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miércoles, 16 de marzo de 2016

MARIANO DOS PISTOLAS

MARIANO DOS PISTOLAS

DAVID TORRES
En uno de los muchos diálogos inolvidables de Sin perdón, el sheriff Little Bill -encarnado por un Gene Hackam glorioso- le explicaba a su futuro biógrafo que un hombre tranquilo es el más peligroso en un tiroteo. Junto a los barrotes de la cárcel, frente a los despojos de Bob el Inglés, un viejo pistolero británico escabechado a palos, Little Bill destroza en un instante toda la épica de los duelos en las películas del Oeste. “Esto es lo más rápido que puedo desenfundar si quiero acertarle a algo del tamaño de un granero” dice mientras saca pausadamente el revólver. Y para demostrarlo, cuenta la historia de Corky Corcoran, Corky “Dos Pistolas” (al que llamaban así por el calibre de su polla, no porque llevara dos pistolas), que se enfrentó a Bob el Inglés por un asunto de faldas y desenfundó tan deprisa que se agujereó un pie. Medio borracho, Bob disparó sin apuntar y rompió el espejo del bar justo antes de que la defectuosa y única pistola explotara y le volara la mano a Corky. “Entonces Bob se acercó despacio y le disparó al hígado. No iba a esperar que a Corky le creciera otra mano”.

La lección está clara y Little Bill la expone sin dramatismo: “Si un hombre mantiene la cabeza fría en un tiroteo, probablemente te matará”. Ese hombre, en medio del saloon del Congreso de los Diputados, es Mariano, que tiene un remoto parecido con Bob el Inglés, al menos en lo que respecta al vestuario, la barba y la flema. Patxi López se ha puesto la estrella de sheriff para recordarle que el gobierno debe someterse puntualmente a las sesiones de control del Congreso. Sin embargo, el gobierno está en funciones, una especie de piloto automático que sólo interrumpen, de vez en cuando, los rezos, bisbiseos y exabruptos de Fernández Díaz.

Hay unas cuantas diferencias entre Bob el Inglés y nuestro actual presidente automático. La principal es que Bob el Inglés tenía que ponerse a buscar recompensas porque se le acababan los chinos del ferrocarril, mientras que a Mariano los chinos se le multiplican. La última china en el zapato presidencial, Rita Barberá, ofreció la mañana de ayer una de esas ruedas de molino que hacen las delicias de la prensa, la oposición, el observatorio de Monte Palomar y las chirigotas de Cádiz. En la transcripción del diálogo entre una ex concejal del Ayuntamiento y su hijo salen relacionadas las palabras “Rita”, “trampa”, “dinero negro”, “corrupción política total” y “blanqueo de dinero” en poco más de un párrafo. Vamos, el rosco del pasapalabra económico del PP con sólo cinco letras. Esa vez la mierda huele tan mal que hasta el cuñado portavoz, Pablo Casado, y el casado por peras y manzanas, Javier Maroto, no han querido comerse la rueda de molino.


La reacción de Bob, perdón, de Mariano, sin embargo, ha sido muy distinta. “Me quedo tranquilo” ha dicho. Y dice bien, porque tranquilo no ha dejado de quedarse en las últimas tres décadas, así se hundiera un petrolero, le diera ánimos a Bárcenas o el Madrid se hundiera a segunda. Mientras los chinos corren en todas direcciones, Casado se rasga las vestiduras y Maroto, en pleno ataque estalinista, pide una “purga” para limpiar de bazofia el partido, Mariano se queda tranquilo. Sabe que en el Oeste, entre la verdad y la leyenda, se imprime la leyenda, y que su biógrafo está al tanto para, cuando llegue el momento, contar que Corky “Dos Pistolas”, en efecto, llevaba dos pistolas.


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