LA POESÍA HACIA UN
NUEVO ARRAIGO
diecinueve ensayos
literarios de maría, isabel guerra
ROBERTO
CABRERA
La
gente con las ideas bien claras, qué duda cabe que son admirables. Nos
trasmiten ese deseo de salir del desorden de nuestros pensamientos, tan vulnerables
a impresiones, experiencias, desazón y caos, cuando no falta de expectativas. Y
es que nos gusta vivir con ilusiones y no arrastrándonos como almas en pena y
sin proyectos.
Sin
duda que nuestra autora albergó con ilusión llevar adelante este volumen para
clarificar y evidenciar en diecinueve ensayos la pujanza de ayer y la validez
del hoy de sus propuestas humanísticas, de sus ansias desatadas de progreso
moral y de irrenunciable utopismo. Estos diecinueve textos se generaron desde
2009 hasta ahora y transcurren en paralelo a todos los acontecimientos que la
historia y la actualidad nos ha venido deparando. Y son como una prueba de
fuego a las propias herramientas de su análisis, una oportunidad para
visualizar el cambio de las cosas o su permanencia, si lo intuido en el pasado
se ha vuelto real para el futuro; si se gana o no la batalla del compromiso
frente a la banalidad.
El
libro se abre con un poema muy significativo de Paul Éluard:
Los poetas saben
que la victoria es posible,
que la paz es la única consigna,
el único enunciado duradero,
el único porvenir posible.
Por esta realidad combatimos
que la paz es la única consigna,
el único enunciado duradero,
el único porvenir posible.
Por esta realidad combatimos
Y
que en cierta forma será el leitmotiv de estos diecinueve ensayos literarios,
donde la autora ha incluido materiales todos ellos afines a la expresión de su
posicionamiento estético, lúdico y ético. No esperemos otra cosa sino belleza,
solidaridad y compromiso en estas páginas; un libro cuya valentía se ciñe a la
propia trayectoria personal y vital de esta gran luchadora siempre del lado de
la innovación creativa y del nuevo humanismo.
En un primer ensayo es de remarcar
la vieja idea kantiana del breve pero universal opúsculo Hacia
la paz perpetua, cuando dice: el deseo y el deber de esforzarnos,
subrayada esta última palabra, de remar “travesías hacia la paz”, a la que no
se llega volando como deja claro a continuación. Analiza aquí el trabajo de la
poeta Julia Gil, otra alma gemela de Isabel Guerra, que también ha dejado su
huella combativa en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida tanto
de la mujer como de las clases trabajadoras de esta tierra. Emotividad y
solidaridad que se constata en su apoyo decidido a los
niños y niñas saharauis para que puedan seguir disfrutando de sus vacaciones en
paz en Canarias. Del escritor urbano Samir Delgado viene a
significar que política y estética pueden ir juntas como en la obra de este
poeta cosmopolita e intercultural que habla de los lazos de parentesco que nos
unen con la cultura amazigh; para terminar recordando la intemporalidad del
movimiento estudiantil con su morfología propia de cada época.
Luego se adentra en la poesía de
Montserrat Ríos. Rememora la estancia de ambas como profesoras en la isla de la
Gomera y el interés que las unió en la divulgación y tratamiento del silbo
gomero. De sus versos en Sístole
y Diástole nos dice
que son poemas cotidianos, solidarios, de la calle y comprometidos con la
realidad social: el pulso de los sentires para terminar afirmando que si cada
vez que homenajeamos a un autor lo extendemos a todos, incluso a los no
publicados, estaremos conformando una literatura no convencional, viva, abierta
y participativa y el poeta será un brote de aire fresco y de esperanza, en
tiempos de crisis, incluso cuando se tambalean las estructuras sociales más
sólidas.
Más adelante, en Aportaciones
sobre poesía comprometida en Canarias, nos clarifica el significado
y la génesis que tiene el término compromiso aplicado al arte poético. Es el
célebre “engagement”, que tantas discusiones disparó sobre el arte y el artista
en la confluencia de las vanguardias y el movimiento fetasiano, por ejemplo. En
su discurso establece diez puntualizaciones como patrones plausibles para que
el artista baje de la torre de marfil a la calle a integrarse en la
colectividad, aduciendo sobradas razones para apostar por la subversión del
lenguaje poético.
