EL COMISARIO DE LAS CLOACAS
IÑIGO SÁENZ DE UGARTE
No ocurre con
mucha frecuencia que la gestión de un ministro quede reflejada en toda su
incompetencia con pruebas irrefutables muy poco tiempo después de que deje el
Ministerio. Aun menos si la prueba definitiva la aporta su mano derecha. Es lo
que ha ocurrido con Jorge Fernández Díaz tras la publicación en dos entregas en
El Mundo de una entrevista al comisario Eugenio Pino, exdirector operativo de la Policía.
Para que lo
recuerden los lectores de este medio, Pino es el jefe de la 'policía política'
montada en el Ministerio del Interior para atacar a los que el PP consideraba
sus principales enemigos políticos, es decir, los independentistas catalanes y
Podemos. Alguien de la máxima confianza de Fernández Díaz, y por tanto del
Partido Popular.
Antes de entrar
en detalles, no estaría mal ver si la entrevista arroja alguna luz sobre la
mentalidad de este comisario. Saber qué es lo que hay en su cabeza antes de
comprobar las pruebas que le presentan sus agentes. El periodista le pregunta
por qué los Pujol no están en prisión, que es como preguntar: ¿no hay pruebas
suficientes contra ellos?
Su respuesta:
"Porque los procedimientos son difíciles de investigar y los jueces en
España son muy garantistas. Lógicamente en otra época había jueces más
decididos, pero ahora son garantistas hasta el final y prefieren ajustar todo
el procedimiento a unas pruebas reales y efectivas".
La culpa es de
los jueces. Lo primero –delitos económicos difíciles de investigar– es
evidente. Lo segundo no suena a excusa, sino a acusación. No son como otros
jueces que envían a los acusados a prisión preventiva para que se ablanden. Eso
no está en ningún Código Penal, ni en el actual ni en los de antes, pero
sabemos que es una costumbre que ha existido, sobre todo cuando un juez ha echado
mano de ese recurso tan socorrido y vago que es la "alarma social".
Pero es el final de la segunda frase lo que tiene que dejar con la boca abierta
a cualquiera que piense que la justicia no puede estar al servicio de los
intereses políticos, sean los que sean, o de la jauría.
Esos jueces a
los que se refiere Pino buscan para tomar decisiones trascendentales "
pruebas reales y efectivas". Los que no somos juristas deberíamos
responder: ¿es que las hay de otro tipo? ¿Hay pruebas que no sean reales o efectivas
que sirvan para meter a alguien en la cárcel?
Pino no es de
los policías que tengan como norma la idea de que lo que no puedes probar, no
existe ante un tribunal.
Incluso, al
referirse a otro caso, dice que es "partidario de usar el detector de mentiras
y esas cosas que usan otros países y no sé por qué no hacemos". Este es un
motivo para reírse de la talla policial de Pino, ya que está probado que el
detector de mentiras sólo se usa de forma extensa e irrefutable en el cine y la
televisión, además de en la CIA y la NSA, no con muy buenos resultados en estos
dos últimos ejemplos.
El comisario se
queja de que al valorar una prueba
"cuando tenemos una cuenta, una transacción, siempre hay una
resistencia" (de los jueces). Lo cierto es que hay un montón de gente
procesada o condenada en España en los últimos años por los indicios aportados
por cuentas corrientes y transacciones bancarias que revelan la comisión de
delitos. Eso es un hecho que esta vez Pino decide obviar.
Eso le permite
insistir en una acusación que nunca se ha probado y que tanto él como El Mundo
sostuvieron hasta el extremo de convencer a Fernández Díaz, la supuesta cuenta
corriente millonaria que tenía en Suiza el entonces alcalde de Barcelona,
Xavier Trias. Nunca se pudo probar su existencia, y de hecho hay pruebas que
indican que no existió. Pero, para Pino, la realidad es muy diferente porque el
confidente que les dio esa información era "una fuente de toda
credibilidad".
