ELLAS. CAPÍTULO 13
(NARRATIVA)
DUNIA SÁNCHEZ
Al
alba, al alba
Luces
invernales
Seduciendo
las neblinas
De
un ayer hambriento,
Jadeante
en el deseo,
Derrotado
en el ocaso.
Solo,
virgen estallido
De
mis sienes
Bajo
el influjo de lo novo.
Al
alba, al alba
Trozos
de hielo seco
Entorpeciendo
mi razón.
Me
yerto
Banderas
negras
Sacudiendo
mi estancia
Perecedera
bajo esta lámpara.
Situado
frente a la ventana del hotel medito el ronroneo divergente del pasado. Frente
a la ventana me estimulo, soy impulso de un nuevo día mecido entre lo pesado y
la agilidad de mis ojos en ser vertiente de un nuevo designio. Frente a mi
ventana contemplo los coches que pasan, de las pitas para llegar al trabajo.
Una plaza se extiende más allá de esta avenida. Estatuas de mármol blanco
desfilan inertes al son que los pajarillos buscan el despertar, el sosiego
después del estrés de la urbe. Estoy con un albornoz escribiendo, escribiendo
frente a la ventana. La luminosidad de la jornada me da cierto ánimo de
desplegar mis pisadas en su invisibilidad. La ciudad acoge al astro rey,
arboledas brincan en su verdor disipado días atrás. Estamos en una isla que
todo puede ser. Su climatología se fracciona según el momento, según el espacio
y el paisaje variado nos da una riqueza indiscutible. Respiro de ella, de ese
sol, de esos árboles, de esos automóviles, de esos pajarillos, de esa estatua
engarrotada en el tiempo. Siento satisfacción en estos minutos, ella está
feliz, lo presiento. Ha descargado todo ese fardo de púas, de agujas que cincelaban
su rostro demacrado. Estará con su amiga, qué más da. La vida es así. Tenemos
que volar en la dirección de los vientos fuertes que brotan en nuestra
reconditez. Me ocuparé ahora de mis cosas, independiente, en el círculo de
nuevos amigos, amigas engendrándose en mis brazos abiertos. Sí, me olvidé con
ella de vivir más por ahora no quiero pareja, no quiero de amores. Eso es lo
que me has dejado Anne después de tantos años. Sigo con mi libro.
Presente.
Aroma
expandido
En
las vías del callar.
Brisa
eviterna.
Suculenta
lucha
Entre
los estados del vacío
Bajo
los ríos secos.
Infieles
cometas blancas
Al
encuentro de la paz.
Todo
es herrumbre
En
el hueco deshecho
De
la tibieza de sus manos.
No
me rindo, seguiré en el flujo de las mañanas. Cada una diferente, prometedora
supongo. Frente la ventana me veo. Gracias y bienvenido sea este día. Hoy
reposaré aquí en este hotel. No iré al trabajo pondré cualquier escusa. La
escusa de la degradación de una persona ante la sorpresa nefasta. Pero me
encuentro bien…no sé, me he quitado algo de encima. Mejor frente a esta ventana
donde el parloteo de la ciudad me conmueve, me dice de avanzar, de madurar. No
entiendo, madurar en el dolor. Será así. Sí, crecemos en el aprieto, en la
dejadez del bien. Me sonrojo frente a esta ventana. Aquí, hablando solo en este
hotel. Tocan a la puerta, será la camarera. Se me olvidó poner no molestar. Aun
así dejo la ventana y me dirijo a la puerta. Me detengo, dudo y abro. Espere un
momento que me vista, le digo. Cierro la puerta, ella seguirá en otras
habitaciones hasta que me haya marchado. Muchacha joven. Recogeré un poco todo,
no me gusta abusar. Miro la habitación, todo bien. Pongo los poemas dentro de
la maleta y la cierro. Pantalones vaqueros, camisa, jersey y me voy por unas
horas de mi mundo, de mis pensamientos. Iré a la plaza que está frente mi
ventana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario