¡BASTA DE DECIR QUE EE.UU. ES UNA NACIÓN DE INMIGRANTES!
POR: ROXANNE DUNBAR-ORTIZ
Procedentes de México, son
trabajadores migrantes que cruzan una frontera trazada por el ejército de
Estados Unidos usando la fuerza. | Foto: EFE
Desde su
origen, Estados Unidos fue fundado como un país de colonos, y como un imperio
(“destino manifiesto”, por supuesto). Los colonos eran ingleses, galeses,
escoceses, irlandeses de origen escocés y alemanes, sin incluir a los numerosos
africanos que no eran colonos.
Una nación de
inmigrantes: Este es un mito conveniente, que fue elaborado en los años sesenta
como una respuesta a los movimientos contra el colonialismo, el neocolonialismo
y la supremacía blanca. La clase dominante y su “grupo de cerebros” ofrecieron
el multiculturalismo, la diversidad y la acción afirmativa en respuesta a las
demandas por la descolonización, la justicia, las reparaciones, la igualdad
social, el fin del imperialismo y una nueva narrativa de la historia —que no se
limite a ser “inclusiva”— sino que sea verdadera. En reemplazo de la idea
liberal del “melting pot” (crisol cultural) y la interpretación triunfalista y
nacionalista del "país más grande del mundo y de la historia”, surgió el
cuento de la “nación de inmigrantes”.
En la década de
1980, el relato sobre las “olas de inmigrantes” hasta incluía a los pueblos
indígenas --que habían sido brutalmente desplazados y asesinados por los
colonos y las fuerzas armadas-- al aceptar la errónea teoría del “Estrecho de
Bering” según la cual la inmigración indígena se produjo unos 12.000 años
atrás. Ya entonces se sabía que la fecha era incorrecta, pues había evidencia
de presencia indígena en el continente americano desde al menos 50.000 años
atrás, y probablemente más tiempo aún, al igual que había también evidencia del
ingreso de personas por el Pacífico y del Atlántico —quizás, como Dine Deloria,
jr. lo dijo, las huellas de indígenas americanos hacia otros continentes serán
reconocidas algún día. Pero, los nuevos textos de historia oficial proclamaron que
los pueblos indígenas fueron los “primeros inmigrantes”. Decían también, que
luego llegaron los inmigrantes de Inglaterra y África, seguidos por los
irlandeses, después los chinos, los europeos del Sur y del Este, los japoneses
y los mexicanos. Hubo algunas objeciones de los afroamericanos a que se
considerara como “inmigrantes” a los africanos capturados, esclavizados y
traídos encadenados a través del océano, pero no le hicieron mella al
estribillo de “nación de inmigrantes”.
La
tergiversación del proceso de colonización europea de América del Norte, al
representar a todos como inmigrantes, sirve para preservar la “historia
oficial” de Estados Unidos como un país principalmente benigno y benévolo, y
para enmascarar el hecho de que los colonos del periodo anterior a la
Independencia eran exactamente eso, colonos, como lo fueron en África e India,
o como los españoles en América Central y Sudamérica. Desde su origen, Estados
Unidos fue fundado como un país de colonos, y como un imperio (“destino
manifiesto”, por supuesto). Los colonos eran ingleses, galeses, escoceses,
irlandeses de origen escocés y alemanes, sin incluir a los numerosos africanos
que no eran colonos. El otro grupo de europeos que llegó a las colonias, y
cuyos integrantes no fueron ni colonos ni inmigrantes fueron los pobres, los
convictos, los sometidos a la servidumbre (indentured servants), los
secuestrados de la clase trabajadora (vagabundos y artesanos desocupados), como
lo definió Peter Linebaugh; muchos de los cuales optaron por unirse a las
comunidades indígenas.
Solo a
principios de la década de 1840 comenzó lo que podría llamarse “inmigración”
con la llegada de millones de católicos irlandeses empujados fuera de Irlanda
por las políticas británicas. Los irlandeses fueron discriminados por ser mano
de obra barata, no por colonos. Después de ellos vino el flujo de otros
trabajadores de Escandinavia, Europa del Este y del Sur, más irlandeses, además
de chinos y japoneses, aunque pronto el país prohibió la inmigración de Asia.
