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martes, 13 de septiembre de 2016

LA POESÍA HACIA UN NUEVO ARRAIGO, DIECINUEVE ENSAYOS LITERARIOS DE MARÍA, ISABEL GUERRA

LA POESÍA HACIA UN NUEVO ARRAIGO

diecinueve ensayos literarios de maría, isabel guerra
ROBERTO CABRERA
La gente con las ideas bien claras, qué duda cabe que son admirables. Nos trasmiten ese deseo de salir del desorden de nuestros pensamientos, tan vulnerables a impresiones, experiencias, desazón y caos, cuando no falta de expectativas. Y es que nos gusta vivir con ilusiones y no arrastrándonos como almas en pena y sin proyectos.
Sin duda que nuestra autora albergó con ilusión llevar adelante este volumen para clarificar y evidenciar en diecinueve ensayos la pujanza de ayer y la validez del hoy de sus propuestas humanísticas, de sus ansias desatadas de progreso moral y de irrenunciable utopismo. Estos diecinueve textos se generaron desde 2009 hasta ahora y transcurren en paralelo a todos los acontecimientos que la historia y la actualidad nos ha venido deparando. Y son como una prueba de fuego a las propias herramientas de su análisis, una oportunidad para visualizar el cambio de las cosas o su permanencia, si lo intuido en el pasado se ha vuelto real para el futuro; si se gana o no la batalla del compromiso frente a la banalidad.
El libro se abre con un poema muy significativo de Paul Éluard:
Los poetas saben que la victoria es posible,
que la paz es la única consigna,
el único enunciado duradero,
el único porvenir posible.
Por esta realidad combatimos
Y que en cierta forma será el leitmotiv de estos diecinueve ensayos literarios, donde la autora ha incluido materiales todos ellos afines a la expresión de su posicionamiento estético, lúdico y ético. No esperemos otra cosa sino belleza, solidaridad y compromiso en estas páginas; un libro cuya valentía se ciñe a la propia trayectoria personal y vital de esta gran luchadora siempre del lado de la innovación creativa y del nuevo humanismo.
En un primer ensayo es de remarcar la vieja idea kantiana del breve pero universal opúsculo Hacia la paz perpetua, cuando dice: el deseo y el deber de esforzarnos, subrayada esta última palabra, de remar “travesías hacia la paz”, a la que no se llega volando como deja claro a continuación. Analiza aquí el trabajo de la poeta Julia Gil, otra alma gemela de Isabel Guerra, que también ha dejado su huella combativa en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida tanto de la mujer como de las clases trabajadoras de esta tierra. Emotividad y solidaridad que se constata en su apoyo decidido a los niños y niñas saharauis para que puedan seguir disfrutando de sus vacaciones en paz en Canarias. Del escritor urbano Samir Delgado viene a significar que política y estética pueden ir juntas como en la obra de este poeta cosmopolita e intercultural que habla de los lazos de parentesco que nos unen con la cultura amazigh; para terminar recordando la intemporalidad del movimiento estudiantil con su morfología propia de cada época.
Luego se adentra en la poesía de Montserrat Ríos. Rememora la estancia de ambas como profesoras en la isla de la Gomera y el interés que las unió en la divulgación y tratamiento del silbo gomero. De sus versos en Sístole y Diástole nos dice que son poemas cotidianos, solidarios, de la calle y comprometidos con la realidad social: el pulso de los sentires para terminar afirmando que si cada vez que homenajeamos a un autor lo extendemos a todos, incluso a los no publicados, estaremos conformando una literatura no convencional, viva, abierta y participativa y el poeta será un brote de aire fresco y de esperanza, en tiempos de crisis, incluso cuando se tambalean las estructuras sociales más sólidas.
