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miércoles, 26 de agosto de 2015

“ENTRE LA DESMESURA Y EL PAROXISMO”

“ENTRE LA DESMESURA Y EL PAROXISMO”
POR EDUARDO SANGUINETTI,

FILÓSOFO RIOPLATENSE
No pretendo construir una escritura del dolor y la rebeldía, tampoco volverme profesional del desdén, de la suficiencia, del exilio interior “ni de nada”, simplemente pertenezco a este tiempo, aún no adhiriendo a él… disconforme, batallador como constante actitud ética y estética, en mi ser y estar.

Es apasionante, vale la pena y le da un sentido a la vida, sobre todo en un presente crítico que exige reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras circunstancias, para luego actuar de manera decisiva, con un discurso directo, sin dobleces, denunciando el teatro “bufo” del cual somos espectadores.

Por supuesto me refiero a la fauna de candidatos a la presidencia de la República Argentina, en las elecciones, que se llevarán a cabo en el mes de octubre del año en curso, según lo pautado en nuestra bien ganada democracia procedimental.

Afirmo, sin dudarlo, que ningún periodista o informador “especializado”, hoy, en Argentina, desde ninguna columna de opinión tiene los cojones de centrar el debate electoral tan brutal en la imposición de una realidad al margen de la verdad y del deber ser, sin prohombres, sin proyecto de futuro, sin sensibilidad por recuperar el sentido de una vida digna de ser experimentada… solo confrontando, en temas que hacen a cualquier cosa, menos al devenir de la vida de una nación y su pueblo.

Vivo, y soporto este tiempo como una condena, como una angustia de saber que estamos, pero no somos, en este estado de las cosas y permaneciendo en un tiempo vacío, carente de “grandeza”, donde la utopía podía haberse cristalizado.

Poseídos por la obsesión del poder, sin rumbo adonde dirigirse, los candidatos a la presidencia en un marco dantesco, donde la ficción y la comedia dramática toman perfiles nítidos, de narcisos e incapacidades.

Candidatos al servicio de la desmesura y el paroxismo, que intentan imponer algún tipo de legalidad a lo indecible… desestabilizando su entidad, ya de por sí endeble, a falta de idoneidad, en la construcción de un programa de gobierno, avenido a las prisas del tiempo que les ha tocado vivir, quedando desposeídos de autoridad y tornándose, estos candidatos, en sujetos desencajados del milenio que transitamos.

Los candidatos ostentan las marcas propias del barroco, de la artificialidad (apoteosis del artificio) y la parodia (fundada en la carnavalización), la inarmonía, la ruptura de los cánones del “logos político”, en tanto único referente que debiera tomarse como punto de partida, nunca de llegada.

Tal el caso del devenir de estas escaramuzas, que a diario nos instalan en un “otro espacio y tiempo”, los candidatos, apuntalados por relatos rústicos, de los periodistas rentados que narran lo que jamás debería haber sucedido: la ausencia de verdad, que no se asimila hoy a la realidad… creo merecemos algo más acorde a una vida en plenitud y libertad… ejerciendo nuestros derechos y aferrándonos a las garantías, que nos ofrece una Constitución muy clara y concreta, en las metas y fines planteados.

La historia del presente está metaforizada, es preciso que lo ponga en evidencia, pues las relaciones del discurso del candidato oficial con los del otro, los de la denominada oposición, con sus actores sociales y políticos enfrentados en las luchas por el poder, ciegos y sordos a todo aquello que no sean sus propias obsesiones e intereses… no repasan sus proyectos, vociferados e inexistentes que jamás serán llevados a cabo… una ruptura con la realidad histórica, ya anunciada en “Las ruinas circulares” de Jorge Luis Borges, donde el escritor intenta con éxito, aniquilar y descalificar la verdad del texto, otorgándole palabras nuevas de un antiguo pasado, que nos pertenece e invitarlo a sentarse a la mesa de un presente que pareciera nunca llega.

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