ELLAS. CAPITULO 21y 22
DUNIA SÁNCHEZ
Una llamada
allende a mi identidad resbala por mi pecho. Alguien grita en el sollozo del
derrumbe de su esencia, de toda su vitalidad, de su brío. Presiento que su
espíritu apagado me reclama en su mutismo. No sé es algo extraño. No llego a
comprender el por qué de esta sensación. Sí, me llaman. Alguien pide clemencia,
no de ahora, sino desde hace mucho tiempo. Yo no lo he escuchado pero
ahora…ahora golpea vorazmente mi vientre. Laum, es incompresible a mi verdad
pero he de decirte que creo que Solaum me necesita. El nunca ha dicho nada, no
sé por qué. Sus raros movimientos en la rutina me preocupan hasta llegar a la
mortificación ¿Qué será? Qué será de él? Hermético, disimulando las ojeras de
la angustia ante el proceso precoz hacia las fosas de los muertos. Sí, una
llamada lánguida llega hasta mí. Me retuerzo en las cadenas del ayer y me apuro
en la incertidumbre del qué hacer. Desértico, sábanas de arena recorriendo su
rostro impalpable tras el espejo que se mira. Precipicios se desparraman ante
él, cae en la duda de sus huellas. No sabe erguirse en el recuerdo cercano,
estático, es vigía de lo viejo. Una llamada, misterio del todo. Andamos por
este Monteverde al encuentro de mi casa, todavía lejos. Sé que no estás
conforme con mis palabras. Pero, ¿qué hacer? No podemos dejarlo así, en su
inanimada sonrisa en el mañana. Ahora, es luz pero en el surcar de los años se
acabará. El olvido de quien eres, el olvido de quienes somos, el olvido de todo
lo que zumba a nuestro derredor. Es horrible,
no se verá envejecer con su entereza sino una madurez maltratada. No me
respondes, te aferras a ese universo dual donde las alas seducen la libertad.
Él lo sabe, más no creo que le importe de vivir en un mismo techo. Qué habré
hecho para resbalar en la opresión del trotar y trotar bajo tus ojos, solas.
Compréndeme, todos llegaremos a ese estado donde la memoria embebida nos
dictara la dependencia y los que no se agarran en la clausura de sus pisadas
hasta el ataúd de negras tonadas. Dame una opinión…contéstame…estás albergando el callar. Creo tropezar contigo en mi
preocupación. Es solo un amigo, un amigo
que me ha dado todo, todo su ser y no entiendo por qué. Entre nosotros no hubo
nada, solo, estaciones y estaciones circundando las antorchas del aprecio, de
la verdad. Dices que sí, que se aúne a nosotras en el perfilar de los días. Lo
acogeremos como si nada pasará, disimularemos ante él con el impronunciable
horror que le espera. Bésame Laum, siempre he sabido de tu paciencia, de tu
amor sincero ante las tapias quebradas a la danza nuestros corazones. Labio a
labio somos únicas en este estado de embriaguez de tu sedosa piel. Vientre a
vientre somos jinetes de la pasión sorprendente de nuestro abrazo. Continuemos…
ELLAS. CAPÍTULO
22
Dices de
continuar. Aquí, en estos instantes donde la soledad de los montes nos acogen.
No, sigo con mi beso en tus labios. No, sigo con mi vientre en tu vientre. No,
sigo en la caricia de tu cuello y despacito te desnudo. Sí, desnudas en la
lejanía del barullo estremecedor de cualquier observador. Aquí, en estos
instantes donde nuestras manos se cogen al unísono que alguna ave mañanera
pasa. He escuchado todo lo que comentas.
Me parece bien, estoy de acuerdo…es que no te das cuenta. Ya somos una, una que
se ramifica en el girar y girar de las esferas del amor. No te das cuenta…a
veces es como si hablases para ti misma, pero yo estoy contigo, atendiendo tu
conversación en estos parajes. No me importa que él venga con nosotras. Suave, muy suave resbalo por tu cuerpo.
Jadeas, inspiras y espiras. Te gusta. Te encuentras sumisa a los halagos del
deseo, de hacer el amor en medio de la madre naturaleza. Polvo de estrellas
somos y en polvo nos convertiremos. Por qué no entremezclar nuestra pasión con
la exultante brisa salvaje de la hierba fresca. Todavía cierto luto te viste,
no tienes necesidad, te digo. No lo abandonaremos a la suerte. Tú eres su
amiga, una compañera en el placer del diálogo. Cómo no después de tantos
años. Sé que te correo por donde andará.
Ya no estamos muy lejos, en unas horas, cuando edifiquemos el ahora nos
desplazaremos hasta la ciudad. Lo buscaremos y quizás su quejido no sea
infernal. Ya sé que no tiene a nadie. Bueno, estamos nosotras. Y zas…lo agarramos y lo traemos, seguro que
en algún parque estará escribiendo, escribiendo sus sueños, sus fracasos ¡Ay
Anne¡ Disfrutemos el momento. Tú y yo. Yo y tú y el ronroneo del boscaje.
Cerremos los ojos y dejémonos ir en la aventura de los sentidos censurados en
el pasado. Paso mi mano por todo tu
cuerpo, tus senos me embeben en el silbido sutil de la gracia. Te recorro con
la lentitud de las horas. Pasan atemperadas en la quietud, en la calma que
nuestra desnudez se ama. Todo llega a su fin, continuemos. Déjame vestirte con
mis ojos paralizados en los tuyos. Vamos al encuentro de él antes que la noche
caiga, antes que los latigazos infrahumanos del desorden lo tiren. Ya descansaremos…en nuestra cama, bajo una
lámpara donde mariposas nocturnas revolotean ¿Has recibido mi respuesta?
Tenemos que salvar Solaum. No soy tan cruel, maldita la gana de aberrantes
acciones hacia los indefensos. Te hallo desesperada. Tranquila, el supongo en
esta mañana donde las nubes no pasan estará simplemente sentado, respirando del
aire gélido que confunde el estado invernal con el primaveral. Detrás de aquella montaña está nuestro hogar,
solo unos cuantos kilómetros, no muchos. Venga Anne, quiero desenclavarte esa
púa que lastima tu sensibilidad ¡Qué fértil es todo este paisaje¡ Continuemos…
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