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jueves, 4 de febrero de 2016

ARITMÉTICA GUANCHE: LA EXISTENCIA DEL CERO DENOMINADO WÂ

ARITMÉTICA GUANCHE: LA EXISTENCIA DEL CERO DENOMINADO WÂ
Movimiento por la Unidad
 del Pueblo Canario
Cuando los nómadas árabes convertidos al Islam salieron del desierto de Arabia fundaron un imperio a principios del siglo VIII de la era cristiana que se extendía desde los Pirineos hasta los confines de China, pasando por España, Sur de Italia, Sicilia, Norte de África, Libia, Egipto, Palestina, Siria, parte de Asia Menor y del Cáucaso, Mesopotamia, Persia, Afganistán y el Valle del Indo. Apenas poseían una escritura y manipulaban  una aritmética muy rudimentaria.

Los documentos más antiguos conocidos que contienen el cero no se remontan más allá del siglo III de la era cristiana y se atribuyen a los babilonios. La prestigiosa revista de divulgación científica Science acaba de publicar en su edición del 29 de enero de 2016  un artículo del investigador Ossendrijber, M., mediante el que demuestra como los babilonios habían desarrollado un método matemático para determinar la posición de Júpiter mediante tablas que datan del 350-50 antes de Cristo, uso dos mil años antes de que se utilizara en Europa en el siglo XIV. Sin embargo los babilonios nunca concibieron el signo documentado con el sentido de número cero, por ejemplo para repesentar 10-10, como lo demuestra un texto matemático de Susa (Bruins, E.M.,  Rutten, M. Textes mathématiques de Susa, texto VII, tabla AB, Librairie orientaliste Paul Geuthner, Paris, 1961), en el que el escriba, no sabiendo expresar el resultado de sustraer 20 de 20, concluyó: “20 menos 20… tu ves”.

En otro texto matemático de Susa (Op. Cit., texto XXII, tabla Q), cuando el resultado de la operación debe expresarse como cero, el escriba se limita a un lacónico: “El grano se ha agotado”.

El sánscrito es la lengua clásica del Norte de la India. Su sistema de numeración es decimal y, al igual que el guanche, empieza siempre por la unidades más pequeñas y se prosigue en el orden de las potencias ascendentes de 10. Los astrónomos hindúes utilizaban en sus tratados un sistema de notación mediante los símbolos numéricos sánscritos, empleando un cero: “Citando las palabras sánscritas ´shunia (vacío, cero) y kha (espacio, cero), añade esta precisión: wa humán naqta (‘significan el punto’)” (especial atención marece el vocable wâ de origen guanche y que precisamente significa “cero”) (Woepcke, F. Memoire sur la propagation des chiffres indiens. Journal Asiatique, series 6, Vol. 1, 1863, p 284). Se trata de la denominadas cifras hindi y que fueron empleadas por los árabes orientales. Sin embargo fueron los árabes que poblaron el Norte de África y España los que transmitieron las cifras como las conocemos en la actualidad (tanto los árabes de oriente como de occidente fueron meros transmisores de la cultura aritmética, no existiendo por lo tanto las cifras árabes), con un matiz importante y es que no se trata de las denominadas ghubar, derivadas de las hindi, como se ha sostenido tradicionalmente, sino las utilizadas por las poblaciones autóctonas del Norte de África o sea por los Imazighem, lo que planteamos como hipótesis de trabajo y cuyos caracteres se comparan a continuación:

           ⴳ  ⵤⵔ
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Que adquieren formas redondeadas sencillamente como una cuestión técnica al pasar de las angulosas inscripciones en piedra, tablilla o madera a dibujarlas primero en papiro por los escribas, luego en papel y por último a imprenta que, lamentablemente, cuando llegó Al Magreb y a Canarias ya éramos colonias árabes y española, respectivamente, cuyos idiomas eran los que se imprimían. Actualmente se transmiten por ordenador, desdichadamente todavía sin ofrecer al usuario amazigh teclados con los caracteres tifinagh pese a las promesas de apple.

