LA ESPERANZA
DUNIA SÁNCHEZ
Aparcamos bajo las
sombras de la esperanza. La paz viene con un listón que hemos de pasar a través
del trepar en nuestro yo. Silencio, todo es silencio, todo se vuelve colina que
ascendemos para contemplar la belleza de la madre tierra, de los corazones que
se revuelven en sus andanzas cotidianas, simples. Una luz de otoño se empeña en
desterrar toda duda, toda vivencia ensangrentada en los comienzos de la
jornada. Ahora el equilibrio que ahuyenta los escalones inalcanzables de
aquellos sueños que tanto deseamos. Agua que corre. Agua antojadiza resbalando
por nuestros rostros, por nuestras manos. Agua de eternos suspiros ampliándonos
en el consumo de verdes tonadas al son de una paz. La paz viene, ahí está, en
los impecables ojos de nuestra alma. Círculos de corazones unidos en la cima de
la reconditez de nuestro yo. Aquí
estamos, tendiendo sábanas blancas cuando el viento norte sopla y nos dice del
tecleo incesante del sosiego, de la abolición de las cadenas que nos ata, que
nos arroja a incesantes acantilados tenebrosos.
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