REFUGIADOS GO
ANTÓN LOSADA
Está
saliendo un verano raro. España se ha repoblado con camareros y turistas, el
mundo se ha llenado de Pokémons y el Mediterráneo se ha vaciado de refugiados.
Al parecer Erdogan resulta tan efectivo arreglando el problema de la oposición
como arreglando el problema de los refugiados.
En
invierno nos habían avisado que vendrían a millones aprovechando el buen tiempo
y las mareas más favorables. Por si no nos asustaban bastante las cifras
apocalípticas y las imágenes en televisión, que tanto nos recordaban las
películas sobre grandes guerras y tremendas catástrofes, se nos había
pronosticado un caos de imprevisibles consecuencias pero ninguna buena. Europa
estaba rodeada por una marabunta humana que sólo esperaba una señal de la
climatología para desplazarse.
Hoy
sabemos algo de los refugiados porque tienen una heroica representación en los
Juegos Olímpicos y a nosotros siempre nos han gustado mucho esas historias tan
bonitas de superación y sacrificio personal. Para ser noticia, entre un colgado
que se ha gastado miles de euros persiguiendo Pikachus y los millones que va a
ganar Nintendo, Apple o Google, sus hijos tienen que dibujar Pokémons en
cartulinas y pedir que alguien los rescate. Se han esfumado, como en un mal
sueño.
Todo
lo demás es terrorismo y si no lo es, lo parece. La insistencia de los
gobiernos europeos en seguir conectando por cualquier medio necesario
terrorismo, inmigración y refugiados resulta tan vergonzosa como peligrosa. Un
vistazo a las encuestas en toda Europa y se comprueba con facilidad que
habitamos un continente donde mucha gente cree vivir rodeada de refugiados y
extranjeros que, o viene a quitarle el trabajo, o vienen a matarla. A caballo
de ese miedo, la derecha extrema y el neofascismo cabalgan a galope tendido
hacia las instituciones sin que los mismos que lo liberaron sepan cómo
pararlos.
En
Siria, la guerra sigue hasta que acaben de matarse entre ellos. En Turquía el
régimen de Erdogan hacina en campos de prisioneros a refugiados y opositores
sin que nadie diga una palabra. Financiamos y apoyamos a otra nueva generación
de dictadores corruptos y criminales porque todo vale en la supuesta "guerra
contra el terrorismo". En el mar los muertos se cuentan por miles porque
siguen huyendo a millones de la guerra y la muerte, como haríamos usted y yo,
mientras un país rico como España, con su gobierno a la cabeza, sólo ha sido
capaz de acoger a un centenar de refugiados. Esa es la realidad. No va a
desaparecer por mucho que la quitemos de los telediarios o de las portadas.
Luego no diga que no lo sabía.
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