitalidad, de su brío. Presiento que su espíritu apagado me reclama en su mutismo. No sé es algo extraño. No llego a comprender el por qué de esta sensación. Sí, me llaman. Alguien pide clemencia, no de ahora, sino desde hace mucho tiempo. Yo no lo he escuchado pero ahora…ahora golpea vorazmente mi vientre. Laum, es incompresible a mi verdad pero he de decirte que creo que Solaum me necesita. El nunca ha dicho nada, no sé por qué. Sus raros movimientos en la rutina me preocupan hasta llegar a la mortificación ¿Qué será? Qué será de él? Hermético, disimulando las ojeras de la angustia ante el proceso precoz hacia las fosas de los muertos. Sí, una llamada lánguida llega hasta mí. Me retuerzo en las cadenas del ayer y me apuro en la incertidumbre del qué hacer. Desértico, sábanas de arena recorriendo su rostro impalpable tras el espejo que se mira. Precipicios se desparraman ante él, cae en la duda de sus huellas. No sabe erguirse en el recuerdo cercano, estático, es vigía de lo viejo. Una llamada, misterio del todo. Andamos por este Monteverde al encuentro de mi casa, todavía lejos. Sé que no estás conforme con mis palabras. Pero, ¿qué hacer? No podemos dejarlo así, en su inanimada sonrisa en el mañana. Ahora, es luz pero en el surcar de los años se acabará. El olvido de quien eres, el olvido de quienes somos, el olvido de todo lo que zumba a nuestro derredor. Es horrible,  no se verá envejecer con su entereza sino una madurez maltratada. No me respondes, te aferras a ese universo dual donde las alas seducen la libertad. Él lo sabe, más no creo que le importe de vivir en un mismo techo. Qué habré hecho para resbalar en la opresión del trotar y trotar bajo tus ojos, solas. Compréndeme, todos llegaremos a ese estado donde la memoria embebida nos dictara la dependencia y los que no se agarran en la clausura de sus pisadas hasta el ataúd de negras tonadas. Dame una opinión…contéstame…estás albergando  el callar. Creo tropezar contigo en mi preocupación.  Es solo un amigo, un amigo que me ha dado todo, todo su ser y no entiendo por qué. Entre nosotros no hubo nada, solo, estaciones y estaciones circundando las antorchas del aprecio, de la verdad. Dices que sí, que se aúne a nosotras en el perfilar de los días. Lo acogeremos como si nada pasará, disimularemos ante él con el impronunciable horror que le espera. Bésame Laum, siempre he sabido de tu paciencia, de tu amor sincero ante las tapias quebradas a la danza nuestros corazones. Labio a labio somos únicas en este estado de embriaguez de tu sedosa piel. Vientre a vientre somos jinetes de la pasión sorprendente de nuestro abrazo. Continuemos…
ELLAS. CAPÍTULO 22
Dices de continuar. Aquí, en estos instantes donde la soledad de los montes nos acogen. No, sigo con mi beso en tus labios. No, sigo con mi vientre en tu vientre. No, sigo en la caricia de tu cuello y despacito te desnudo. Sí, desnudas en la lejanía del barullo estremecedor de cualquier observador. Aquí, en estos instantes donde nuestras manos se cogen al unísono que alguna ave mañanera pasa.  He escuchado todo lo que comentas. Me parece bien, estoy de acuerdo…es que no te das cuenta. Ya somos una, una que se ramifica en el girar y girar de las esferas del amor. No te das cuenta…a veces es como si hablases para ti misma, pero yo estoy contigo, atendiendo tu conversación en estos parajes. No me importa que él venga con nosotras.  Suave, muy suave resbalo por tu cuerpo. Jadeas, inspiras y espiras. Te gusta. Te encuentras sumisa a los halagos del deseo, de hacer el amor en medio de la madre naturaleza. Polvo de estrellas somos y en polvo nos convertiremos. Por qué no entremezclar nuestra pasión con la exultante brisa salvaje de la hierba fresca. Todavía cierto luto te viste, no tienes necesidad, te digo. No lo abandonaremos a la suerte. Tú eres su amiga, una compañera en el placer del diálogo. Cómo no después de tantos años.  Sé que te correo por donde andará. Ya no estamos muy lejos, en unas horas, cuando edifiquemos el ahora nos desplazaremos hasta la ciudad. Lo buscaremos y quizás su quejido no sea infernal. Ya sé que no tiene a nadie. Bueno, estamos nosotras.  Y zas…lo agarramos y lo traemos, seguro que en algún parque estará escribiendo, escribiendo sus sueños, sus fracasos ¡Ay Anne¡ Disfrutemos el momento. Tú y yo. Yo y tú y el ronroneo del boscaje. Cerremos los ojos y dejémonos ir en la aventura de los sentidos censurados en el pasado.  Paso mi mano por todo tu cuerpo, tus senos me embeben en el silbido sutil de la gracia. Te recorro con la lentitud de las horas. Pasan atemperadas en la quietud, en la calma que nuestra desnudez se ama. Todo llega a su fin, continuemos. Déjame vestirte con mis ojos paralizados en los tuyos. Vamos al encuentro de él antes que la noche caiga, antes que los latigazos infrahumanos del desorden lo tiren.  Ya descansaremos…en nuestra cama, bajo una lámpara donde mariposas nocturnas revolotean ¿Has recibido mi respuesta? Tenemos que salvar Solaum. No soy tan cruel, maldita la gana de aberrantes acciones hacia los indefensos. Te hallo desesperada. Tranquila, el supongo en esta mañana donde las nubes no pasan estará simplemente sentado, respirando del aire gélido que confunde el estado invernal con el primaveral.  Detrás de aquella montaña está nuestro hogar, solo unos cuantos kilómetros, no muchos. Venga Anne, quiero desenclavarte esa púa que lastima tu sensibilidad ¡Qué fértil es todo este paisaje¡ Continuemos…

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