EL PAPA FRANCISCO, BOB DYLAN
Y LOS OTROS
LUIS PINO
En
los últimos días, el sumo pontífice de los católicos y jefe del Estado del
Vaticano, ha sido noticia por sus designaciones de nuevos príncipes de la
jerarquía católica, ahora, con el honor sólo concedido a obispos, como el del título de Cardenal, aunque sigue
habiendo cardenales cuyas conductas nada
tienen que envidiarle al Cardenal Richelieu y no precisamente por su bondad o
santidad.
El
caso es que el Papa Francisco está en su derecho de escoger con qué clase de
tipos se rodea, aunque es muy difícil precisar y determinar si les van a ser
fieles y leales, sin engrosar las filas de los que hoy complotan para asesinarlo, en nombre de dios y para
preservar la fe de su iglesia.
En
este sentido, criticar o celebrar a
quién le confiere el título de cardenal, es tan bizantino o estúpido, como determinar el sexo
de los ángeles, pues entre los nuevos y viejos cardenales de los últimos
cónclaves siguen estando los mismos
obispos que, como grado máximo ministerial, fueron consagrados por el Papa Juan
Pablo II y Benedicto XVI, muchos de ellos envueltos en crímenes o delitos como
la pedofilia, homosexualidad practicada bajo acoso, riqueza súbita y lavado de
dinero, conspiración para derrocar gobiernos y asesinar al jefes de Estado,
entre otras minucias del siglo XX y XXI, antecedentes que dan la certeza de que
el Opus Dei y su movimiento asesino P-2 que se encargó de mandar a una cripta
al Papa de la sonrisa, el de los treinta y tres días de pontificado, hoy lucen
remozados y fortalecidos, por lo que nadie puede caerse a mentiras y fantasías
acerca de los cambios gatopardianos de este papado, envuelto en discursos
incendiarios, que sólo son eso y,
paradójicamente, es un bálsamo
para los pendejos y gente de buena voluntad que fantasea y se autoengaña en la
conseja de la “iglesia de los pobres o del Pueblo de Dios”, esperanza fallida y
legitimadora del estatus quo de dicha iglesia y religión, como lo fueron los
goliardos y los jesuitas en el pasado o la Sagrada Orden de la Cruz de Palo.
Otra
de las noticias en torno al Papa Francisco, tiene que ver conque va a engrosar el llamado “Santoral”, canonizando
al algunos difuntos del establishment,
entre los que no cuenta el médico José Gregorio Hernández, porque el acuerdo
entre el ahora Secretario de Estado, Pietro Parolín, la Conferencia Episcopal
Venezolana (CEV) y los duros plutócratas
de la Política, que no lo son los bufones del Partido MUD, asícomo lo ha
ratificado el actual Nuncio Apostólico en Venezuela, de que a José Gregorio Hernández sólo lo canonizarán
cuando asesinen al Presidente Nicolás Maduro, como lo planea el gobierno
estadounidense, gracias a los húmedos sueños de Barack Husseín Obama. Es decir, están preparando un magnicidio, con genocidio adicional, como consecuencia del golpe de
Estado contra la revolución bolivariana, socialista y chavista que lidera
Nicolás Maduro y para ocultarlo la
llamada Santa Sede anunciará la canonización del médico criollo, para darle
opio al pueblo con la excusa de “renovación de la fe”. Eso sí, han de saber que en las calles
venezolanas resuena el grito del Pueblo que dice: “ Si se prende un peo, con
Maduro me resteo”. Esta fue, además, la última orden del Comandante Hugo
Chávez: defender al presidente y líder revolucionario.
Por
otra parte, el artista Bob Dylan es, ahora, objeto de críticas y alabanzas,
dado que ala Fundación Nobel se le ocurrió darle el Premio Nobel de Literatura
a este cantante y compositor poeta. Por una parte, el homenajeado debe sentirse
muy apenado e incómodo con nosotros los que hemos crecido y vivido escuchando
sus canciones que en nada se parecen al
espíritu de quien inventó cómo asesinar en masa, Alfred Nobel, inventor de la
pólvora, fabricante de cañones y armas, con empresas que aún fabrican para la
muerte y el sufrimiento.
El
asesino Alfred Nobel lavó sus penas con estos premios, hecho que ha barnizado
de humanismo con esta Fundación capitalista de la muerte, con la que han
premiado a genocidas como Yissad Rabín, prostituyéndose aún más, cuando lo
otorgaron al endorracista genocida Barack Husseín Obama y al haberle dado una
vez el premio en literatura a una señora chilena que escribió los poemas más
bobos y cargados de lugares comunes, en lugar de darle el de la paz, por su
amor a los pobres. Por otro lado, están
los “cagatinta con poses de intelectual, llamados escritores e intelectuales, los que en la última década del siglo XX y
lo que va del XXI, para lo único que han servido, es para parasitar, escribir para
mecenas y ayudar ala estupidez globalizada. Pues bien, Bob Dylan debería coger
las liras que le entregarán y gozárselas derrochando ese dinero de sangre de
africanos, árabes y latinos, sin rendir tributo a la Fundación Nobel, hasta que
toque las puertas del cielo. De los
otros, no perdamos el tiempo.
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