FETASIAN SKY (HOMENAJE A RAFAEL AROZARENA EN EL DÍA DE LAS LETRAS CANARIAS
2017)
SAMIR DELGADO
Fotografía de Rafael Arozarena, (Coco Morales, El
País, 2009)
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El cielo de Rafael Arozarena (1923-2009) siempre
cobijará las tierras volcánicas de Lanzarote. Con su pluma fetasiana esbozando
en las madrugadas de Femés la magia de una novela inmortal salida a la luz en
1973, una novela que ha calado profundamente en la sociedad isleña: el paso fugitivo
de Mararía en la negritud de la noche, Marcial, Don Fermín, Isidro, Don Abel el
cura, todos los personajes que pululan en uno de los libros más leídos en la
historia de las islas formando parte del imaginario colectivo como una cometa
de nuestro espacio insular.
Y la palabra de Arozarena es esencialmente poética,
por eso el oficio del verbo nació en los adentros de nuestro escritor con un
romancero canario publicado en 1946: las callejuelas del barrio santacrucero
que lo vieron crecer se quedarían estrechas para el espíritu inquieto del poeta
que bulle sus versos desde la percepción de la existencia, la compaginación del
surrealismo onírico y la cruda determinación de lo absoluto. El horizonte de la
isla que se combina con su rica naturaleza mítica y la soledad del autor que
busca refugio en la rocosidad de Igueste, lugar fetasiano como ninguno. Pero,
teniendo nuestra cometa una vez más en lo más alto de las bóvedas azulinas:
¿qué significa ser fetasiano? Esta es la pregunta que siempre todo el mundo
quiso hacer alguna vez a Rafael Arozarena.
Y es que la amistad surgió también con el juego, el
riesgo y la aventura de la exploración sobre el universo insular, la hondura de
los espacios limítrofes y el vértigo del más allá. Ahí quedan las viejas arrugas
del escritor representando los caminos de la novela de la vida. Junto con Isaac
de Vega y Antonio Bermejo, surgió el grupo fetasiano por entre las ramblas de
Santa Cruz de Tenerife y las veredas escarpadas de Anaga. Con la novela
“Cerveza de grano rojo”, de 1984, vendría después la prolongación de los textos
urdidos en el bache de la historia, la tibieza de cada mañana y el arrebato de
las tardes provocando la pasión por la pintura bajo el remanso ensalitrado de
Bajamar.
Años después de su pérdida, en el sueño siguen habitando otros mundos, de
las palabras en el cuento y de los poemas en las noches de inspiración nos
llega un cielo nuevo para cada jornada, Arozarena revive en cada página de sus
libros abiertos de par en par entre las siete islas del atlántico.
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