ANDAR Y ANDAR...
DUNIA SÁNCHEZ
Andar y andar, eso
se decía ella. Andar por barrancos donde el sol no despertara el sudor, el
agotamiento ¿A dónde iba? Ello era más confuso. Caminaba sin rumbo, perdida
entre pinares allá en una cumbre donde los pinzones azules tornaban en blancas
tonadas. Buscar, se decía. En su mano unas piedras, piedras de la felicidad se
decía ella. Piedras a medida que sus pasos lentos se volvían contra la brisa.
Sentirla. Sí, sentirla a ras de su rostro como nítida fragancia que la lleva al
ensueño. Y soñaba…soñaba con sus ojos esmeraldas plantados en la faz de su
delgado cuerpo. Sentía por momentos ganas de correr y correr y dejarse
influenciar por la espesura de una hierba seca
, hierba que se lía y retuerce en sus piernas, en su ser de la
naturaleza bella. Qué grandioso es te lugar donde los arroyuelos despunta mi
amanecer entre imágenes edificadas por mis sensaciones, se decía. Me quedaré
aquí. Sí, en este boscaje luminoso donde el engendrar de nuevas auroras me
llevará a la calma. Fuera tormentas, huracanadas palabras que muelen nuestro
ser. Aquí en el monte sobre azules océanos falleceré, me recogerán las raíces
fértiles del amor y seré ave que vuela por estos pinares, se decía y no dejaba
de decirse. Andar y andar con la corriente de vespertinos astros alimentando mi
verticalidad. Soñar despierta en la mirada estática y veraz de estas tierras,
así quiero morir. Sí, morir y galopar en la esperanza, en la ilusión de una
vida reiniciando día tras día en el eviterno arco iris.
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