SI NO ERES DE ORDEN NO
SALES EN LA FOTO
ALBERTO GARZÓN
El que fuera presidente de la agencia EFE y
fundador de La Razón, Luis María Ansón, publicó ayer que el Centro Nacional de
Inteligencia tiene informes sobre Pablo Iglesias. Lo verdaderamente
significativo es que Ansón lo utilizó como amenaza: si Pablo continúa en
posiciones rupturistas con el Régimen, cuestionando la transición y sus códigos,
el CNI le hará la vida imposible. Si, por el contrario, agacha la cabeza, Pablo
aspirará a una vida cómoda dentro del sistema político. Y donde decimos Pablo
decimos todos los que son ideológicamente como Pablo, para que nos entendamos.
Pero no nos confundamos. El régimen no es un
sujeto, sino un marco institucional, unas reglas de juego, que genera
privilegiados y perjudicados. Y esos privilegiados operan, de múltiples formas
y rara vez con principios éticos, para que nada cambie. No podemos olvidarnos
de que las cloacas del Estado, los lugares donde se gestiona la información más
sensible, también son espacios de batalla política. Y que los medios de
comunicación privados son eso, privados; y sus propietarios, a menudo grandes
empresas, están muy lejos de querer una transformación real en nuestro país.
Qué decir de los millonarios que son al mismo tiempo accionistas de grandes
empresas y de medios de comunicación, con fuertes nexos en partidos políticos.
No es una conspiración, simplemente son negocios. Cada sujeto defiende sus
intereses, y los distintos intereses particulares de los privilegiados casan en
el interés general de defender el régimen del 78. Las razones para esa defensa
rara vez son ideológicas. La comodidad de las subvenciones, de los contratos
con el Estado, de una cultura política caciquista pero estable y predecible…
hay muchas razones por las que las élites de nuestro país prefieren que el
régimen siga siendo el que es. Obsérvese, han podido saquear el país regalando
dinero a sus amigos y recortando en la vida de los trabajadores sin que,
aparentemente, nada haya pasado. En suma, es natural que vean un riesgo en las
posiciones rupturistas que mantenemos.
Esto no es nada nuevo. En la historia del
comunismo español y de IU lo conocemos muy bien. Las élites económicas han
maniobrado siempre para hacer la vida imposible a quienes sostienen posiciones
rupturistas. O, lo que es lo mismo, para alimentar las posiciones de orden
dentro de nuestra organización. A Santiago Carrillo, que aceptó el rol de
izquierda del régimen, le perdonaron todos sus pecados de juventud. Hoy hasta
el PP lo reivindica como figura. Lo mismo sucedió con Nueva Izquierda, la
corriente interna de IU que se oponía a Julio Anguita y que terminó casi
íntegra en el PSOE. Y hace menos nos sucedió cuando intervenimos en la
federación Madrid, que tenía una dirección corrupta y en la que muchos de sus
líderes se turnaban en el palco con la oligarquía madrileña. Por cierto,
algunos de esos expulsados ya piden públicamente el voto para el PSOE. En todos
esos casos no pocos medios de comunicación construyeron relatos favorables a
esa izquierda de orden. Y, naturalmente, contrarios a los representantes
rupturistas. Los exiliados por el franquismo que se oponían a Carrillo eran unos
radicales; Julio Anguita era un radical; la nueva dirección de IU es una
radical… donde radical está connotado negativamente, como contrario al orden.
Recordemos que Susana Díaz justificó la ruptura del acuerdo con IU por el «giro
radical» que habríamos dado Maillo y un servidor. El régimen puede tolerar, y
de hecho lo promueve, una izquierda que respete sus reglas; pero no tolera, no
puede, una izquierda rupturista. Y aquí rupturista significa, permitidme la
obviedad, ser consecuente con nuestras ideas; coherente con nuestros discursos
y retórica. La izquierda de orden es aquella que decora sus discursos con
grandilocuentes llamadas al socialismo para luego llevar a cabo prácticas
ridículamente posibilistas y moderadas.
No obstante, la singularidad del momento actual
se deriva de que históricamente las posiciones rupturistas en nuestro país
siempre han representado un limitado espacio electoral, casi anecdótico. Sin
embargo, ahora a los privilegiados les tiemblan las piernas cuando ven que el
espacio político de Unidos Podemos está por encima del 20% de apoyo electoral.
Por eso han actuado para evitar que tuviéramos influencia en un Gobierno,
descabezando para ello incluso a un secretario general del PSOE. Es obvio, y
hasta diría legítimo: van a hacer todo lo posible por fragmentarnos y por
hundirnos. Cuando dispongan de información que pueda ser usada de forma tóxica,
la usarán; cuando no la tengan, tratarán de hacer mella en nuestra imagen
pública.
En el fondo, y esto es también relevante,
estamos hablando de una expresión más de la lucha de clases. Puesto que la
victoria bien de la izquierda rupturista bien de la izquierda de orden tiene
implicaciones directa sobre las condiciones de vida de las clases populares y
de las clases pudientes. El escenario político se presenta prometedor para la
izquierda rupturista, pero no parece que vaya a ser una batalla fácil ni
tampoco limpia.
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