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sábado, 30 de enero de 2016

YACER...

YACER...

DUNIA SÁNCHEZ
Yacer. Si, yacer en el lecho de una muerte que me viene, que me arrastra hasta los pozos oscuros. Aquí estoy, tumbada, con los ojos cerrados escuchando, escuchando lo que ante mí se dice. Palabras y palabras que se nutren de mi desesperanza de seguir  viva. Ya no hay remedio siento el dichoso grito de los astros que me llevan y llevan a otro mundo, a otra atmósfera de donde no regresaré.  Mi descanso. Sí, descansar después de batallar y batallar durante años, durante las estaciones que vienen y van. No siento dolor sino una paz extrema. Ahí está mi ataúd, es simple para que guarden mis cenizas durante años y años. Todos esperan, los escucho en este estado que parezco dormir solo la agitación de mi pecho los hace caer en la esperanza pero ya no puedo….ya no puedo más.
Se nos va, lo presiento. La miro y la palidez que engloba su rostro me asusta. No, no puede ser. El dolor viene. Viene con sus martillos y cuchillos abarcando todo mi ser. Aguanta, le digo. Pero no…no escucha. Parece dormida. Y qué hacer, se va. Y por qué recordar cuando su sonrisa era alegría bajo este techo. Ahora la miro, tan plácida pero se va. Se sumerge en las profundidades de esas tinieblas que no se…que no se lo de su existencia en el más allá. Y le agarro la mano, fría, muy fría. No siento nada, ni su pulso. Se habrá ido…no…no puede ser. Quería contarle tantas cosas…
Me agarra fuerte. Yo no puedo. Ya es la hora de volar y volar por las sendas brumosas de las cenizas, de la oscuridad. Me siento bien. Me desprendo de mi cuerpo que yace ahí postrado sobre una cama. El universo me espera. Sí, ese espacio de dónde venimos. Adiós amiga, ya llegará la hora de reunirnos y elevarnos en nuestros recuerdos. Ahora, me voy lejos, muy lejos.


Siento una fuerza extraña. Una fuerza como si la apresara. Su aroma está en esta habitación, no llego a comprender si ya no está, si se ha ido. Un haz viene hacia mí, una luz que penetra en mi pecho y me hace edificarme sobre felicidad. Ha muerto tranquila, en calma, con el reboso de una sonrisa que me trae la memoria.

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