Escenarios interculturales, fusión
de las artes, viajes a Berlín y proyectos colectivos comoFly poems con traducciones a varios idiomas y
didácticas para acercar a los más jóvenes al mundo de la poesía, nos presentan
a Isabel Guerra como una vigía alerta en el medio social y cultural, que hace
filosofía de su quehacer literario a la busca de la esencialidad, de lo
universal y eterno de un mundo transformado. La poesía es insumisión a
retóricas pasadas de moda, dice, un idealismo subversivo, una estrategia
minimalista pero donde los personajes no puedan existir sin un paisaje. Y así
su análisis se continúa en expresiones como poemas-herramienta, versos bala,
poemas pistola, que puedan ser impulso si hace falta hasta para que unos presos
políticos sean liberados de sus cárceles.
No
hace falta que nombre a la ingente cantidad de poetas que va mencionando y
cuyas obras son analizadas por Guerra, pero los hay de todos los lugares del
planeta y el lector se encontrará con ellos a la vuelta de sus páginas.
Hacia
la mitad del volumen aparece la Poesía Urgente, donde debe haber barro, con
perdón para los poetas poetísimos, nos dice, recurriendo incluso al feísmo
expresivo, porque ningún hombre puede ser hoy neutral. Poesía humana, solidaria
y con deseos de justicia y libertad, una sensibilidad que nunca se ha perdido,
nos confirma, desde los poetas provenzales hasta la actualidad. Deseos de una
poesía de agitación frente a la anestesiada sociedad. Como ella misma dice: la
paz no se construye sólo con palomas.
El
instinto indagador, la búsqueda del esquema, los riachuelos por donde la poesía
y la ternura se materializan en este libro, afloran con el deseo de la autora
de contrastar la pulsión crítica con la dulce ensoñación de un intimismo
escrutador. Por eso nos conmueve su reiterada visión del drama y quietud insana
que lleva apareada esa negación del emprendimiento entusiasta, tantas veces
denostado por ilusos y carcas de la cultura, pero nada escapará ni quedará sin
memoria en estas páginas. Ninguna fotografía se extraviará en existencias sin
vitalidad y voluntad de seguir siendo, así rescata a quienes ha sido donado el
premio de la expresión escrita. Decir Isabel Guerra es afirmarse en la legítima
legalidad, necesaria, consuetudinaria, la limpieza de miras. Una mujer que como
una pluma flotaba entre la efervescencia revolucionaria con bríos imparables
allá por los setenta y que ahora desde el mismo carácter vitalista, incorpora
la meditada cosmovisión.
Y
laten en su ontología poética Heidegger y Spinoza, la serenidad para las cosas
y la apertura al misterio que nos prometen un nuevo suelo y fundamento sobre el
mantenernos y subsistir, abriéndonos la perspectiva de un nuevo arraigo.
Inmanencia finita en un orden infinito: desde lo imaginario hacia lo racional y
luego desde lo racional hacia la ciencia intuitiva, la mayor comprensión del
modo humano y su entorno natural mediante la investigación… la quietud no es
inacción sino acción adecuada emprendida por una subjetividad que busca su
mayor potencia en medio de una finitud libremente aceptada.
Cabe plantearse el cómo ha tratado
de enfrentarse a las obras estéticas que por diversas circunstancias se le han
presentado a su valoración crítica. Es este un asunto crucial para nuestra
presentación dado que el cúmulo de notas, apreciaciones, autores y nombres en
los que apoya sus criterios bien podrían darle al lector de Diecinueve
ensayos literarios un
hilo conductor determinante.
