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martes, 17 de mayo de 2016

POR EL HUMO SE SABE DÓNDE ESTÁ EL PP

POR EL HUMO SE SABE DÓNDE ESTÁ EL PP

DAVID TORRES
Apenas empezaba a hincharse la gigantesca humareda sobre el cielo de Seseña, se vislumbró una enorme nube negra en forma de P, e inmediatamente otra nube también en forma de P. “Es de Podemos” señaló un concejal, “es el fuego, que está tartamudeando. Ya se sabe, le gusta crepitar y tal”. Sin embargo, aunque el incendio tosió un poco, no se veía que fuese a expectorar nada más. Al poco rato la humareda, estabilizada cual titular apache, en negrita y con mayúsculas, publicaba la noticia a los cuatro vientos: por el humo se sabe dónde está el PP.

El PP suele despedirse a lo grande, con una escabechina medioambiental de las que hacen época, ya sea una fogata apocalíptica o un petrolero desangrándose, una ampliación de la consigna de “tierra quemada” a los cuatro elementos. Al igual que en los tiempos del Prestige (cuando las autoridades pertinentes decidieron alejar aquel barco chorreando petróleo de la costa para que la mierda se extendiera a placer), una catástrofe ecológica marca un fin de ciclo, quién sabe si una despedida para agradecerle a Mariano los servicios prestados o bien un Götterdämerung en toda regla.

Poco a poco se fueron conociendo los detalles de una gestión que, como siempre que andan por medio los populares, oscila entre una de Viernes 13 (fecha de inicio del seseñicidio) y una de Paco Martínez Soria. La concejal de urbanismo de Seseña, Rosa Laray, ha explicado cómo el ayuntamiento recibió más de cien ofertas para deshacerse del mayor cementerio de neumáticos de Europa. De inmediato -con ese instinto infalible que les lleva a reclutar lo más granado entre tesoreros mafiosos, ministros delincuentes y banqueros en libertad condicional- eligieron la peor: una compañía senegalesa, Gie Reboot Corporation, sin empleados, sin sede ni actividad previa en España y, lo mejor de todo, sin la menor experiencia en gestión de residuos. Ocurría, sin embargo, que el cabeza visible de la empresa en cuestión, Pape Séga Diagne, iba ataviado con unas cadenas de oro enormes y con un reloj del tamaño de una patata, argumentos incuestionables para los responsables municipales. ¿Quién podía resistirse? ¿Qué podía salir mal?

Cuando en octubre del pasado año, el señor Diagne fue a parar a una prisión en Senegal, la cosa empezó a oler mal. Tanto que María Dolores de Cospedal ha declarado que el contrato no se formalizó porque la empresa no presentó ninguna garantía, aunque la concejal ha afirmado que recibieron los 60.000 euros que el ayuntamiento pedía como aval para firmar el contrato (probablemente fue un contrato al estilo Bárcenas, en diferido y en forma de simulación). En fin, el caso es que en seguida se hizo cargo del marrón una empresa de Valencia (también es casualidad), Gestión de Desechos y Ruedas Iberia, anteriormente denominada Consorcio Hostelero Industrial El Palmar. Tras demostrar la relación directa entre el reciclaje de neumáticos y la paella valenciana, en febrero de 2016 ambas partes decidieron rescindir el contrato de mutuo acuerdo, aunque se ignora todavía en qué modalidad.

Tras los títulos de crédito de la película, en cinemascope y con señales de humo, Cospedal ha referido la vergüenza de la anterior administración, que le endosó un cementerio de neumáticos sin manual de instrucciones lo mismo que José Luis le dejó en herencia a Mariano un país a traición. Las responsabilidades se remontan a Barreda, a Azaña, a Fernando VII, a Abderramán III y al inventor de la rueda, que la inventó sólo por joder.

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