DAVID BOLLERO
Willy Toledo volvía
a liarla hace unos días…El detonante fue un
comentario en Facebook sobre el atleta cubano, Orlando Ortega, nacionalizado español hace menos de un año. La
pregunta es: ¿era para tanto lo que dijo? ¿Acaso en su crítica no hacía más
bien una defensa del propio Orlando Ortega? ¿No había detrás una crítica feroz
al deporte base español?
De manera interesada, pocos fueron los que quisieron
ver eso, comenzando por los medios de comunicación. En su crítica, Willy calificaba
de ‘gusano’ al vallista, que es como se denomina a los cubanos
contrarios al Castrismo que emigran de la isla opositando, sobre todo, desde
Miami.
El término, aún siendo despectivo, está tan
normalizado en Cuba que nada tiene que ver con el insulto que utilizamos en
España para describir a alguien vil y despreciable. Sin embargo, no sólo la
mayoría de los medios de comunicación titularon centrándose en ese término sino
que, además, ni siquiera explicaron en el texto el uso con que se
empleaba. Había, pues, una clara intencionalidad en generar la polémica
y ganar retuits. Y funcionó.
El resultado es que, a pesar de que Willy tenía toda
la razón del mundo, Facebook no ha tenido ni el coraje ni la honestidad
que debiera para ser impermeable a la clara manipulación que ha tenido lugar.
¿Podía haber empleado otras formas el actor español para transmitir su crítica?
Seguro que sí, pero Willy siempre utiliza ese lenguaje provocador para
amplificar el mensaje -aunque, incluso cuando no lo emplea, ciertos medios se
encargan de convertir en noticia hasta un simple estornudo suyo-. Y ahora en
verano, que se anda escasito de noticias, ‘hacerse un Willy Toledo’
genera muchos retuits.
Lo triste es que los medios siguen explotanto aquello
de que el tonto mira al dedo que señala la luna. Pocos medios pusieron el
énfasis en que la medalla de Orlando Ortega no es un éxito del atletismo
español. ¿Cómo lo va a ser, si hace apenas un año Ortega competía por
Cuba, como ha hecho toda su vida? El vallista es producto de la escuela
cubana de atletismo que ha traído al deporte mitos como Iván Pedroso o Javier
Sotomayor.
Que el medallero español se haya visto beneficiado con
el metal del cubano es casi fruto de una acción comercial, una suerte de
importación, como ha sucedido en el caso de otros cinco cubanos que han ganado
medallas para sus ‘nuevas patrias’. Una medalla para España que no llegó, por
ejemplo, con el que ha sido bronce en los 400 metros vallas, Yasmany
Copello, que emigró de Cuba a España en 2012 y finalmente se nacionalizó por
Turquía, para quien ha logrado el metal en Río 2016.
¿Cuántos migrantes, a los que se ha denegado o llevan
años en espera, habrán visto pasmados cómo Ortega conseguía la nacionalidad
española justo antes de Río 2016? Comenzando
por migrantes famosos, como el violinista libanés Ari Malikian, al
que hace tres años y después de vivir 15 en España le fue denegada la
nacionalidad. ¿Qué ha pasado con Ortega?
Sencillo, que la pésima promoción del deporte base en
España, que el escaso apoyo a nuestros deportistas se suple importando
medallas. Ocupamos el puesto 14 en el medallero de Río 2016 -¡con grán
éxito de las mujeres!- después de invertir 177 millones de euros entre los
Londres 2012 y 2016, según cifras del Consejo Superior de Deportes, muy por
debajo de las grandes potencias del deporte.
El medallero debería ser un reflejo de la apuesta por
el deporte base de cada uno de los países, no de su capacidad de importar
talento. Y la realidad es que en el caso español, ni siquiera buena parte de
los deportistas nacionales son resultado de ese deporte base, sino más bien
de buscarse la vida como buenamente pueden, combinando sus entrenos de
alta competición con trabajos que nada tienen que ver con su disciplina
deportiva.
Pero, oye, una medalla es una medalla, ¿no? Y hay que
sentirse orgulloso y si se te ocurre criticar, prepárate para encajar las
críticas feroces. ¿No lo hicimos ya con el nadador López-Zubero en los
90? Un deportista nacido y formado en EEUU -con serios problemas para
hablar español- que compitió por España pero que no representaba ni por asomo
al deporte español. De hecho, ya retirado, sigue viviendo en EEUU, donde
entrena a otros nadadores.
En este mismo sentido, ¿por qué nos alegramos
tanto de cada medalla que gana el patinador Javier Fernández si tuvo que irse a
Canadá para poder formarse en su disciplina como es debido? ¿No se dan
cuenta de que cada medalla que consigue representa más un éxito de Canadá en
ese deporte y un nuevo fracaso del deporte base español?
Abran los ojos y no permitan que las formas de uno o
las malas intenciones de los medios de comunicación manipulen sus mentes
impidiéndoles ver la realidad.
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