RÁPIDO....
DUNIA SÁNCHEZ
Rápido, rápido el tren
se desvanece entre escenas de un paisaje que cambia incesantemente. Atraparlo
es como desviar la atención a un magma que corre por las venas. Sí, tengo que
alcanzarlo, irme con él al otro lado del
espejo de esos montes que señalan la huída. La tarde me embriaga con su bóveda
perfecta. Un celeste purificado que hace que me quede estáticamente mirándola.
Pero he de cogerlo. Sí, ese tren de destino incierto. Ya llego…ya llegué. Sobre
los raíles un sonido agudo e ingrato. Sobre mi pecho una tonada triste y
estrecha a la vez ¿A dónde me llevará? No lo sé. Pero espero que lejos, muy
lejos donde los arco iris circulares me atrapen y yo pueda surgir y reír. El
revisor se aproxima. Ahí está…Tome el ticket y con un guiño y una sonrisa
bonancible se va. Estoy sola donde me siento. No hay nadie. Deprisa pasan las
imágines de un paraje soñado. Deprisa se desvanecen ante mi mirada. Pasamos un
túnel. La oscuridad se hace presente. Un túnel largo, muy largo. Parezco
desfallecer pero hay algo que me mantiene despierta, latente hasta que la luz
está de vuelta. Ya hemos llegado. Me bajo de este vagón vacío. Una estación.
Todo silencio. Todo oscuro. La nada imperando pero observo una figura. Una
figura de espalda. Me acercaré, no me acercaré…qué se…es lo único que habita
aquí a estas horas. Parece que gime. Qué tendrá. Qué pasará por su alma para
este decaimiento. Me dirijo hasta ella. Se da la vuelta y la miró, mis ojos son
reflejo de ese espejo. Tan largo viaje
para nada. El espejo se quiebra, estalla en mil pedazos.
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