LAS
EJEMPLARES ELECCIONES HOLANDESAS: LA PARTICIPACIÓN, NO LA ABSTENCIÓN, DERROTÓ A
LA EXTREMA DERECHA
Movimiento por
la Unidad
del Pueblo
Canario
El primer dato
a analizar en cualquier tipo de contienda electoral debe ser el porcentaje de
participación, justo el que sistemáticamente intentan escamotear tanto los
sondeos preelectorales como la publicación de los resultados de las mismas
porque las plutocracias, el gobierno de las élites acaudaladas, dueños de los
medios de comunicación masiva, se mantienen en el poder gracias a las inmensas
bolsas abstencionistas de los electores, presentando, sin embargo, el tirano
sistema como paradigmático ejemplo de democracia.
Son dos los
factores que hacen ejemplares las últimas elecciones en Holanda, en primer lugar
la alta participación, el 82 por ciento de los electores con derecho reconocido
a sufragio y, en segundo lugar, el recuento manual de los votos. Todas la
encuestas a lo largo de muchos meses daban como ganador al candidato de la
extrema derecha, el racista Wilders y, en efecto, así hubiera ocurrido de no
ser por el hecho de que la participación electoral se incrementó en ocho puntos
porcentuales, al pasar del 74 al 82 por ciento con respecto a los comicios
anteriores. Con el recuento electrónico de los votos es muy fácil el pucherazo
electoral, como hemos venido denunciando desde el Movimiento por la Unidad del
Pueblo Canario dado que, cuando nuestros votos se publican por el Ministerio
del Interior del régimen monárquico y colonial español, disminuyen hasta un
cuarenta por ciento (40%) con respecto al que se ha contabilizado en las urnas.
La abstención
no ha supuesto jamás un solo avance progresista en la historia de la humanidad.
Contrariamente, el ascenso de Hitler al poder en Alemania se produjo como consecuencia
del aumento de la abstención. Lo mismo ocurrió con el GIA argelino que
desencadenó una violenta guerra civil en el país magrebi y, recientemente, con
el gringo Trump en USA o en la primera vuelta de la últimas elecciones
francesas con la siniestra saga de los Le Pen.
La ambición de los tiranos se resume en mantenerse en el poder a toda
costa y, cuando realizan alguna convocatoria electoral, es debido a la presión
popular, convocatorias electorales que adolecen de las mínimas garantías
democráticas, de lo contrario no se mantendrían en el poder, siendo la libertad
de expresión la primera víctima. El dictador fascista Franco convocaba
elecciones a Cortes e incluso referéndums, que llegó a ganar por el 110 % de
los votos, más votos que electores, siendo Ministro de Gobernación Fraga
Iribarne, fundador del Partido Popular de su paisano Mariano Rajoy que, con el
generalísimo forman probablemente el trío de gallegos más nefastos del actual
Estado español. Sinceramente preferimos a Castelao.
Un mecanismo
bien sencillo, pero desconocido por los ciudadanos. El recuento en las mesas
electorales es un recuento manual, en el que participan los miembros de las
mesas y puede haber supervisión de los partidos políticos. Se cuentan los
votos, se elabora el acta correspondiente y, junto con las papeletas, el
secretario de cada mesa lo lleva personalmente al juzgado correspondiente,
desde donde se procesan electrónicamente y a partir de ese momento tienen lugar
los pucherazos que venimos detectando desde la primera vez que concurrimos a
las elecciones, en el 2007, lo que hemos puesto en conocimiento tanto de las
Juntas Electorales como de los Juzgados, sin que haya prosperado ninguna de las
demandas y sin que se haya realizado una investigación al respecto, no para
comprobar si ocurre, que ocurre, sino para exigir un recuento manual de las
papeletas en todo el proceso. La victoria electoral del Partido Popular (PP) el
20 de diciembre de 2016 fue un pucherazo de libro contra todo pronóstico
después de mas de cuatro años de los denominados Viernes de Dolores, por los
dramáticos acuerdos del consejo de ministros que en España se celebra ese día.
La
responsabilidad de los electores y electoras es grande y no termina cuando se
deposita el voto en la urna, al contrario, empieza ahí, pues hay que exigir a
los elegidos que cumplan escrupulosamente con la oferta realizada y para la que
fueron elegidos. Cuando José María Aznar, George Bush o Tony Blair,
popularmente conocidos como el trío de las Azores, aún sin juzgar por crímenes
de guerra, genocidio y crímenes de lesa humanidad, masacraron Irak, ocasionando más de un millón de muertes
de personas inocentes, los que los auparon al poder también son responsables,
consciente o inconscientemente, directa o indirectamente, de la guerra desatada
por los mismos.
del Pueblo
Canario
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