La invención del cero condujo al enorme desarrollo experimentado por la aritmética. El ejemplo más emblemático lo encontramos en la numeración romana, que no incluye el cero y, en consecuencia, sólo tiene aplicación en la designación de los siglos y la enumeración de los capítulos de  los libros.

La palabra sánscrita de origen guanche wâ la encontramos frecuentemente en numerosísimos vocablos guanches, específicamente en la numeración, como lo atestigua la denominación del nueve (9): alda mara-wâ (alda quiere decir “antes”, en este caso “antes del diez”, que se denomina mara-wâ. A partir de mara-wâ, y anteponiendo la unidad a la decena, se procede de la siguiente forma: wên mara-wâ (1+10), sin mara-wâ (2+10), etc.

Esta fórmula constructiva, que antepone la unidad a la decena, la encontramos en el dialecto Susi, extendido por la cordillera del Atlas al Sur y Sudeste de Marruecos (Aspinion, R. Apprenons le berbére: initiation aux dialectes chleuhs. Éditions Félix Moncho, Rabat, 1953: p 252), así como en el sánscrito como se dijo anteriormente. Es este idioma, los nombres de los diez primeros números son los siguientes: eka (1); dvan, dva, dve, dvi (2); trayas, tisras, tri (3); catvaras, catastras, catvari, catur (4); pañca (5); sat (6); sapta (7); astan, asta (8); nava (9); dasa (10). Muy ilustrativo e instructivo es la construcción femenina de las decenas a similitud del guanche: vinsati (20), trinsati (30), catvarinsati (40), pañcasat (50), sasti (60), sapti (70), asiti (80), navati (90).

Los números sánscritos del 11 al 19 se nombran por yuxtaposición del nombre de las unidades y el de las decenas: eka-dasa (11=1+10), dva-dasa (12=2+10), tri-dasa (13=3+10), etc.

Sin embargo el sánscrito es una lengua indo-europea, mientras que tradicionalmente el guanche se considera perteneciente al grupo de lenguas camíticas, clasificación artificiosa y por lo tanto en revisión, pero viene a demostrar el vínculo entre ambos idiomas por lo menos en cuanto a la enumeración se refiere, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que el primer poblamiento de Canarias por los guanches procedentes del antiguo reino de Numidia (con el que las inscripciones canarias presentan un 95 por ciento de similitud) ocurrió probablemente miles de años antes del inicio de la era cristiana, navegando el Mediterráneo y según algunas investigaciones argelinas la expansión llegó por lo menos hasta América del Sur.

La palabra wâ por lo tanto significa cero y los guanches le dieron la forma con la que actualmente se le conoce en todo el mundo, 0. Un símil, tanto en lo que al nombre se refiere como a la forma, la encontramos todavía en numerosas localidades de Canarias: “El hoyo que se hace para jugar a los boliches se llama guá (wâ)”. (Comunicación personal de Antonio González Álamo, Risco de Agaete, 2010, y otros informes orales en Las Palmas de Gran Canaria, Arucas y Artenara. “Recuerdo que cuando se conseguía meter [el boliche] en el agujero la voz era Guá (wâ)”. (Comunicación personal del periodista Rafael Avero Arteaga, 2010, Las Palmas de Gran Canaria). Ambas citas recogidas en el Diccionario Insuloamaziq. Cuando se difundió el trabajo precedente recibimos via Facebook comunicación de  Gustavo A. Carballo Yanes en los siguientes términos:”¡Qué curioso! De pequeño recuerdo jugando el boliche en el Norte de Tenerife al agujero se le decía ‘gongo’, en cambio los niños de Gran Canaria decían ‘wah’. Los niños de Gran Canaria a los que alude Gustavo son sus primos de Santa Brígida. En Tenerife la expresión wâ es muy común en la Punta del Hidalgo. Urgentísimo es la puesta en funcionamiento de la Academia del Idioma Guanche.


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