EL PSOE APOYA A UNA "ORGANIZACIÓN CRIMINAL"
JESÚS LÓPEZ-MEDEL
Son
varios y abundantes los asuntos en los que está implicado judicialmente el
partido del Gobierno. Entre ellos, está pendiente de celebrarse la vista oral
del "caso Bárcenas", en el que el magistrado instructor en la
Audiencia Nacional imputa a este partido numerosos delitos, entre ellos, el de
"organización criminal".
Mientras
llega ese asunto, al igual que el de la Púnica, se están celebrando las
sesiones de otro escándalo ético, jurídico y social donde se confirman muchas
miserias (y también se intenta tapar algunas): el caso Gürtel.
Lo
que tiene lugar en la Audiencia Nacional debe ser puesto en conexión con lo que
está sucediendo en el patio del vecino político de enfrente, que debería ser
alternativa de Gobiernoy que, sin embargo, ha decidido no serlo para
convertirse más bien en un apéndice de la gran mafia con el fin de salvar las
migajas o los restos del naufragio.
El
Partido Popular es, desde la época del implacable Paco Alvarez Cascos, una
organización que responde a un engranaje muy sólido, de gran rocosidad e
incapaz de plegarse ante grandes daños o escándalos. Y esto lo han traslado a
la sociedad.
Desde
hace muchos años hablan de la fortaleza de un partido "unido y
cohesionado" (repiten como latiguillo aunque dentro hay de todo,
especialmente obedientes), con 800.000 militantes (dicen, pero las cifras
reales permanecen ocultas); y, como digo, casi invulnerable, incapaz de ceder
ante unos hechos que evidencian un penoso lastre moral y jurídico.
Son
varios los dirigentes del PP ya condenados a nivel autonómico por prevaricación
y malversación. Y en otros casos están siendo juzgados, ahora también a nivel
nacional como en Gürtel, donde son abundantes las pruebas de una presunta comisión
de irregularidades de financiación ilegal muy generalizada. Pero quiero
acentuar que lo más execrable es, sobre todo, que utilizasen su posición en las
Administraciones Públicas para, perjudicando el dinero de todos, sacar
beneficio para el partido y, de paso, para ellos personalmente.
Hace
26 años se produjo el enjuiciamiento de los dos primeros tesoreros. El PP, con
excelentes y serviles conexiones en el ámbito judicial, consiguió hábilmente
dar la vuelta al asunto para salir indemne y acabar convirtiendo el asunto en
un problema del magistrado que osó enfrentarse al PP ("caso juez
Manglano") en lugar de un caso sobre el propio PP y su financiación.
Finalmente, el Tribunal Supremo acabó archivando el asunto por enredos
jurídicos a pesar de la evidencia y realidad de las grabaciones y pruebas.
Desde
entonces, con un poder extendido y consolidado en numerosos ayuntamientos,
diputaciones provinciales y comunidades autónomas, el PP ha ido beneficiándose
de un clima de impunidad propiciado por numerosos jueces que fueron poco valientes o permeables (para no
perjudicar sus posibilidades de ascenso en un estamento muy conservador) y una
Fiscalía poco activa. Igual que la sociedad española ha sido muy
condescendiente con la corrupción, también lo ha sido la administración de
Justicia.
Como
el "nunca pasa nada" y la avaricia no tuvieron límites, las prácticas
corruptas se generalizaron y se extendieron por muchas regiones y localidades y
acabaron explosionando. En algunos casos tuvieron suerte y se taparon muy bien.
Pero otras eran tan burdas y reiterativas en su sistemática irregularidad que
acabaron saliendo a la luz.
Ahora
se está juzgando el asunto Gürtel, pero no debe olvidarse que este caso tiene
que ver con actuaciones protagonizadas por algunos de los mismos sujetos:
Madrid y la podredumbre en tiempos de Esperanza Aguirre (la política más cínica
para muchos); Baleares, vinculada a Jaume Matas, uno de los protegidos y
ensalzados por Rajoy; o la Comunidad Valenciana, con Camps a la cabeza y muchos
otros caciques locales, como la inefable Rita Barberá, otra gran protegida del
líder faraónico entusiasta de las alcachofas.