Y
así sabemos que muchos críticos y teóricos de la crítica durante el siglo
pasado insistieron en la autonomía de la obra, independiente tanto de su
creador como del observador. El “formalismo” de autores como Jakobson o la
“nueva crítica” americana e inglesa. Todos estos enfoques los estudió Isabel Guerra
durante sus años universitarios y los combinó con otros de psicología en las
aulas de las facultades adonde asistió y donde peleó en una época dorada del
movimiento estudiantil, que quién sabe si está ahora mismo retomando nuevos
bríos. Son enfoques que abarcan la fenomenología y el existencialismo donde
encontramos obras como las de Mikel Dufrenne y que ante la pregunta de qué
diferencia los objetos estéticos de las demás cosas mundanas encuentra: la
personalidad propia, el mundo expresado de cada obra, la combinación del ser en
sí de una presentación con el ser para sí de la conciencia, cuyos abismos
hablan a los nuestros en cuanto personas. Ese fenomenalismo existencial que
está en Sartre o Heidegger sugiere posibilidades para una filosofía existencialista
del arte en la idea central de “existencia auténtica”, posibilidad que solo ha
empezado a formularse según Beardsley, pero que Isabel Guerra hace suya en cada
uno de sus análisis. La psicología freudiana también estudia la naturaleza de
la creación y valoración del arte apelando a conceptos como empatía, distancia
psíquica y sinestesia, investigadas con métodos introspectivos a los que
recurre frente a los cuadros de Dunia Sánchez.
Cómo
se resuelve la complejidad que entraña visualizar el cauce de la poesía de
nuestro tiempo arañando en el pasado, buceando en vidas y escrituras sin
abismarse al historicismo y dar unidad a una obra y que adquiere intensidad en
cada uno de los ensayos cuando la poeta hace brillar su tono en destellos
catárticos, iconoclastas, inconscientes, y hacernos confrontar arte, verdad y
moral con los distintos modos de conciencia. Sé que para algunos apreciar una
obra no precisa salir de ella para consultar historias, hechos, lo que llenaría
nuestra mente de asuntos irrelevantes que nos distraerían de las formas
internas y sus relaciones; para otros el conocimiento de tales hechos
enriquecen su experiencia global. Podríamos ahondar aquí en cómo la autora
aborda o ensaya su crítica, desde lo expresivo o desde lo simbólico. Para algunos
formalistas como Clive Bell, la literatura difiere mucho de las otras artes y
su apreciación implica “valores vitales”, así que la apreciación de la
literatura no sería primariamente estética. Por el contrario, para otros, la
literatura, aunque de naturaleza distinta, no viola la exigencia de tal
apreciación ya que el conocimiento de la naturaleza humana es algo que llevamos
con nosotros a la obra de arte.
Es
conveniente en este aspecto observar el modo de ensayar sus criterios en lo que
concierne al análisis de varios poemarios, y contrastarlo con su modo de
aprehensión de las obras pictóricas o la narrativa, lo que lleva a cabo al
final de los diecinueve ensayos. Y por último, ¿es el arte la criada de la
moralidad o es la moral la criada del arte?
Conductismo
y estructuralismo eran las corrientes académicas con mayor vigor en esos años
universitarios de los que también nos habla Isabel Guerra en sus ensayos, allí
se fraguaría la formación académica de una o varias generaciones y se evidencia
que estas posiciones generaron disidencia o al menos dejaron paso a la
filosofía analítica y su hermenéutica. Tras ese estructuralismo llegará la
deconstrucción, se trata de resquebrajar el sistema desde dentro, identificar
las operaciones retóricas que dan lugar a la base argumentativa y desmantelar
las operaciones tropológicas así que el valor de un texto pueda depender en
mucho de la forma en que deconstruye la filosofía que lo unifica.
Cuando
se aproxima al análisis de la poética insular canaria comienza haciéndose
preguntas y extrayendo conclusiones como “La poesía es el poder de carecer de
poder”. De otra parte declara que la producción literaria en Canarias ha estado
signada por los que detentan el poder, por los que agrupan, reconocen,
clasifican y simplifican, a pesar de lo cual finaliza aclarando que la poética
insular comienza a ser considerada en el panorama nacional e internacional,
pues se nutre del surrealismo europeísta, de la poesía visual, del vanguardismo
y de la posmodernidad estilística.
