FILÍPICA A LA FISCALÍA
ELISA BENI
Tuit de Cassandra en el que
denunciaba la petición del fiscal
La
utilización de la Fiscalía para imponer una represión ilícita contra la
libertad de expresión en nuestro país está pasando ya de castaño oscuro. El
repetido esquema de someter a ciudadanos a la presión del inicio de un proceso
penal, incluso de su paso por prisión, para que luego todo termine en nada es
una actitud inadmisible que debe cesar. Sobre todo porque es evidente, desde el
inicio, que de tales procedimientos no puede derivarse una condena y, por
tanto, sólo se inician como fórmula de represión y de castigo anticipado por un
delito inexistente. El golpe es redondo porque no pudiendo el fiscal
prevaricar, dado que no dicta resoluciones, nadie es responsable final de las
injustas privaciones de libertad y del escarnio, el temor y la pena de banquillo
y económica que se les inflige a tales ciudadanos. No crean que me olvido de
los jueces cobardes que contribuyen a ello. Pero, en esos casos, al menos uno
podría defenderse interponiendo querella.
Los
casos van en aumento. No es cuestión baladí.
La
Fiscalía de la Audiencia Nacional se ha descolgado ahora pidiendo 2 años y
medio de prisión, 3 de libertad vigilada y 8 y medio de inhabilitación absoluta
para una joven que repitió en Twitter viejos chistes sobre el magnicidio de
Carrero Blanco. Un delito de humillación a las víctimas del terrorismo le
imputan. Dejemos a un lado que la interpretación extensiva e impropia de un
delito cuya existencia es cuestionable es una forma de censura inadmisible en
democracia. Lo cierto es que, además, la Fiscalía de la Audiencia Nacional
incurre en este caso en una muestra de ignorancia supina al comparar el
asesinato de Carrero Blanco con cualquier otro atentado de la banda terrorista
ETA cometido en democracia. Yo dudo que Carrero Blanco sea una víctima del
terrorismo. Carrero Blanco era la mano derecha de un dictador, y, por tanto,
contra él existía el denominado “derecho de rebelión”, que proclama que la
resistencia a la opresión es la consecuencia de los demás derechos del hombre.
Así que sí, cuando se produjo el magnicidio, en España muchas gentes de bien se
alegraron y se hicieron chistes y coplillas porque "cuando el gobierno
viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo, el más
sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes" tal y como
se formuló en la declaración de derechos francesa y como recoge implícitamente
el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Queridos
fiscales, Sic semper tyrannis. La chica será exonerada, pero mientras pasará un
calvario de apariencia legal impuesto de forma cruel e injusta.
No
es el primer caso. Un juez de Madrid acaba de archivar el falso delito de odio
imputado a los titiriteros a petición de la Fiscalía. Esa misma Fiscalía unidad
del Ministerio Fiscal que consideró en la Audiencia Nacional que eran
terroristas y pidió su prisión provisional que fue acordada por el juez Ismael
Moreno. De manera que unos ciudadanos inocentes pasaron cinco días en prisión,
tratados como terroristas, y nadie responde por ello. Sale gratis. Sale gratis
que el mismo Ministerio Fiscal pida su ingreso en prisión por enaltecimiento
del terrorismo, a los pocos días y ante el escándalo que se forma pidan que
salgan de prisión aunque mantiene la acusación y, finalmente, ante la
exculpación por terrorismo, insisto el mismo Ministerio Fiscal, finiquite todo
en Plaza de Castilla afirmando que tampoco existe delito de odio e instando el
sobreseimiento. Eso sí, provisional, no vaya a ser que interese volver a
reactivar la cuestión. Eso sí, los viajes del Yak 42 con sobreseimiento libre,
para que queden archivados y bien archivados por siempre jamás.
Y
ahí tienen también el caso del cantante de Def con Dos, cuya absolución ha sido
recurrida por la Fiscalía ante el Tribunal Supremo aunque ya verán como el
Tribunal Supremo la confirma. O el caso de Zapata o el de Facu Díaz o el de...
Demasiados,
¿no? Demasiados errores de interpretación y posicionamiento para una Fiscalía
que además de ser el brazo ejecutor de las políticas criminales del Gobierno
–pata en la que descansa toda la dependencia jerárquica– debe ser garante y
defensora de la legalidad. Permítanme que les diga que como defensores de la
legalidad, últimamente no dan una y, que curioso, que esos traspiés siempre se
dan en casos de colisión del derecho básico a la libertad de expresión.
Una
buena filípica es un encendido discurso condenatorio. Espero no haberles
defraudado.
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