Más adelante, en Aportaciones sobre poesía comprometida en Canarias, nos clarifica el significado y la génesis que tiene el término compromiso aplicado al arte poético. Es el célebre “engagement”, que tantas discusiones disparó sobre el arte y el artista en la confluencia de las vanguardias y el movimiento fetasiano, por ejemplo. En su discurso establece diez puntualizaciones como patrones plausibles para que el artista baje de la torre de marfil a la calle a integrarse en la colectividad, aduciendo sobradas razones para apostar por la subversión del lenguaje poético.
Escenarios interculturales, fusión de las artes, viajes a Berlín y proyectos colectivos comoFly poems con traducciones a varios idiomas y didácticas para acercar a los más jóvenes al mundo de la poesía, nos presentan a Isabel Guerra como una vigía alerta en el medio social y cultural, que hace filosofía de su quehacer literario a la busca de la esencialidad, de lo universal y eterno de un mundo transformado. La poesía es insumisión a retóricas pasadas de moda, dice, un idealismo subversivo, una estrategia minimalista pero donde los personajes no puedan existir sin un paisaje. Y así su análisis se continúa en expresiones como poemas-herramienta, versos bala, poemas pistola, que puedan ser impulso si hace falta hasta para que unos presos políticos sean liberados de sus cárceles.
No hace falta que nombre a la ingente cantidad de poetas que va mencionando y cuyas obras son analizadas por Guerra, pero los hay de todos los lugares del planeta y el lector se encontrará con ellos a la vuelta de sus páginas.
Hacia la mitad del volumen aparece la Poesía Urgente, donde debe haber barro, con perdón para los poetas poetísimos, nos dice, recurriendo incluso al feísmo expresivo, porque ningún hombre puede ser hoy neutral. Poesía humana, solidaria y con deseos de justicia y libertad, una sensibilidad que nunca se ha perdido, nos confirma, desde los poetas provenzales hasta la actualidad. Deseos de una poesía de agitación frente a la anestesiada sociedad. Como ella misma dice: la paz no se construye sólo con palomas.
El instinto indagador, la búsqueda del esquema, los riachuelos por donde la poesía y la ternura se materializan en este libro, afloran con el deseo de la autora de contrastar la pulsión crítica con la dulce ensoñación de un intimismo escrutador. Por eso nos conmueve su reiterada visión del drama y quietud insana que lleva apareada esa negación del emprendimiento entusiasta, tantas veces denostado por ilusos y carcas de la cultura, pero nada escapará ni quedará sin memoria en estas páginas. Ninguna fotografía se extraviará en existencias sin vitalidad y voluntad de seguir siendo, así rescata a quienes ha sido donado el premio de la expresión escrita. Decir Isabel Guerra es afirmarse en la legítima legalidad, necesaria, consuetudinaria, la limpieza de miras. Una mujer que como una pluma flotaba entre la efervescencia revolucionaria con bríos imparables allá por los setenta y que ahora desde el mismo carácter vitalista, incorpora la meditada cosmovisión.
Y laten en su ontología poética Heidegger y Spinoza, la serenidad para las cosas y la apertura al misterio que nos prometen un nuevo suelo y fundamento sobre el mantenernos y subsistir, abriéndonos la perspectiva de un nuevo arraigo. Inmanencia finita en un orden infinito: desde lo imaginario hacia lo racional y luego desde lo racional hacia la ciencia intuitiva, la mayor comprensión del modo humano y su entorno natural mediante la investigación… la quietud no es inacción sino acción adecuada emprendida por una subjetividad que busca su mayor potencia en medio de una finitud libremente aceptada.

