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domingo, 7 de febrero de 2016

¿GORA ETA?

¿GORA ETA?
ANÍBAL MALVAR

Ando estos días un poco preocupado con el tema del enaltecieminto del terrorismo. Lo digo porque han encarcelado a dos titiriteros que, en un una fiesta carnavalesca infantil, Madrid capital, sacaron un cartel que decía más o menos gora ETA. La verdad es que no se debe jugar con la memoria de la muerte. Los muertos de ETA son algo más que muertos. Fue la propia ETA la que los convirtió en símbolos por la inutilidad de sus muertes. Los cementerios no delimitan fronteras, por mucho que se intente. Los tristes cipreses nunca tuvieron la vocación intelectual de dibujar rayas en el mapa.

Pero ya está bien de las dos varas de medir con unos y otros terroristas. Todos los inviernos, asistimos a un carnaval de enaltecimiento de los asesinos en el Valle de los Caídos. Y, los 20 de noviembre, en muchas iglesias españolas, aun se habla en las homilías de Franco como salvador de la patria y tal. Hemos tenido ministros, cual Jaime Mayor Oreja, que han llegado a decir que el franquismo fue una época de “extraordinaria placidez”. Tanto los titiriteros de la Iglesia como estos pirados que han montado el escándalo en una función infantil son lo mismo. Sin embargo, las varas de medir son diferentes. Y lo asumimos con plácida naturalidad.

Los defensores de los titiriteros recuerdan ahora que, no hace mucho, el gran periodista ultra Federico Jiménez Losantos expresó en un medio sus ganas de pegarle un tiro a los diputados de Podemos. Y Arnaldo Otegi, una de las piezas clave en la desactivación de la violencia etarra (después, eso sí, de un mezquino pasado connivente), está en la cárcel por contactos políticos con la banda. La verdad es que es difícil discernir lo que es o no es delito en este tema de la muerte. Pero en España siempre nos escondemos en los excesos: o los hacemos ministros, o los metemos en la cárcel.

La gran victoria de ETA, del terrorismo en general, es convertirnos, por reacción, a todos los ciudadanos en terroristas. Terrorismo fue también una ley de partidos creada a la medida de Batasuna, pero también aplicable a PSOE (GAL) y casi al PP (guerra de Irak). De estas cosas no se escandalizan nuestros honrados jueces. No es una cuestión de y tú más. Pero tampoco se puede uno esconder tras el matorral del y yo menos.

Condenamos solo los terrores de los otros, porque los nuestros nos parecen crisantemos de extraordinaria placidez (para quien no lo sepa, el crisantemo es la margarita funeral, pues así la definió un poeta). Un país que tiene titiriteros que enaltecen el terrorismo en una fiesta infantil, está tan enfermo como el país que los encarcela. Nadie ha matado nunca con una palabra, con una sátira, con un cartel. Como siempre, nos quedamos en lo anecdótico para driblar lo ecdótico. Y ni siquiera nos atenemos a los datos para corregir nuestra actitud. Los GAL alimentaron a ETA más que el sentimiento nacionalista. Y ahora, seguramente, con el encarcelamiento de los descerebrados titiriteros de Madrid estamos, en pequeña escala, haciendo lo mismo. La sinrazón dota de razones a los irracionales. Y en eso seguimos. Ay, España.

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