Todavía no hay
ningún artículo en el Código Penal que diga que se puede procesar a alguien
porque el confidente es muy bueno. Quizá por eso el único procedimiento
judicial que existe ahora sobre ese caso es el que investiga a El Mundo por dar
esa noticia (uno de ellos es el autor de la entrevista a Pino).
Teniendo en
cuenta la mentalidad de Pino y su insistencia en seguir haciendo favores
políticos a sus antiguos jefes con casos en los que tiene pruebas, debería
sorprendernos menos lo que dice en la segunda entrega de la entrevista sobre un
caso especialmente sensible: la investigación del atentado del 11M.
Nos enteramos
que entre sus múltiples ocupaciones estuvo la de pedir informes policiales
sobre casos investigados y juzgados. Lo que todos llamaríamos casos cerrados.
Pino pidió informes sobre el 11M, el asesinato de Marta del Castillo y el caso
Faisán. Es en el primer caso donde está más claro que hemos tenido al frente de
la policía a alguien dispuesto a dar pábulo a cualquier conspiración de la que
se puedan obtener réditos políticos.
En ningún
momento dice Pino cuáles fueron los indicios que le llevaron a pedir un informe
sobre el 11M. En el colmo del descaro, se limita a decir que "se trata de
un método de trabajo distinto", no de cuestionar la investigación policial
y judicial que acabó en una sentencia de la Audiencia Nacional, confirmada por
el Tribunal Supremo. "Es un atisbo de modernidad", dice, lo que es
ridículo a menos que se piense que el funcionamiento normal de los tribunales
es un arcaísmo.
La farsa
continúa cuando él sostiene que no ha leído ese informe. Encargó un informe
sobre algo ya juzgado, supuestamente incluye detalles interesantes, pero él no
encontró tiempo para leerlo. No sé si eso constituye malversación de fondos
públicos (el tiempo de los policías no sale gratis), pero creo que es sólo una
forma de tomarnos por idiotas.
A la pregunta
de si esa investigación contradice la sentencia, de forma vaga dice que sí,
pero sin concretar porque no quiere que le imputen un delito. No la contradice,
"pero da por sentado, según tengo entendido, porque no lo he leído,
algunas cosas que fueron determinantes para argumentar una serie de teorías que
verdaderamente se diluyen. Se aclaran algunas cosas que estaban en una
nebulosa".
En la sentencia
condenatoria no hay ninguna "nebulosa", excepto para los que, como
Pedro J. Ramírez y El Mundo, opinaban que los acusados eran unos tontos útiles
a los que se condenó injustamente para ocultar una conspiración mayor. Pino
deja caer que algo hay de eso para confirmar después que sí, se pone en
cuestión algunos pilares de la sentencia, en expresión del periodista.
Una vez más,
ante el mayor atentado terrorista ocurrido en las últimas décadas en España, un
responsable policial y un periódico se alían para difamar el trabajo de la
policía y los tribunales en ese caso. Siempre quedan impunes.
Con tal
ligereza, cómo puede extrañarnos que Pino demuestre la misma falta de
profesionalidad para acusar a Podemos de financiarse con la ayuda de gobiernos
extranjeros. Deja caer que hay pruebas en Venezuela, más confidentes, fotos,
para terminar diciendo que "a título particular" cree que los
dirigentes de Podemos han cometido delitos al recibir ese dinero, "pero no
lo puedo demostrar".
Yo podría decir
a título particular que creo que Pino ha dirigido una banda de narcotraficantes
pero que no lo puedo demostrar. Obviamente, no puedo decir eso, porque
afirmarlo en esos términos es un delito castigado con pena de prisión. Pero
Pino es de los que salen impunes por estas cosas.
Este es el
comisario al que Fernández Díaz entregó las llaves de la policía durante su
etapa al frente de Interior. Con tanta manipulación y mentiras, casi podemos
felicitarnos de haber sobrevivido a esta banda organizada.
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