MORIR CON LAS BOTAS PUESTAS
JUAN CARLOS ESCUDIER
Oculto
a la población, que sólo lo vería bien con sus mascotas, el arte de la
clonación ha alcanzado su cima con los gobernadores del Banco de España, que
parecen distintos físicamente y tienen nombres diversos pero que, en realidad,
son el mismo individuo con gafas desde tiempo inmemorial. El caso de este alto
funcionario –el último se hace llamar Linde- representa un hito científico de
primera magnitud, y cuando se resuelva el misterio de por qué el supervisor del
sistema financiero se dedica a cualquier cosa menos a supervisar los resultados
del experimento podrán publicarse en Sciencie.
Lo
que funciona como un reloj es su pensamiento único sobre economía, una
variación de las leyes de la robótica de Asimov, que cada gobernador repite
como un papagayo con independencia de quién le haya designado, ya sea el PSOE o
el PP. Sus diez mandamientos se resumen en tres: moderarás los salarios sobre
todas las cosas, te jubilarás cuando las ranas críen pelo y no reformarás el
mercado de trabajo en vano.
Este
miércoles, el gobernador que se hace llamar Linde dio una clase magistral sobre
las pensiones. ¿Cómo asegurar su sostenibilidad? Pues retrasando la edad de
retiro más allá de los 67 años, impidiendo la jubilación anticipada y
fomentando los planes de pensiones privados, sin bien, ante la evidencia
palmaria de que constituyen una estafa, deberían ser reformados para que el
engaño sea más discreto.
Sin
darse importancia, Linde acaba de descubrir la pólvora. En realidad, pecó de
prudente pero es probable que vaya corrigiendo el tiro. El enfoque actual,
según el cual la solución al problema de las pensiones es conseguir que haya
más trabajadores en activo que sufraguen las pensiones de los jubilados, es
erróneo. Su propuesta es justamente la contraria; esto es, que haya menos
jubilados. Para conseguirlo hay varios caminos: que los trabajadores no se
jubilen nunca, que es adonde conduce su propuesta, o que de una vez por todas
se aplique la eutanasia activa a los futuros pensionistas, la solución final.
El
modelo Linde es muy del agrado del PP, que llegó a cambiar la ley para que no
tuviera que jubilarse en 2015, que es cuando el clon cumplía 70 años. Se
conseguía de esta forma que el gobernador diera ejemplo a esos trabajadores tan
vagos que sólo piensan en convertirse en pensionistas, vivir a la sopa boba y
en mirar alelados cómo avanzan unas obras cada vez más escasas por eso de la
crisis del ladrillo. Con 180.000 euros al año, que es lo que se levanta el
caballero por repetir la letanía, todos chinos.
Amigo
de Guindos desde hace 30 años, Linde es un estómago agradecido programado para
complacer a sus jefes, un palmero de primera división que en los recortes del
Ejecutivo, ya fueran salariales, sanitarios o educativos, nunca vio austeridad
sino “patriotismo”. Es de suponer que su idea sobre el futuro de las pensiones
es una más de sus genuflexiones a quien tan generosamente le retribuye.
El
razonamiento de Linde es impecable. En la medida en que ha aumentado la
esperanza de vida, que la gente entra más tarde al mercado laboral –entre otras
razones porque encontrar empleo es tan difícil como dar con el vellocino de Oro
y no todos somos Jasones o argonautas- y que muchos trabajos en la actualidad
exigen poco músculo, lo lógico es jubilarse más tarde.
Lo
que no dice el señor gobernador es que vivimos en un país con una tasa de paro
juvenil del 42,9% que no deja de expulsar de sus empleos a los mayores de 55
años para aligerar costes, por lo que elevar la edad de jubilación es condenar
a los primeros al paro y a los segundos a pensiones de miseria. O que el
sistema financia toda suerte de bonificaciones y tarifas planas y que la
reducción de salarios, tan aplaudida por Linde, no ha hecho sino mermar sus
ingresos. La opción de este septuagenario no es aumentarlos porque, según dice,
sería muy pernicioso para la economía, sino estrangular los gastos y con ello a
sus beneficiarios. Hay que morir con las botas puestas y con el mono de trabajo
en perfecto estado de revista. No es la solución final pero se parece bastante.
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