LOS GOBIERNOS DEL PP SIEMPRE ESTÁN EN LOS PAPELES
JUAN CARLOS ESCUDIER
De los
creadores de ‘No sé qué hacía ese Jaguar en el garaje’ o ‘Ignoro por qué está
mi firma en una empresa mía en Bahamas que me es completamente ajena’, ha
llegado a las pantallas otra trama surrealista ambientada en Panamá y Suiza
titulada ‘No me pregunten por los negocios de mi señora porque tengo separación
de bienes’. En esta ocasión el protagonista es Miguel Arias Cañete, al que ya
se pudo ver en grandes superproducciones tales como ‘Soy más listo que ella’,
‘Los negros sirven mal el cortado,’ ‘La Sanidad es un chollo para los sudacas’
y ‘El petrolero ecológico’.
Ser ministro en
los Gobiernos del PP se ha convertido en una magnífica plataforma para hacer
carrera en el séptimo arte, ya sea por una predisposición natural de los
elegidos o por ese espíritu de sacrificio tan del PP que les hace no renunciar
jamás a los papeles importantes que se les pone delante, ya sean los de
Bárcenas o los de Panamá. Y con independencia del ordinal, lo de Cañete es arte
en estado puro.
Sólo un actor
consumado podría atesorar tal capacidad para la interpretación y el
fingimiento, hasta el punto convertir toda su carrera política en un
trampantojo de sus actividades privadas. Ganadero, empresario y petrolero,
entre otras actividades, Cañete se las ha arreglado siempre para sortear los
conflictos de intereses a los que se ha enfrentado en sus diferentes cargos
públicos. Ha sido tal su habilidad que ni siquiera ha precisado de puertas
giratorias, una pérdida de tiempo para este consumado maestro de la
desfachatez.
Es preciso un
cuajo sobrehumano o, lo que es lo mismo, tener más cara que espalda, para
defensas tan encendidas de intereses particulares como las protagonizadas por
el hoy comisario. Una de ellas, en su primera etapa como eurodiputado y
portavoz de Agricultura del grupo Popular Europeo, fue gloriosa. Se debatía en
el Europarlamento las subvenciones a la cría de toros de lidia y Cañete,
vinculado por matrimonio a la entonces copropietaria de la ganadería de
Jandilla y a una familia tan brava como los Domecq, intervino para desgranar
las ventajas ecológicas de estas explotaciones, la calidad de la carne de estas
reses y para tachar de discriminatorio e injusto que se dejara de subvencionar
al sector y a su señora esposa.
¿Puede un
ministro de Medio Ambiente ser accionista de empresas petrolíferas? Cañete, si.
Hubo que esperar a su evaluación como comisario europeo de Energía y Cambio
Climático para que anunciara la venta de sus participaciones y proclamara ante
la Cámara europea que ni él, ni su mujer ni su hijo poseían títulos de
petroleras. Y era cierto. Desde entonces, es su cuñado quien ejerce la
presidencia de Petrolífera Ducar SL y Petrologis Canarias SL. ¿Que qué dijo
Cañete? Pues que un cuñado no es familia directa.
Ni siquiera
causó sorpresa que Micaela Domecq apareciera en los papeles de Panamá porque la
relación del matrimonio y de la familia con los paraísos fiscales era conocida
desde antiguo. Cañete no es de los que se sonrojan porque la firma panameña de
la familia hubiese tenido cuentas en Suiza donde su esposa tenía firma
autorizada o porque el imperio familiar –petroleras, inmobiliarias o empresas
de alimentación-, administrado en gran medida por el propio Cañete, fuera controlado
desde una sociedad pantalla holandesa.
Según se ha
sabido ahora, la buena de Micaela, “la noble calma” de Arias Cañete según el
‘Marhuenda Tribune’, fue una de las beneficiadas de la amnistía fiscal del
Gobierno del PP del que formaba parte su marido como ministro de Agricultura,
la misma que utilizaron Rato o Bárcenas. Preguntado el artista, ha reconocido
estar casado con la susodicha en régimen de separación de bienes “según el
cual, pertenecen a cada cónyuge los bienes que tuviese en el momento inicial
del matrimonio y los que después adquiera por cualquier título, así como la
administración, goce y libre disposición de tales bienes, conforme al Código
Civil español”.
A cualquiera
que hubiese sido concejal, parlamentario andaluz, europarlamentario, diputado,
ministro y comisario europeo habría sido fácil pillarle en un renuncio,
encontrar alguna declaración vehemente contra el dinero negro y los
defraudadores, aunque sólo fuera por el qué dirán. Pero de Cañete apenas si se
le conocen un par de referencias, pese a haber sido durante años el portavoz de
Economía del PP. En una de ellas, una entrevista en El Hormiguero, se declaraba
encantado de pagar impuestos porque eso significaba que había ganado dinero; en
otra, un encuentro digital en el diario El Mundo, allá por el año 2008,
afirmaba que el hecho de que “algunos desalmados” no contribuyeran al
sostenimiento de las cargas públicas no podía ser justificación para no bajar
los impuestos a los “ciudadanos cumplidores”. ¿Tiene o no tiene arte el sujeto?
Si esperan de
Cañete un acto de contrición o la expiación de los pecados dimisión mediante
pueden ir buscando un sofá mullido. El rey de las duchas frías, el devorador de
yogures caducados, el coleccionista de coches clásicos, el implacable censor de
camareros extranjeros que no distinguen la manteca colorá del chorizo de
cantimpalo no es de los que tiran la toalla por una fruslería. Para algo ha de
servir la separación de bienes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario