ELLA CREÍA...
DUNIA
SÁNCHEZ
Ella creía en ese
romance, un romance que ante un espejo escondía el amor puro de lo
eviterno. Espero a que el llegará, ya le
daba igual. Quería compartir un pedazo de su firmamento cuando contaba las
estrellas con él. Si, para toda la vida. Ahora amanecía, sus sábanas envueltas
en sudor de un verano mañanero la empujaban a eclosionar sus ojos y verlo. Sí,
lo veía en cada suspiro que impulsaba su pecho desnudo. Pero se hacía tarde, tenía que continuar su
vida.
- ¿Dónde estás? Preguntaba ella.
- Bajo las ciénagas de una esperanza
muerta, torturada.
- No. No te entiendo. Te espero.
- No. No aguantes más. La eternidad está
enhebrada de aguijones que con su suculento néctar te convence, te marchita en
ese guardar de una pasión imperecedera.
- No. No me digas eso. Estoy aquí, he
despertado, frente a mí ese espejo donde su imagen revuelve mi vientre. Me dice que esperé.
- Vives un sueño. Un soñar con tus ojos
abiertos a la ignorancia. Ves peces en el aire, perros exuberantes en las
entrañas de los océanos. No. No es así. Nada es verdadero, durable. El se irá
con el tiempo. Tic-tac. Tic-tac. Su huída te entregará la desgracia en falsas
creencias ¡ Sal ya¡ Enamórate.
- No ¡ No quiero escuchar¡
No, no quiere
escuchar. Se mira al espejo, no sabe el por qué de esas tajantes palabras. Una
gota de tristeza se desliza en su pálido rostro, en las arrugas que la van
carcomiendo ante la espera. Soterrada ambula desnuda por la casa. Todo tiene polvo.
Será la dejadez, el agotamiento de largos años ansiando su venida. Abre un
cajón, coge un paño y comienza a limpiar. Limpiar bajo ese techo lleno de malos
augurios en su destino. Sola, desértica, conforme. Limpia y limpia ahora bajo
la lumbre del sol que ventila cada una de las habitaciones. Se sienta frente al
espejo, cansada. No habla, no lo mira. Se sumerge en la duda de su rutina.
Escucha un mirlo. Termina en la atmosferas de una esperanza ida, de un sueño
incompleto que la rompe. No entiende. Se levanta, sale a pasear por esas aceras
grises. No hay nadie. Ecos de libertad suenan en su corazón. Ya no quiere
aguardar solo, caminar y caminar hasta donde el oleaje rompe, fragmenta los
cuerpos en el infinito de sus emociones.
Publicado por
DUNIA en 8:41 a. m.
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