La
sucesión de escándalos de corrupción es contemplada con cierta hipocresía por
buena parte de la sociedad española y ha sido hábilmente manejada por Mariano
Rajoy, que sabe de la amplia tolerancia de la masa social. Una pequeña parte de
su electorado dejó de votar al PP hace un año pero, como decía, sólo fue una
pequeña porción. La corrupción estaba ya amortizada. Lo que sucedió posteriormente
no les pasó factura en junio y si hubiera elecciones en diciembre (parece
descartado), los juicios actuales a estas prácticas criminales no les harían
perder ni un voto. Y si lo pierden, ahí está Ciudadanos, el partido de Rivera.
Por
eso resulta espeluznante que ante un partido político con una causa general
abierta y abundantes y entrelazados casos y procesos de corrupción, su teórico
rival (?) se preste, en aras de la "gobernabilidad del país", a
facilitar la continuidad de Rajoy. Y que no disimulen. Cualquier fórmula que
elijan, por muy teatral que sea la puesta en escena, llevará a que siga de
presidente del Gobierno quien acumula, como líder del PP, los mayores casos de
corrupción de la historia.
El
PSOE es ciertamente un partido desangrado por luchas fratricidas de poder, que
no de ideas. Lamentablemente, el desenlace final ya fue previsto. Perdone,
paciente lector, una autocita, pero la previsión de que optasen por facilitar
la continuidad del PP ya lo expuse en tres artículos continuados en el mes de
mayo: 'El PSOE, de la falta de identidad al suicidio', 'Autopsia tras la encrucijada del PSOE' y un
atrevido '¿Si quieres PP vota PSOE?'.
Si
esa previsión, hecha antes de las elecciones, de que el PSOE facilitase con su
voto la continuidad de Mariano Rajoy era intensa para algunos y descalificaba
los epítetos anteriores y posteriores que desde Ferraz se dedicó a Génova
("indecente" le llamó el último secretario general del PSOE), ahora
algo lo agrava y debería causar aún más frustración.
Es
tremendo que el apoyo a la continuidad del PP (vía abstención) se haga efectivo
en este momento, cuando se está celebrando, por fin, la vista oral de una parte
importante de las prácticas corruptas del partido en el poder. Todas ellas
entrelazadas y no como actuaciones aisladas.
Pero
al mismo tiempo, también se están juzgando algo más que las golferías de la
histórica cúpula económica del PP en Bankia, con el compañero de oposiciones de
Aznar, Miguel Blesa, y Rodrigo Rato a la cabeza, además de ex secretarios de
Estado, gente próxima a ellos y algún conmilitón sindicalista. Es un bochorno
la lectura de en qué empleaban lo que ahora llaman "retribución" y
por la que, sin embargo, no declaraban a Hacienda.
Mientras
esto sucede, el PSOE se rinde y renuncia, aún más, a sus principios históricos.
Es desgarrador que después de las incontables veces en que los socialistas han
calificado al PP como partido corrupto, sea en estos instantes, en pleno
enjuiciamiento de las vergüenzas de estas actuaciones, cuando venga el antaño
partido de la oposición (ahora perderá esa posición y quedará desubicado) a
facilitar que siga Mariano Rajoy.
Es
muy triste que al esfuerzo y convicciones de centenares de miles de personas
que sintonizan con ideas socialistas se encuentren ante esta gran decepción.
Algunos ya vimos hace tiempo esa deriva y el compadreo (si se me permite la
expresión) de los dos partidos históricos, que hacían, tras sus aparentemente
luchas de poder, sus repartos y cambalaches. Siempre por preservar "el sistema"
que ellos diseñaron y que cerraba las puertas a todo aire fresco,
transparencia, equidad y pensamiento prioritario en las necesidades de la
gente.
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