MUJERES TRABAJADORAS: DISCRIMINADAS HASTA LA MUERTE
VICENTE CLAVERO
Que
las mujeres hoy día, en España, cobren de media 400 euros menos al mes de
pensión que los hombres no es, obviamente, una casualidad. Se trata, por el
contrario, de la consecuencia lógica de dos circunstancias de sobra conocidas:
su tardía incorporación al mercado laboral y la desigualdad salarial que llevan
toda la vida padeciendo.
Durante
demasiados años, se ha considerado que el medio ambiente propio de la mujer era
el hogar. Y que el mundo del trabajo –y no digamos ya en algunas profesiones–
estaba reservado casi en exclusiva a los hombres. Como en tantas otras cosas,
las cuatro décadas de dictadura tuvieron a este respecto efectos devastadores.
Por
fortuna para el conjunto de la sociedad –y desde luego, para ellas–, en los
últimos tiempos la incorporación de la mujer al mercado laboral ha sido masiva.
Cada vez en puestos de mayor cualificación, además; gracias a su presencia de
igual a igual con los hombres en todos los niveles educativos, incluido el
universitario.
Pero
lo que no se ha conseguido todavía es acabar con la desigualdad salarial, que
no es un infundio feminista, sino algo que reconocen incluso las estadísticas
oficiales. La más reciente del INE, referida a 2014, señala una diferencia retributiva media entre ambos
sexos de nada menos que el 30%.
Sobre
esa brecha podría decirse que obedece a las dificultades de las mujeres para
ascender en la escala laboral. Sin embargo, más que un consuelo, eso constituye
en todo caso un agravante. No existe razón alguna –ni física, ni mental, ni
formativa– que impida a las mujeres desarrollar las mismas competencias que los
hombres.
Entenderlo
así es absolutamente fundamental para acabar con una penalización injustificada e injustificable, que sólo se
explica por la pervivencia de cierta mentalidad machista en las relaciones
laborales. Y que no sólo sigue teniendo arraigo en las empresas, sino también
entre muchos trabajadores varones.
Aunque
cada vez menos, hay quienes todavía ven a las mujeres como usurpadoras en
ocupaciones que –no se sabe bien por qué– deberían ser privativas de los
hombres. O como seres biológicamente incapacitados para prestar al trabajo la
dedicación que ellos les prestan, lo cual resulta aún más inaceptable.
Por
culpa de todo eso y de la ausencia cómplice de una acción más urgente y decidida
de los poderes públicos, las mujeres no sólo están peor pagadas cuando
trabajan, sino también cuando se jubilan, porque durante su vida activa cotizan
menos. Con lo que esta discriminación las persigue hasta la muerte.
.
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seguirme en Twitter: @vicente_clavero
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