Parece evidente la buena salud de la
poesía insular, al menos por la cantidad de aportaciones de sus autores y un
síntoma que es o debería ser evidenciado en el resto de las artes. Isabel
Guerra García en la evolución de sus fundamentos no pierde de vista los grandes
faros que han alumbrado el devenir de la creación literaria y artística en un
archipiélago que se sacude los complejos y mira a los cuatro puntos cardinales
con la grandeza de la virtud de la modestia y su insaciable voluntad de un
nuevo arraigo. Quizá por ello el ensayo que ocupa la mayor extensión sea “Una
aproximación a la poética insular canaria”, donde arranca desde el siglo XV con
las endechas a la muerte de Guillén Peraza traducidas por Torriani en el
siguiente siglo, la obra poética de Viera y Clavijo en el XVIII pasando por la
Escuela Regionalista en el XIX, hasta la época dorada, para algunos, de la
poesía canaria, en el pasado siglo con gestas como la Antología
Cercada o Gaceta
de Arte, respecto a esta última en el trabajoLa República y el arte social,
Federico Castro Morales nos revela algunos datos que hasta el momento habían
quedado sólo accesibles a historiadores y académicos especialistas. Merece por
tanto conocer que Gaceta de Arte contribuyó a gestar la ilusión de un
arte social en las islas fundamentado por Eduardo Westerdahl y Domingo López
Torres, y es así que el modelo del ideal colectivo manifiesto en un “arte
social” se convertiría en una constante en la acción del grupo. Ahora bien, la
dicotomía arte puro/arte social sería resuelta en el ámbito insular desde una
posición ecléctica, presente en el famoso “Croquis conciliador del arte puro y
social”. Aquí Westerdahl niega la ruptura entre el arte puro y el social y
propone, al observar la preeminencia de lo político sobre lo social para
algunos críticos, la independencia del arte del hecho histórico, esto es
mantenerse ajeno a la burocratización de las conquistas de la sociedad y en
continuo estado de revolución.
En
un artículo del 9 de noviembre de 1934, viene a decir que “junto a la pintura
social, de carácter destructor, trabaja la otra, la de construcción, ordenación
(…); es preciso contar con los abstractos a quienes, dentro de la destrucción,
les debemos la gran desinfección de temas, la gran libertad de técnicas”. Y
dice: “George Grosz fue, antes que pintor social, pintor de las filas
dadaístas, y recordamos que él mismo se lamentaba de que el único mal que
cometieron fue no tomar el dadaísmo más en serio”.
El
5 de junio de 2014 presenta Isabel Guerra una exposición de la pintora Dunia
Sánchez y hace diversas valoraciones suscribiendo la hermenéutica, arte de
interpretación de los textos antiguos, según alguna de sus definiciones, a la
pintura. Habla del dibujo como un lenguaje, no sólo un arte, que elabora el
pensamiento, el mundo onírico el inconsciente y que lo presenta a los demás. Se
detiene en las figuras de mujeres sin cabeza. Se adhiere al proceso de
codificación y recodificación que establece la artista en sus cuadros, la sitúa
en busca de nuevas tendencias poscontemporáneas a partir del surrealismo. La
voluntad creadora como supervivencia.
Finalizando el libro vuelve la vista
hacia el realismo social y comienza un décalage hacia la circularidad que abarca la
trayectoria literaria del escritor y editor Anghel Morales y Madrid Underground
II, textos que aprovecha para disertar sobre la actualidad narrativa y la
importancia que ha cobrado el género negro en los autores de las islas. Quizá
nos esté invitando asimismo a que tomemos los diecinueve textos del libro que
hoy presentamos como distintas estaciones de metro en nuestro itinerario de
lectura. Nadie sabe si se pretende o no en este libro de ensayos decir la
última palabra acerca de la poética insular o el arte en sus variadas
presentaciones, pero no es menos cierto que esta última etapa de la creación
literaria en Canarias está siendo muy prolífica y bien merece que alguien se
ocupe de tantísimos autores y obras como se han venido editando.
El conocimiento de la intención de
la autora no tiene por qué ser la clave supina para la verdadera interpretación
de estos Diecinueve ensayos literarios.
Probablemente ha tratado de ocupar su sitio, desempolvar su tesis La
poesía comprometida en Canarias 1940-1990 y así ayudada por retales no menos
interesantes de sus participaciones en antologías, ferias del libro, viajes,
presentaciones, amén de la edición de sus poemarios Del
amor, de la vida… o Soles cotidianos, entre otros,
actualizar y mejorar sus herramientas críticas y continuar un proceso de
clarificación y puesta al día, lo que incide notablemente en su evolución como
crítica literaria y poeta.
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