PODEMOS VOTA, PP-PSOE
VETAN
POR
FERNANDO LÓPEZ AGUDÍN
Hoy, a las
23,59, se cierran las urnas en las que los 430.000 inscritos de Podemos podrán
elegir el nuevo sistema de votación de su dirección. Durante estos tres días,
precedidos por un amplio e intenso debate entre todas las corrientes de
opinión, los morados dan toda una lección democrática al resto de las
formaciones políticas e instituciones estatales. Estas 72 horas de Podemos
constituyen hoy la excepción de la regla en la actual coyuntura de la sociedad
española muy alejada, por cierto, de las primarias de la derecha gala que
acaban de elegir a Francois Fillon, o de la izquierda francesa que elegirá al
sustituto de Francois Hollande. Porque todo el abanico de siglas políticas
españolas, con la única excepción de Podemos, reedita aquel lema turístico,”España
es diferente”, impulsado por Fraga y acuñado bajo Franco.
Probablemente
por ello, Podemos se encuentra bajo la lupa de todos los medios de
comunicación. Al ser tan inusual que los militantes de un partido debatan a la
vez que voten, no se lo acaban de creer. O hay truco o hay escisión. Así buscan
la supuesta trampa a la vez que anuncian la división, mientras no cesan de
fomentar la pugna interna. Pese a los debates, protagonizados por tendencias o
líderes, se escribe, se condena y se sentencia sobre el déficit democrático de
los morados sin aportar una sola prueba de su existencia. Nunca el listón
político que mide el nivel democrático de una estructura política ha sido tan
elevado, nunca las sospechas han proliferado tanto, ni nunca los juicios de intención
han sido tan drásticos. Asombra, porque paradójicamente estas 72 horas de
Podemos vienen precedidas de una negación, o una suspensión de la democracia en
el resto de los partidos e instituciones.
Ahí está un
PSOE sometido a un estado de excepción desde el 1 de octubre, en que fuera
defenestrado Sánchez, el líder elegido por las bases, o todo un PP regido por
la dedocracia sucesiva de Fraga, Aznar y Rajoy, continuadora del gran dedo de
Franco. Mientras Ferraz prohibe votar a sus militantes y prepara una primarias
ad hoc, Génova organiza un congreso para febrero en el que cualquier parecido
con la democracia es pura coincidencia y no corresponde a la voluntad de
Dolores de Cospedal. Llama la atención como ven la paja en el ojo de Iglesias
sin ver la viga en los ojos de Rajoy y de aquellos que dirigen el socialismo,
bien recubiertos por el mascarón de proa de la gestora. Y es que de los tres
congresos hoy en marcha, Podemos, PP y PSOE, parece bastante evidente que sólo
uno reúne el mínimo requisito democrático.
Apenas llevamos
poco más de un mes de la XII Legislatura y ya, reiteradamente, la Moncloa opone
la reforma del artículo 135 de la Constitución a las iniciativas sociales que
viene aprobando el Congreso de los Diputados. Con esta guillotina política, que
tanto Rodríguez Zapatero como Rajoy apadrinaron, se recortan sistemáticamente
todos los derechos de los ciudadanos a la vez que se decapita cualquier
propuesta ciudadana. Ni que decir tiene que esta losa sobre la sociedad
española nunca fue sometida a consulta popular. Ni antes, durante o después de
una reforma, que hoy hubiese sido imposible aprobar sin un referéndum que
exigiría Podemos al contar con el doble de los diputados necesarios para poder convocarlo. Despotismo burocrático en
abierta contradicción con la más mínima política democrática.
Mientras tanto,
los leguleyos del Estado, reconvertidos en ministros del Gobierno de Rajoy,
niegan la única salida política ante el reto de la Generalitat. Cuanto más
exige la mayoría de los catalanes, tanto independentistas como soberanistas, la
convocatoria de un referéndum pactado, más se cierran en banda el PSOE, que no
el PSC, y el PP. O se atiende muy rápido la propuesta del derecho a decidir,
que personifica Ada Colau, o la total negación de este derecho democrático
llevará al Estado español, más bien pronto que tarde, a una crisis balcánica.
No estamos, como es bien sabido, sólo ante un problema catalán sino ante un muy
grave conflicto compartido por catalanes, gallegos y vascos, pese a disfrutar estos
últimos del extraordinario privilegio fiscal del Concierto Económico reconocido
en el texto constitucional.
Así los que
miden la estatura democrática de Podemos, se niegan a medir la de los
ciudadanos, la de los militantes del PP y del PSOE y la de las naciones que
configuran el Estado español, La conclusión es obvia. España no sería ahora la
misma si todos los españoles pudieran votar todo lo que durante estas 72 horas
votan los inscritos de Podemos. A la democracia actual le ocurre lo mismo que
le sucedía, según Antonio Machado, a la Patria. Quienes más la invocaban,
sostenía el poeta, solían ser los que en las horas más críticas más la
traicionaban e incluso la vendían. La baja calidad democrática de las
instituciones políticas españolas nace de ese miedo de los poderosos a que los
españoles practiquen la democracia como la ejerce Podemos en estas 72 horas.
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