Cabe plantearse el cómo ha tratado de enfrentarse a las obras estéticas que por diversas circunstancias se le han presentado a su valoración crítica. Es este un asunto crucial para nuestra presentación dado que el cúmulo de notas, apreciaciones, autores y nombres en los que apoya sus criterios bien podrían darle al lector de Diecinueve ensayos literarios un hilo conductor determinante.
Y así sabemos que muchos críticos y teóricos de la crítica durante el siglo pasado insistieron en la autonomía de la obra, independiente tanto de su creador como del observador. El “formalismo” de autores como Jakobson o la “nueva crítica” americana e inglesa. Todos estos enfoques los estudió Isabel Guerra durante sus años universitarios y los combinó con otros de psicología en las aulas de las facultades adonde asistió y donde peleó en una época dorada del movimiento estudiantil, que quién sabe si está ahora mismo retomando nuevos bríos. Son enfoques que abarcan la fenomenología y el existencialismo donde encontramos obras como las de Mikel Dufrenne y que ante la pregunta de qué diferencia los objetos estéticos de las demás cosas mundanas encuentra: la personalidad propia, el mundo expresado de cada obra, la combinación del ser en sí de una presentación con el ser para sí de la conciencia, cuyos abismos hablan a los nuestros en cuanto personas. Ese fenomenalismo existencial que está en Sartre o Heidegger sugiere posibilidades para una filosofía existencialista del arte en la idea central de “existencia auténtica”, posibilidad que solo ha empezado a formularse según Beardsley, pero que Isabel Guerra hace suya en cada uno de sus análisis. La psicología freudiana también estudia la naturaleza de la creación y valoración del arte apelando a conceptos como empatía, distancia psíquica y sinestesia, investigadas con métodos introspectivos a los que recurre frente a los cuadros de Dunia Sánchez.
Cómo se resuelve la complejidad que entraña visualizar el cauce de la poesía de nuestro tiempo arañando en el pasado, buceando en vidas y escrituras sin abismarse al historicismo y dar unidad a una obra y que adquiere intensidad en cada uno de los ensayos cuando la poeta hace brillar su tono en destellos catárticos, iconoclastas, inconscientes, y hacernos confrontar arte, verdad y moral con los distintos modos de conciencia. Sé que para algunos apreciar una obra no precisa salir de ella para consultar historias, hechos, lo que llenaría nuestra mente de asuntos irrelevantes que nos distraerían de las formas internas y sus relaciones; para otros el conocimiento de tales hechos enriquecen su experiencia global. Podríamos ahondar aquí en cómo la autora aborda o ensaya su crítica, desde lo expresivo o desde lo simbólico. Para algunos formalistas como Clive Bell, la literatura difiere mucho de las otras artes y su apreciación implica “valores vitales”, así que la apreciación de la literatura no sería primariamente estética. Por el contrario, para otros, la literatura, aunque de naturaleza distinta, no viola la exigencia de tal apreciación ya que el conocimiento de la naturaleza humana es algo que llevamos con nosotros a la obra de arte.
Es conveniente en este aspecto observar el modo de ensayar sus criterios en lo que concierne al análisis de varios poemarios, y contrastarlo con su modo de aprehensión de las obras pictóricas o la narrativa, lo que lleva a cabo al final de los diecinueve ensayos. Y por último, ¿es el arte la criada de la moralidad o es la moral la criada del arte?
Conductismo y estructuralismo eran las corrientes académicas con mayor vigor en esos años universitarios de los que también nos habla Isabel Guerra en sus ensayos, allí se fraguaría la formación académica de una o varias generaciones y se evidencia que estas posiciones generaron disidencia o al menos dejaron paso a la filosofía analítica y su hermenéutica. Tras ese estructuralismo llegará la deconstrucción, se trata de resquebrajar el sistema desde dentro, identificar las operaciones retóricas que dan lugar a la base argumentativa y desmantelar las operaciones tropológicas así que el valor de un texto pueda depender en mucho de la forma en que deconstruye la filosofía que lo unifica.
Cuando se aproxima al análisis de la poética insular canaria comienza haciéndose preguntas y extrayendo conclusiones como “La poesía es el poder de carecer de poder”. De otra parte declara que la producción literaria en Canarias ha estado signada por los que detentan el poder, por los que agrupan, reconocen, clasifican y simplifican, a pesar de lo cual finaliza aclarando que la poética insular comienza a ser considerada en el panorama nacional e internacional, pues se nutre del surrealismo europeísta, de la poesía visual, del vanguardismo y de la posmodernidad estilística.
Parece evidente la buena salud de la poesía insular, al menos por la cantidad de aportaciones de sus autores y un síntoma que es o debería ser evidenciado en el resto de las artes. Isabel Guerra García en la evolución de sus fundamentos no pierde de vista los grandes faros que han alumbrado el devenir de la creación literaria y artística en un archipiélago que se sacude los complejos y mira a los cuatro puntos cardinales con la grandeza de la virtud de la modestia y su insaciable voluntad de un nuevo arraigo. Quizá por ello el ensayo que ocupa la mayor extensión sea “Una aproximación a la poética insular canaria”, donde arranca desde el siglo XV con las endechas a la muerte de Guillén Peraza traducidas por Torriani en el siguiente siglo, la obra poética de Viera y Clavijo en el XVIII pasando por la Escuela Regionalista en el XIX, hasta la época dorada, para algunos, de la poesía canaria, en el pasado siglo con gestas como la Antología Cercada o Gaceta de Arte, respecto a esta última en el trabajoLa República y el arte social, Federico Castro Morales nos revela algunos datos que hasta el momento habían quedado sólo accesibles a historiadores y académicos especialistas. Merece por tanto conocer que Gaceta de Arte contribuyó a gestar la ilusión de un arte social en las islas fundamentado por Eduardo Westerdahl y Domingo López Torres, y es así que el modelo del ideal colectivo manifiesto en un “arte social” se convertiría en una constante en la acción del grupo. Ahora bien, la dicotomía arte puro/arte social sería resuelta en el ámbito insular desde una posición ecléctica, presente en el famoso “Croquis conciliador del arte puro y social”. Aquí Westerdahl niega la ruptura entre el arte puro y el social y propone, al observar la preeminencia de lo político sobre lo social para algunos críticos, la independencia del arte del hecho histórico, esto es mantenerse ajeno a la burocratización de las conquistas de la sociedad y en continuo estado de revolución.
 
