Llueve. No llevo paraguas, no importa,
la inscripción de cada gota sobre mis ojos idos, de mi rostro ojeroso me da
cierto ánimo. El viento aguarda tras las entrañas de una puerta que parece
censurarse. Respiro el aroma de la danza de una tarde caída en los hombros
agotados de monotonía. Ella junto a mí. No lleva paraguas. No nos refugiaremos
en las cuevas tétricas al temblor de nuestros huesos. No decimos nada. No nos
miramos. Camino lento saboreando el frescor de nuevos astros tras la ida de la
calima. Todo es extraño, todo queda en un movimiento de nuestros ojos hacia
nuestro interior. Pensamos lo mismo en esta jornada que empieza su final. Las
calles concurridas, vagas siluetas tropiezan con mirada perdida en busca de
algo. No entendemos el por qué el precipitarse cuando en campos aislados
existen ecos de hambruna, de sequedad en sus manos. No, no lo vemos, lo
meditamos. Un mal sabor se apodera de nuestro andar y retrocedemos, nos
evadimos bajo ese techo que dará la fogata de la calma, del olvido.
Llueve. No tenemos paraguas, da lo mismo. Estamos empapadas,
agua que corre por nuestra ropa. Estoy estática, ella está estática. Intocables
somos perennes amantes de nuestro corazón, de nuestra alma ¿Tenemos alma? No
sé, dolidas andamos por aceras mojadas con el rastro de una agonía, no lejos.
Creo razonar lo mismo que ella. Esta atmósfera atrapada en una globalización
demoniaca, en seres de injustas pisadas en el balancear de la vida. No me
interesa lo que celebran por ahí. Liada a ella retomamos la dirección de
nuestra casa. No soportamos los sueños hilados sobre muertes, sobre niños
andando encima de clavos retorcidos. No necesitamos hablar, ya no. El tiempo
pasa y el silencio conversa con nuestra reconditez. Será una noche larga para
todos, tanto los que poseen ilusión como para aquellos que la existencia los ha
arrastrado a la huída. Sí, huyamos de este mundanal atropello. Ya hemos
llegado. Ella abre la puerta. Yo la cierro. Vamos hasta el salón y nos
sentamos. Ahora nos miramos. Una lágrima cae a ras de su temblor. Una lágrima
cae a ras de mi temblor.
Profunda y sentida prosa Excelente !!, es cierto ese consumismo tonto que nos invita a olvidar al otro, solo la lluvia pieder dar bálsamo a tu alma para avanzar y detenerte en aquel..., un abrazo Anghel, Felicidades Dunia muy bueno
Profunda y sentida prosa Excelente !!, es cierto ese consumismo tonto que nos invita a olvidar al otro, solo la lluvia pieder dar bálsamo a tu alma para avanzar y detenerte en aquel..., un abrazo Anghel, Felicidades Dunia muy bueno
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