TORTURA E IMPUNIDAD EN LA ASOCIACIÓN ESTADOUNIDENSE DE PSICOLOGÍA
POR AMY
GOODMAN Y DENIS MOYNIHAN
Por Amy Goodman y Denis
Moynihan Ha pasado más de un año desde que el Presidente Barack Obama reconoció
que “inmediatamente después de los atentados del 11 de septiembre hicimos cosas
equivocadas. Hicimos muchas cosas bien, pero torturamos a algunas personas”. El
gobierno del predecesor de Obama, el Presidente George W. Bush, diseñó
cuidadosamente los […]
Ha pasado más
de un año desde que el Presidente Barack Obama reconoció que “inmediatamente
después de los atentados del 11 de septiembre hicimos cosas equivocadas.
Hicimos muchas cosas bien, pero torturamos a algunas personas”. El gobierno del
predecesor de Obama, el Presidente George W. Bush, diseñó cuidadosamente los
fundamentos jurídicos para permitir lo que denominó “técnicas mejoradas de
interrogatorio”, que no es más que un eufemismo para referirse a la tortura.
Del complejo carcelario de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo a los
calabozos de Abu Ghraib en Irak y la base aérea de Bagram en Afganistán, cientos,
quizá miles de personas fueron sometidas a tortura en nombre de la “Guerra
contra el terrorismo”. A excepción de algunos soldados raso en Abu Ghraib,
ninguna persona ha sido responsabilizada de esto. La única persona de jerarquía
enviada a prisión por el programa de torturas fue John Kiriakou, no por haber
practicado la tortura, sino por haberla denunciado como informante.
La apariencia
legal con la que se cometieron estos actos atroces se fundó en gran medida en
la cooperación de psicólogos profesionales que capacitaron y asesoraron a los
interrogadores y supervisaron el proceso de “quebrar” de los prisioneros. Esta
cooperación, a su vez, requirió la aprobación oficial de la Asociación
Estadounidense de Psicología ( APA , por sus siglas en inglés), la mayor
organización de psicólogos profesionales del mundo. En 2006, la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría junto con la Asociación Estadounidense de
Medicina prohibieron que sus miembros participaran en interrogatorios
militares. No así la APA .
Este mes, la
APA publicó un sorprendente informe independiente que confirma lo que
denunciantes y psicólogos disidentes han sostenido durante casi diez años: que
la APA conspiró con el Departamento de Defensa de Estados Unidos y la CIA para
manipular las políticas, reuniones y a los miembros de la asociación para
lograr que la APA aprobara el programa de tortura del Pentágono. La junta
directiva de la asociación encargó el año pasado la realización de una
investigación independiente al ex fiscal federal adjunto David Hoffman. El
informe de 542 páginas, conocido como “El informe Hoffman”, desmiente lo que la
APA había afirmado en varias oportunidades: que ninguno de sus 130.000 miembros
había sido cómplice de tortura.
Uno de los
psicólogos disidentes es Stephen Soldz, catedrático de la Facultad de
Psicoanálisis de Boston y cofundador de la Coalición por una Psicología Ética.
“Desde al menos 2005 ha habido un gran debate en la asociación y entre colegas
de la profesión acerca de la participación de psicólogos en los interrogatorios
de seguridad nacional y en la práctica de la tortura”, dijo Soldz en Democracy
Now! tras la publicación del informe. Soldz añadió: “La asociación lo ha
negado. El informe dice que la asociación se equivocó, los denominados
disidentes, los críticos teníamos razón. El informe concluye fundamentalmente
que hubo una conspiración que duró varios años entre los líderes de la
asociación y representantes de agencias de inteligencia del Gobierno de Bush:
el Departamento de Defensa y la CIA”.
El informe
Hoffman investiga las prácticas de una un grupo de trabajo clave creado por la
APA , el Grupo Presidencial de Trabajo sobre Ética Psicológica y Seguridad
Nacional, también conocida como Grupo de Trabajo PENS . El grupo fue creado en
2005 y, en teoría, debía reunirse para establecer las normas éticas para los
psicólogos que supervisaban los interrogatorios. Después de solo dos días y
medio de deliberaciones, el grupo concluyó que los psicólogos estaban
desempeñando un “papel valioso y ético” en su colaboración con las fuerzas
armadas. El grupo PENS alentó a la APA “a garantizar que las actividades de los
psicólogos relacionadas con la seguridad nacional son seguras, legales, éticas
y eficaces”. Posteriormente se reveló que seis de los nueve miembros del grupo
con derecho a voto eran funcionarios militares o de agencias de inteligencia
con vínculos directos con los interrogatorios llevados a cabo en Guantánamo y
otros lugares.
Jean María
Arrigo, miembro del Grupo de Trabajo PENS afirmó en Democracy Now!: “Valoro que
me diga que me invitaron para participar. En realidad, me nombraron para
engañarme”. Arrigo fue la primera persona que denunció al grupo de trabajo como
una legitimación de la tortura. Arrigo añadió: “La manipulación comenzó desde
el principio. Por ejemplo, me sentaban, no aleatoriamente ni por elección
propia, entre Morgan Banks, director del Equipo de Asesoramiento en Ciencias
del Comportamiento ( BSCT ) y el ahora presidente de la APA , Barry Anton, que
era entonces el vínculo entre la junta directiva de la APA y el grupo de
trabajo”. Arrigo explicó que el grupo de trabajo era básicamente dirigido por
psicólogos del Pentágono, algunos de ellos incluso vestidos de uniforme. A
pesar de que se le pidió que no tomara notas, igualmente lo hizo y desde
entonces creó los archivos del Grupo de Trabajo PENS en la Universidad de
Colorado, Boulder. A Arrigo se le mintió sobre el proceso deliberativo del
grupo PENS al sugerirle que en reuniones futuras abordarían sus preocupaciones
acerca de la tortura.
El informe
Hoffman está teniendo fuertes repercusiones en la APA . El director de la
Oficina de Ética de la APA , Stephen Behnke, considerado el “jefe” de la
conspiración entre la APA , el Pentágono y la CIA , ha sido destituido. Además,
esta semana se jubilaron sorpresivamente el director ejecutivo de la APA , el
Dr. Norman Anderson; el subdirector ejecutivo, el Dr. Michael Honaker; y la
jefa de comunicaciones, Rhea Farberman.
Cuando le
pregunté a Stephen Soldz si se deberían presentar acusaciones formales, respondió:
“Se demostró que estas personas y las demás estuvieron muy involucradas en la
conspiración. Trabajaban con Behnke, eran informadas de lo que Behnke hacía, lo
ayudaron, ayudaron a seleccionar a los miembros del grupo de trabajo PENS ,
trabajaron en las políticas y socavaron sistemáticamente la voluntad de los
miembros. Debería haber una investigación judicial”. Soldz está instando a que
el FBI y el Departamento de Justicia inicien una investigación. Mientras tanto,
Stephen Behnke, el director de ética de la APA que fue destituido esta semana,
ha contratado como abogado al ex director del FBI Louis Freeh.
© 2015 Amy
Goodman
Traducción al
español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y
Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es
la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de
450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema:
Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le
Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente:
http://www.democracynow.org/es/blog/2015/7/17/tortura_e_impunidad_en_la_asociacion
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