Recién en 1875 se promulgaron las primeras leyes de inmigración, cuando la
Corte Suprema de Justicia de EE.UU. declaró que la regulación de la inmigración
era responsabilidad del gobierno federal. En 1891 se creó el Servicio de
Inmigración.
Sepultado por
toneladas de propaganda —desde el desembarco de los “peregrinos” ingleses
(evangélico-cristiano-protestantes fanáticos) hasta el increíblemente popular
“El último de los mohicanos” de Fenimore Cooper que esgrimió “derechos
naturales” no solo sobre los territorios indígenas sino también sobre los
territorios reclamados por otros poderes europeos— reside el hecho de que la
fundación de Estados Unidos fue una división del Imperio anglosajón, y que
EE.UU. se transformó en un imperio paralelo a Gran Bretaña. Desde el principio,
como quedó especificado en la Ordenanza del Noroeste que precedió a la
Constitución de EE.UU., la “nueva república hacia el imperio” —como llamó
Jefferson a Estados Unidos— visualizó su forma futura, lo que hoy son los 48
estados contiguos del país. Trazaron mapas rudimentarios, especificando que el
primer territorio a conquistar sería el “Territorio Noroeste”, de ahí el nombre
de la ordenanza. Ese territorio era el valle de Ohio y la región de los Grandes
Lagos, que estaba poblada por comunidades campesinas indígenas.
Una vez
implementada la conquista del “Territorio Noroeste” mediante una combinación de
campañas militares genocidas, asentamientos de colonos europeos traídos del
este y el desplazamiento de los pueblos indígenas hacia el sur y al norte
(adonde fueron buscando protección en otros territorios indígenas), la
“república hacia el imperio” anexó la Florida española. Allí los esclavos
africanos fugitivos y los remanentes de las comunidades indígenas que habían
escapado de la matanza de Ohio resistieron luchando en tres guerras principales
(Guerras Seminole) durante más de dos décadas. En 1828 el presidente Andrew
Jackson (que como general había dirigido las Guerras Seminole) usó el Acta de
Desplazamiento de los Indígenas para forzar a las naciones campesinas indígenas
del Sudeste —desde Georgia hasta el río Mississippi— a abandonar sus
territorios y trasladarse a Oklahoma, que había sido conseguido con la “Compra
de Louisiana” a Francia. Los colonos anglosajones con los africanos esclavizados
ocuparon los campos de agricultura que el gobierno les había quitado a los
indígenas en la región del Sur. Muchos se trasladaron a la provincia mexicana
de Texas —luego vino la invasión militar estadounidense de México en 1846, en
la que el ejército de EE.UU. tomó la ciudad de México y forzó a este país a
cederle toda su mitad norte, con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo
(1848). A partir de entonces, California, Arizona, Nuevo México, Colorado, Utah
y Texas quedaron disponibles para el asentamiento “legal” de colonos
anglosajones. También se legalizó a aquellos colonos que habían establecido
asentamientos ilegales y con el uso de la fuerza previo al tratado. Durante los
siguientes 40 años, las comunidades de mexicanos pobres y de indígenas, como apaches,
navajos y comanches, que vivían en el territorio ocupado resistieron la
colonización, como habían resistido anteriormente al imperio español, a menudo
con la fuerza de las armas. En cambio, la pequeña clase de la élite hispana le
dio la bienvenida a la ocupación y colaboró con Estados Unidos.
¿Es apropiado
usar el término “inmigrante” para denominar a los pueblos indígenas de América
del Norte? No.
¿Es apropiado
usar el término “inmigrante” para denominar a los africanos esclavizados? No.
¿Es apropiado
usar el término “inmigrante” para denominar a los primeros colonos europeos?
No.
¿Es apropiado
usar el término “inmigrante” para denominar a los mexicanos que migran para
trabajar en Estados Unidos? No. Son trabajadores migrantes que cruzan una
frontera trazada por el ejército de Estados Unidos usando la fuerza. Muchos de
los cruzan esa frontera hoy en día provienen de América Central, de pequeños
países devastados por la intervención militar de EE.UU. en la década de 1980, y
que también tienen derecho a hacer reclamos en Estados Unidos.
Entonces, basta
de decir que “esta es una nación de inmigrantes”.
Traducción de:
Silvia Arana
Artículo tomado
de: Rebelión.org
Fuente
original: Mr Zine
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