En un artículo del 9 de noviembre de 1934, viene a decir que “junto a la pintura social, de carácter destructor, trabaja la otra, la de construcción, ordenación (…); es preciso contar con los abstractos a quienes, dentro de la destrucción, les debemos la gran desinfección de temas, la gran libertad de técnicas”. Y dice: “George Grosz fue, antes que pintor social, pintor de las filas dadaístas, y recordamos que él mismo se lamentaba de que el único mal que cometieron fue no tomar el dadaísmo más en serio”.
El 5 de junio de 2014 presenta Isabel Guerra una exposición de la pintora Dunia Sánchez y hace diversas valoraciones suscribiendo la hermenéutica, arte de interpretación de los textos antiguos, según alguna de sus definiciones, a la pintura. Habla del dibujo como un lenguaje, no sólo un arte, que elabora el pensamiento, el mundo onírico el inconsciente y que lo presenta a los demás. Se detiene en las figuras de mujeres sin cabeza. Se adhiere al proceso de codificación y recodificación que establece la artista en sus cuadros, la sitúa en busca de nuevas tendencias poscontemporáneas a partir del surrealismo. La voluntad creadora como supervivencia.

Finalizando el libro vuelve la vista hacia el realismo social y comienza un décalage hacia la circularidad que abarca la trayectoria literaria del escritor y editor Anghel Morales y Madrid Underground II, textos que aprovecha para disertar sobre la actualidad narrativa y la importancia que ha cobrado el género negro en los autores de las islas. Quizá nos esté invitando asimismo a que tomemos los diecinueve textos del libro que hoy presentamos como distintas estaciones de metro en nuestro itinerario de lectura. Nadie sabe si se pretende o no en este libro de ensayos decir la última palabra acerca de la poética insular o el arte en sus variadas presentaciones, pero no es menos cierto que esta última etapa de la creación literaria en Canarias está siendo muy prolífica y bien merece que alguien se ocupe de tantísimos autores y obras como se han venido editando.
El conocimiento de la intención de la autora no tiene por qué ser la clave supina para la verdadera interpretación de estos Diecinueve ensayos literarios. Probablemente ha tratado de ocupar su sitio, desempolvar su tesis La poesía comprometida en Canarias 1940-1990 y así ayudada por retales no menos interesantes de sus participaciones en antologías, ferias del libro, viajes, presentaciones, amén de la edición de sus poemarios Del amor, de la vida… o Soles cotidianos, entre otros, actualizar y mejorar sus herramientas críticas y continuar un proceso de clarificación y puesta al día, lo que incide notablemente en su evolución como crítica literaria y poeta.

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