SE FUGÓ EL
CHAPO…
¿Y QUÉ?
L. ALBERTO
RODRÍGUEZ
Nadie podría
estar desacuerdo en que la nueva fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán es un duro
golpe para Enrique Peña Nieto. Pero, ¿duro, en qué términos? ¿Cuál es el riesgo
que corre el Presidente de México? ¿Pedirán su destitución? ¿Quién? ¿Cómo?
¿Alguna instancia nacional o internacional solicitará su formal destitución y
procesamiento judicial? La realidad es
que no. El único ‘golpe’ que recibe Peña Nieto es mediático. Ya si The New York
Times, El País, The Guardian o teleSUR, hablan de la corrupción o la
incapacidad del Gobierno de México que ha permitido esta nueva fuga… no
importa. Los capitales están asegurados. A éstos no le importan los narcos. Aún
más, negocian con ellos. Y El Chapo es el mandamás en un negocio que deja 40
mil millones de dólares de ganancia tan sólo en la frontera entre México y
Estados Unidos. El cártel de Sinaloa es una empresa que genera más utilidades
que Facebook o Netflix. Que costea su producto –por ejemplo, un kilo de
cocaína-, en 2 mil dólares y lo vende en 30 mil ¿Quién más gana así? Eso es lo
que importa. Eso y las reformas de privatización de los recursos públicos. De
tal manera que se haría más escándalo si se estatizara el petróleo que si
vuelve a escaparse de la cárcel de máxima seguridad en el país, el considerado criminal
más peligroso del mundo. Peña Nieto no
necesita cortinas de humo para emprender sus reformas No seamos ilusos. Tampoco
esta fuga es un ‘cortina de humo’ para tapar, por ejemplo, el desmantelamiento
del sistema de salud pública mediante la privatización de la atención médica de
primer grado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Ni la
contrarreforma laboral al magisterio que liquida derechos y prestaciones de
trabajo a los profesores que laboran en escuelas del Estado. Ni para tapar los
más de nueve meses de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la
Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Ni que el dólar subió de 13 a 16 pesos de
un día para otro. No. Peña Nieto no necesita cortinas de humo para emprender
sus reformas. La prensa mexicana está comprada. La oposición en el Congreso
está controlada. El saqueo del país se hace de frente al pueblo. Y si al presidente le hubiera importado la
fuga del jefe del Cártel de Sinaloa, se hubiera regresado de su gira en Francia
a donde llegó con una comitiva de más de 400 personas. Sí, más de 400
personas. Nadie sabe por qué o para qué
se fugó El Chapo. Quién se atreva a asegurarlo, miente. Lo hace para ganar
portadas. Claro que hay lecturas. Tantas como puede tener la influencia del
máximo narcotraficante en un país dominado por la industria de la droga. Abarca
casi todos los sectores del entramado político-financiero mexicano. La
narco-política. Una red tan compleja y poderosa sobre la cual Joaquín Guzmán
Loera es un fiel de equilibrio. Esa es la premisa sobre la cual se puede partir
para entender esta nueva fuga. Una serie de muchos capítulos, y tantos más por
escribirse. El desarrollo de sus protagonistas brindará elementos de análisis.
Ya si el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, renuncia o no. O la procuradora Arely Gómez. Cuál será el
impacto entre los otros cárteles, si hay un incremento de la violencia o no,
dónde, cómo. El caso es que el Jefe de jefes está suelto otra vez, como en
2001, en una nueva fuga que ha impresionado al mundo. México se lo toma con
calma. Aquí todo puede ocurrir. Y aunque Peña Nieto dijo en febrero de 2014,
cuando capturaron al Chapo, que sería imperdonable que éste narcotraficante se
fugara de nuevo, la verdad es que el
presidente seguirá incólume. Nadie le pedirá cuentas. Eso ya habla sobre las
razones y contextos de este nuevo escape.
Este contenido
ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/bloggers/Se-fugo-el-Chapo-y-que-20150713-0001.html.
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