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sábado, 10 de octubre de 2015

UN PIANO...

UN PIANO...

DUNIA SÁNCHEZ
Un piano. Rosas al viento. Un cuerpo sentado ante él. El eviterno aliento del otoño que lo apresa con nubes marrones, con las ásperas manos de su suspirar. La nostalgia le acompaña. No sé qué ensoñación cubrirá su mente. Seguro que es ella. Lejana, distante, ajena a su trance en cada trozo de sus composiciones. Horas y horas donde el jaleo de un gallo de la madrugada lo hace silenciar. Luego continúa sin tregua con el lento baile de sus manos sobre esas teclas. Inesperadamente lanza un grito a su soledad, a su silencio y se estremece. Sus párpados se cierran es como la muerte presente. Sigue. A amanecido y un cielo azul lo invita a pasear. Se levanta, se viste y con la mirada fija en los adoquines que pisa imagina como será ella, como se encontrará. Bajo el brazo un diario donde anota cada inspiración. Su energía sigue viva. Su energía lo apresura hasta volver de nuevo ante aquel piano. Se sienta ante él. Ya está agotado de tanto y tanto teclear. No hay inspiración pero cierto eco de su proximidad lo despierta. Ojala me recuerde, se dice. Y cae. Sí, en este mes de otoño. Todo se vuelve amargo, con lo insípido de las jornadas. Adiós, dice. Mi despedida está aquí. Tal vez bajo los astros de la luna nos encontremos. Ya estoy viejo. Rosas al viento. Un piano. Un cuerpo sentado ante él. El eviterno aliento de calladas manos.

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