ACABAR CON 34 EMPLEOS
POR UN ORDENADOR
DAVID BOLLERO
Hace dos años
ya escribí acerca de cómo la tecnología podía llegar a ser una amenaza para los
puestos de trabajo, especialmente para ciertos trabajos manuales (cadenas de
montaje) en los que, además, se maneja ya maquinaria pesada que entraña ciertos
riesgos laborales. Entonces, estudios de Deloitte y la Universidad de Oxford
advertían que en los próximos 20 años la automatización engullirá un tercio de
los empleos. Quizás ese plazo era demasiado extenso: la revolución robótica se
ha acelerado.
La cuarta revolución
industrial entraña un cierto peaje. Hace un año, Caixabank publicó un informe
que dibujaba un panorama poco optimista de cara a los trabajador@s: Mientras en
otros países europeos, como Reino Unido, el riesgo alto de automatización se
sitúa en el 35%, en España lo hace en un 43%, tan sólo cuatro puntos
porcentuales menos que en EEUU.
La diferencia
respecto a los primeros temores de qué tipo de empleo será el más amenazado es
que si hace tiempo se pensaba que el trabajo de oficina podría esquivarla,
ahora es uno de los mayores candidatos a ser ejecutado por un ordenador.
Contables y administrativos están en la posición más alta en cuanto a riesgo de
sustitución por una máquina o, si queremos ser más sofisticados, por
Inteligencia Artificial.
Las cifras de
Caixabank vienen avaladas por otros estudios que parecen ir preparando el
terreno, como es el caso de la OCDE, que indica que los tres países europeos
que más sufrirán esta automatización serán Alemania, Austria y España; cerca de
dos millones de empleos se irán al garete a mano de la tecnología, esto es,
cerca de un 12% de los empleados en estos países.
¿Estamos
hablando por hablar? Lo cierto es que no. Este mismo mes de enero que
iniciamos, la compañía de seguros japonesa Fukoku Mutual Life Insurance ya ha
mandado a la calle a 34 empleados, encargados de las reclamaciones de pólizas
(un 30% de su departamento). La tecnología del IBM Watson Explorer, que se
encuadra dentro de lo que se ha tenido a bien llamar ‘informática cognitiva’,
será quien asuma ahora esa carga de trabajo.
La aseguradora
nipona se va a gastar unos 1,7 millones de dólares en instalar el sistema de
IBM, que requiere alrededor de 128.000 dólares al año en mantenimiento, tal y
como cuenta el medio japonés The Mainichi.
La compañía
confía en mejorar su productividad alrededor de un 30% a la hora de ejercer
como perito asegurador. Para ello, el IBM Watson es capaz de analizar la voz de
los asegurados cuando expongan sus reclamaciones, transcribiéndola y evaluando
palabras negativas y positivas.
Ya hay
experiencias similares en EEUU, en algunos departamentos de atención al
cliente. En este sentido, consultoras como Forrester prevén que para este año
las compañías tripliquen sus inversiones en Inteligencia Artificial para
conseguir, según indica, “convertir los datos de clientes en experiencias
personalizadas”.
Como concluía
hace exactamente hace dos años, no todas las tareas han de realizarse de un
modo más rápido y eficiente si para conseguirlo eliminamos el trabajo de una
persona. En muchos casos, debe primar la participación humana por encima del
ahorro de costes que, en realidad, únicamente redunda en seguir hinchando la
cuenta corriente del empresario de turno.
Que nadie les
venda otra cosa porque, en la mayoría de los casos, tras el falaz mensaje de
marketing de “mejora del servicio al cliente”, únicamente se ocultan recortes
de gastos (por despidos) y aumento del margen de beneficio para satisfacción
única de las élites.
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