ELLAS. CAPITULO 10 Y 11(NARRATIVA)
DUNIA SÁNCHEZ
Ya
hemos llegado. Laum ¿por qué me has traído aquí? No entiendo. Estamos encima de
un mar de nubes grises, el firmamento respira calma con el fragor exuberante de
una luna que no se va. Contéstame. Sé, que he errado en los campos donde
cernícalos anuncian la muerte. Sí, he muerte. Pero ahora vuelvo a resurgir, a
erupcionar en esta cima donde el helar aniquila mis huesos. No me importa,
habrá otros que esto es constantes en su fuga por el bienestar y la esperanza.
Refugiados en el ambiente equivocado, el egoísmo tizna al ser de una existencia
mediocre, austera. Pienso en esos niños, en esas madres, en esos ancianos que
recorren miles y miles de kilómetros para llegar a trincheras de hiel,
trincheras de sangre contra su persona. Somos todos humanos, tenemos los mismos
huesos solo nuestra mirada al mundo es diferente, nuestro razonar ante lo que
viene, ante lo que está. Tenemos que aprender a respetar cualquier idea,
cualquier Dios origen de las entrañas de esta esfera. No sé por qué te digo
esto. Es lo que pienso. Será la resaca. Ambulo por petrificadas colinas del
saber, la duda me caricia y su desdén me aprisiona. No nos entendemos. Con lo
sencillo que es charlar en el girar y girar de los días, de las noches, de las
tardes. Ahora recuerdo. Sí, aquí nos conocimos. Yo perdida en una cueva de
nuestros ancestros, había claridad. No sé que me dio por meterme. Tú de
excursión con otros compañeros. Yo sola. Tu acompañada. Yo asustada. Tu segura. Y comienza la danza
de la atracción, del manar un magnetismo que hasta hoy en día es erecto. Te
quedaste conmigo no sé por qué. Tus amigos se fueron, seguro que en sus mentes
tú eras reflejo de fortaleza, de confianza. Yo desquiciada. Tu serena...tan
serena que tus ojos al cruzarse con los míos me sosegué. Y venga la paz
ausente, despreciada por mí en aquellos momentos. Pienso, que fue instante
adecuado, el preciso estar y saber estar en el lugar adecuado. Aquí, donde
estamos ahora. Y venga el beso. Sí, ese beso a ras de mi cuello como enigma de
tu esencia. Me estremecí, me estremezco ahora solo recordarlo, alberga cada
tiempo del atrás. Me miras y en tus ojos observo la alegría. Me conoces bien.
Aquí los pinares, el submundo magmatico que alienta estas islas. Islas nacidas
de las profundidades del océano. No pertenecemos a nadie y al mismo tiempo somos
de todos. Lugar de paso para aquellos bailadores de la libertad. Bésame, así,
como aquel día…por qué no. Y vienes, y me abrazas al calor de las estrellas del
cosmos. Este cosmos desconocido, bello, magnífico. Bésame, así, con las alas
verdes de nuevas singladuras en el fin de nuestros días...
ELLAS.
CAPITULO 11(NARRATIVA)
11
Mana
el crepúsculo. Un cielo matizado de violetas anaranjados sabores nos visitan.
Lo necesitamos que nos acoja en su calidez. La danza de los pájaros comienza,
la hermosura perfecta de la madre naturaleza. Por qué destruirla con cemento
tras cementos. Pinares que suspiran y el aliento de lavandas nos da el empuje
para ese beso que me pides. No hay nadie. Te alegras...así en la intimidad de
mis labios acariciando tu cuello como aquella primera vez. Remontamos las
montañas añejas y nos alojamos en el pico más alto. Un roque nos vigila, nos
mira con estática sonrisa. Te veo mejor. Qué la madre tierra te colme de olvido
y a la vez te hinche de esos recuerdos tiernos, agradables, corcondantes con el
resurgir de la vida. Somos destino, lo marcan las agujas del tiempo. Me gustas
cuando cierra los ojos por qué desciendes a esa pequeña reconditez de mi
corazón, me gustas como te aproximas en la verticalidad de tus pilares por qué
aceptas. Sí, somos destinos, no lo podemos tachar, censurar nuestras almas a la
desdicha. Aléjate de todo mal. Mira, mira …ahí vienen los espíritus del alba
coreando nuestra antigua canción ¿la recuerdas¿ ¿Duermes? Mis labios rozando tu
cuello. Estamos adheridas a esta tierra, a estas raíces en la profundidad de
nuestro querer. Ya sé que todo ha sido angustioso hasta llegar aquí pero hemos
llegado. Anda despierta. Alcemos nuestros brazos a esa bóveda agarrada a estos
momentos del estallido de la felicidad, de la armonía. Libres, somos libres.
Déjate llevar…no hay nadie. Caminemos al ritmo de la brisa que viene, ella nos
dirá que hacer. La aventura de esta bóveda celeste nos impulsa a ser una. Llevo
esperando hace mucho tiempo. Tú no te dabas cuenta pero yo sí. No te preocupes
ahora, las estaciones bajo mis ojos te sanaran ¡Viva la danza de los espíritus
de nuestros ancestros¡ Aquí demostraban su valentía. Sí, somos valientes al
escalar esta cumbre sin temor. Gritemos, escupamos la prisión que nos retiene y
avancemos hacia el amor ¡Ay el amor¡ Te quiero Anne aunque te sienta aun algo
lejana. Abre los ojos y mírame. Dame tus labios ¿Estás dormida Anne? No, no
disimules. No desvíes la realidad en el resonar de una ventisca con malicia.
Venga, despierta. Ya sé que te gusta. Tu terso cuello. Lejana...lejana como las
mareas reas de tierras donde la miseria las nutre, lejana como el ayer muralla
de nuestros sentidos. Abre los ojos y mírame. Dame tus labios ¡Ay el amor¡
Caravanas de tibios rayos solares aterciopelados nos acuesta. Me miras, tus
ojos me alumbran, tus labios se aproximan con la lentitud de un invierno que se
va. Aquí estamos, solas. No hay nadie. Libres, somos libres. Fuego recreándose
en nuestros vientres y la desnudez de nuestros cuerpos tendidos en la inmensidad
de esta catedral de la naturaleza ¡Ay el amor¡ Acompasado sendero que nos
sigue. Así somos, no hay vueltas en la paz ahora emergente en prender del beso,
de la caricia...
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