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lunes, 9 de mayo de 2016

ATADA...

ATADA...

DUNIA SÁNCHEZ

Atada bajo la enigmática sonrisa de un muro. Su cuerpo se reduce al vaivén de una brisa que la seduce con su aroma. Ella, recogida, medita sobre los montes tras aquel muro. Saltar o no saltar. Quedarse ahí con la respiración entrecortada de la oscuridad. Dar un brinco y como yegua salvaje alejarse de los sombríos pasillos de su mirada. Le cuesta, la torpeza le impide cualquier movimiento que sea aliento de libres manos, libres besos. Se levanta, observa el muro. Qué fácil sería, se dice, ir a la conquista de nuevos sabores que ronronean en su corazón. Sí, su corazón, ala desplumada al son de los años envejecidos frente aquel muro. Tiene que intentarlo, arriesgarse a asomar un pellizco de su esencia ante aquel monumental boscaje que hay tras él. Salta y salta…ya está en el otro lado, un campo de arbustos la invitan a continuar.  Camina y camina con prisa, con el frescor de que algo nuevo vendrá. Un cierto temor la hace sudar, sudores de arco iris que ella palpa, que ella acaricia. Se introduce en el boscaje, un bosque sereno con la claridad de los rayos solares acogidos por el murmullo de las aves. Sus pisadas son suaves, llenas de gozo. Antes todo gris, ahora, todo es belleza. Recuerda imagen del ayer no muy lejano. Se lleva sus manos a los ojos y se siente culpable. Sí, culpable de dejarla evaporar en los cimientos del miedo. Rodeada de una hermosura perfecta se sienta bajo un enorme árbol. Se duerme y en sus sueños un adiós con pinceladas de acuarelas anuncia la venida de ojos que la miman, que la alegran. No quiere despertar, solo, aislarse en esas sensaciones de la perfección. Una hoja cae sobre su rostro y sus ojos eclosionan como hijos de aquella atmósfera. Retorna al muro, al gris de las calles donde las miradas se eclipsan con cualquier paso. No sabe lo que busca pero lo halla. No lo entiende, alas de mariposa que posan sobre los pensamientos edificantes de su naturaleza. Ya todo nube de la noche, una noche que viene con el halito de un deseo. El muro ya no lo ve, el monte a ennegrecido y ella ….¡ay ella¡…con peso maravilloso de su destino.

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