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lunes, 24 de abril de 2017

EL JUEGO DE LA LEY



EL JUEGO DE LA LEY
EVA NAVARRO SAN LUIS
La condición más preciosa del ser humano es la libertad. Y esa libertad está recogida en la expresión que todos conocemos como libre albedrío. El libre albedrío no existe en esta sociedad en que vivimos y de cara a la ley ya estamos muertos. ¿Cómo y cuándo perdimos este tesoro tan valioso? En el momento en que damos nuestro consentimiento para dejar de ser libres. Este consentimiento puede venir a través de un contrato, una declaración y cualquier cosa formal tipo documento que nos involucra desde el momento que damos nuestro visto bueno al asunto a través de una firma. Esto, que a simple vista resulta algo tan simple de entender, pasa desapercibido en las acciones que llevamos a cabo, es el medio del que se vale la ley para llevarnos a su terreno.
Si usted firma un contrato y adquiere un compromiso mediante ese acuerdo no es realmente usted quien figura en él, es la persona a la cual la ley “amarra” mediante esa firma. Por tanto usted se identifica con el ser o persona ficticia que se ha creado bajo dicha firma. Esta es la que realmente responde ante los tribunales y las cortes.
Este es el juego de que los jueces y abogados se sirven para condenar o liberar a una persona. ¿Cómo se explica que una cosa como la marihuana, producida por la tierra pueda convertir en delincuente a la persona que la toma, mientras que los ladrones de guante blanco andan sueltos justificando ser ciudadanos honorables?
Al dar nuestro consentimiento y nuestra firma quedamos atrapados en esta tela de araña porque nosotros ya hemos caído en la trampa del sistema y hemos renunciado a la libertad primera que se nos ha otorgado.
Por encima de la ley de los hombres, está la ley del universo mismo. Hay que ser honestos con él porque él observa todo lo que hacemos. Nadie puede cuestionar nuestra libertad (porque siempre fuimos libres). Renunciamos a ella el día en que nuestro consentimiento nos hizo entrar en el juego de palabras, en el orden ya corrompido que nos captura desde bien temprano por no haber sido conscientes de todo lo que perdemos y de aquello a lo que nos comprometemos con una simple firma. Por tanto atrévase a responder a partir de ahora:

        NO ACEPTO ESTA OFERTA, NO CONSIENTO ESTE PROCEDIMIENTO

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