EL MURO: SÍMBOLOS CONTRA LA
CLASE TRABAJADORA
FERNANDO
BUEN ABAD
De
entre todas las formas posibles de “sanción”, “crítica” o “diciplinamiento” con
que un imperio gusta de “castigar”, Donald Trump escogió un Muro y no lo hizo
por estúpido (como dicen algunos de sus detractores) tampoco lo hizo sólo por
“negocio”, como suponen algunas de las constructoras que sueñan con el
proyecto... se trata de una operación ideológica que tiene raíces profundas en
una disputa territorial de latifundistas, que es también simbólica, por
reafirmarse en la usurpación y delimitando “sus” tierras. Trump sueña con un
Muro de 1600 km. Lógica Old fashion como en China. De los 3.200 kilómetros de
frontera entre USA y México, casi un tercio ya tiene tramos de concreto, rejas
electrificadas y cámaras de vigilancia.
El
Muro: Símbolos contra la clase trabajadora
Poner
un Muro en un territorio que tiene historia de ocupación, corrupción y crimen
sin límites, es coherente con la lógica de la burguesía empeñada en convertir
en amenaza todo lo que le es ajeno. Especialmente si eso incluye color de piel,
idioma y cultura hartos de la humillación. En el Muro de Trump se coagulan
todas las perversiones del racismo y todas las locuras del imperialismo. Su
prototipo más claro está en Israel. Costará 25 000 millones de dólares. Y
quieren que lo pague el pueblo mexicano. Ahí está el verdadero “castigo”.
Es
la lógica de los “barrios privados” que tanto encantan a la pequeña burguesía.
El magnate inmobiliario lo sabe bien. Ese Muro da relieve a las ideas más
acariciadas por la burguesía: “esto es mío”. Reafirma la “propiedad privada” y
el distanciamiento de “lo otro”. Configura la caracterización de “lo distinto”
como “peligroso” y se entroniza como correctivo simbólico indeleble para que el
mundo entienda de qué lado esta “el poder”. Cuando el poder verdadero está del
lado del pueblo… aunque los pueblos (por ahora) eso no lo vean muy claro.
Parece
una antigualla de magnate petulante, parece un berrinche de “niño rico”
empeñado en castigarnos con su ego desaforado. Parece una idiotez… parece mil
cosas en un mundo donde nada es lo que parece. Aunque pudo tomar mil medidas
arancelarias, impositivas, tecnológicas… exhibir a sus “Rambo”, sus soldados y
sus armas. Aunque pudo sembrar paramilitares (como en Venezuela), pudo
financiar Ku Klux Klanes, drones, perros, rayos laser… pudo imponer leyes más
“duras”, prensa más amarillista, Border Patroll más fascista… pudo mil cosas
pero eligió el Muro. Y eso no es inocente.
El
Muro de Trump es un bálsamo mediático para las angustias endógenas del imperio.
Es un bálsamo oportunista de larga duración y de efectos incontables. Es un
espejo ideológico de ladrillos y concreto en el que se refleja, desde adentro,
la monstruosidad del capitalismo y su lógica del avasallamiento. Cada vez que
Trump lo menciona, despliega un drama histórico infestado con la humillación
del saqueo y la esclavitud añejos a que han sido sometidos los inmigrantes más
desposeídos y maltratados. Mientras tanto las jaurías neoliberales, serviles al
imperio en México, no hacen más que acarrear “another brick in the wall”. (Otro
ladrillo al muro). El Muro es una forma de la Guerra Ideológica.
Por
ahora, la sola mención de completar el Muro ya atrajo simpatías de clase y
solidaridades ideológicas. En ambos lados del Muro. Ya no somos tan ingenuos
como para creer que la iniciativa de una aberración así nació sólo en un lado.
Se han edificado muros (comerciales, políticos, raciales, educativos…) de igual
o peor envergadura y siempre han contado con la complicidad voluntarista de
sectores serviles. Y así nos ha ido. El muro es, pues, una forma de tortura
como le gusta a Trump.
Mencionar
al Muro (completar su construcción) ha servido también para alebrestar corifeos
intermediarios que se dicen capaces de inspirar moral y método en la tarea de
arrodillarse ante el muro. Con argumentos como “la seguridad”, “la estabilidad
económica”, “el bien común” y bla bla bla a los “cuatro vientos” vociferan recetarios
diplomáticos para quedar bien entre ellos. Los pueblos no tienen lugar en la
mesa de sus repartijas. Unos ya tienen el presupuesto para completar el Muro,
otros ya tienen el discurso para inaugurarlo, algunos más tienen los
“periodistas” idóneos para desarrollar la crónica de la construcción, minuto a
minuto… en fin, todos quieren una tajada material y política con que ampliar
sus negocios y sus simpatías con el imperio.
El
trabajo de los inmigrantes no es una dádiva del imperio. Hay que poner bien clarito
que cada dólar ganado es acumulación de riqueza para los yanquis aprovechándose
del trabajo esclavizado. Los trabajadores pagan un precio muy alto (no sólo por
lo que recolectan las empresas parásitos que cobran por los envíos de las
remesas) sino porque la mayoría inmigrante pone el lomo a diario, y debe
ahorrar, aunque viva con todas las limitaciones, bajo el peso de la distancia,
la soledad frecuente, la condición de “ilegal, la marginación, el racismo, el
miedo, las desconfianza sistemática y el mal trato consuetudinario. Y todo eso
en tierras que fueron robadas por el imperio yanqui. Eso también lo hace
visible el Muro que quieren financiar también sobre las remesas de los
paisanos.
Ese
Muro es un acto de provocación inaceptable e inhumano. Contiene la amenaza de
matar y reprimir a miles de personas. Es un Muro ideado para acentuar la
injusticia que padecen los inmigrantes tratados como “ilegales” y es una trampa
contra todas esas personas que, para sobrevivir, buscan cualquier fuente de
“empleo”. La frontera con USA, y no sólo, es fuente permanente de abusos,
explotación e ignominia y el proyecto para completar ese Muro es una afrenta de
tal calibre que uno no puede no prepararse para las consecuencias. Quienes
provocan el desempleo, quienes generan la miseria toman ahora medidas de
“control” para poner “orden” en la frontera. Sin dejar de beneficiarse con las
remesas, ¡claro!
Lo
que el Muro no tapará es el drama del desempleo, la barbarie de la humillación,
el infierno del hambre y la monstruosidad del despojo. Todo lo contrario. Deja
a la vista la barbarie, la aberración y la bofetada auspiciadas por la
burguesía que no tiene límites ni frenos en la fase depredadora en que se
encuentra el imperio. El Muro es su espejo.
Ellos
ponen el Muro para callarnos y para acallar toda rebeldía, nosotros (todos)
podemos poner el ejemplo y transformar al mundo. Que reviente el Muro con las
luchas indígenas, campesinas y obreras... desde abajo y hasta el cielo. Que
reviente el Muro antes, durante y después de que lo completen. Que reviente el
Muro por obra y gracia de los trabajadores, de aquí́ de allá, inmigrantes y no inmigrantes... unidos esta vez para
siempre.
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