HOMBRE CON COLETA HABLAR CON LENGUA DE
SERPIENTE
Sólo los que logran establecer una relación cercana con el entorno de la
cúpula son llamados a ocupar puestos administrativos, sostiene el autor.
Inevitablemente, el líder de Podemos,
Pablo Iglesias, tuvo que cantar el día que subió al escenario con Javier Krahe
aquella estrofa, justo antes del estribillo, que dice: “Lo que antes ser muy mal permanecer todo igual y hoy resultar
excelente”. Corría febrero de 2014 cuando
entrevisté a Iglesias por primera y última vez (no ha vuelto a
conceder a La Marea ningún otro rato de
conversación formal, pese a varios intentos). Entonces, Podemos era un proyecto
que movilizaba masivamente la energía de unas bases que, tras el desgaste de la
movilización que abrió el 15-M, parecían estar deseando poner sus esfuerzos en
una organización que les representara en las instituciones. En ese momento, en
el partido no había listas plancha y las primarias se presentaban como la
posibilidad de que cualquier persona pudiera llegar a ser representante de la
formación. El invento, pese a las distancias, olía a
15-M. Durante aquella entrevista, pregunté a Iglesias por
Beatriz Talegón, que dejaba abierta la puerta -o al menos no la cerró en un primer
momento- a unirse a Podemos si él se lo pedía. Él me respondió así: “Nuestro
proyecto está abierto a todo el que comparta lo que estamos diciendo, pero aquí
no hay estrellas que vayan a recibir una petición singularizada y diferente a
la que hicimos en general. Conozco a Beatriz pero el llamamiento que hacemos a
todo el mundo no implica que a una serie de personas, por el hecho de ser más
relevantes, vayan a tener una petición específica”.
Un año y medio después, Iglesias y su
entorno han entrado en contacto, de forma específica, por vía telefónica, con
Talegón y con otros cuadros relevantes de partidos como IU, entre ellos Alberto
Garzón, para integrarlos en su lista plancha de cara a las primarias
internas. La diferencia de estilos entre el ayer y el
hoy es abrumadora. Se trata de un conjunto de hasta 60 nombres
que el secretario general y los suyos han confeccionado de manera privada y
secreta, cocinada en despachos, y que se podrá votar en bloque cuando se abra
el proceso de deliberación de Podemos. También se podrá optar por asignar los
votos de forma individual, pero la experiencia de pasadas primarias permite
adelantar el resultado sin mucho riesgo a equivocarse. Iglesias juega con la
ventaja de una fama (y una genialidad a nivel discursivo) sin discusión. ¿Se
imaginan que las primarias para las elecciones europeas, donde Podemos dio la
sorpresa, se hubieran realizado con listas plancha? Difícilmente habría sido eurodiputada Teresa Rodríguez,
ya que no se encontraba entre las apuestas que Iglesias hacía pocos días antes
de la votación. No había listas hechas en “despachos”, una práctica recurrentemente
criticada por el líder de Podemos.
Muchos de los que asistimos a la
presentación de Podemos, en un pequeño teatro alternativo en el madrileño
barrio de Lavapiés, sentimos que estábamos ante algo vibrante que iba a sacudir
la escena política española. En aquel momento, lo recuerdo bien, aunque se le haya echado la culpa a Podemos del vaciamiento de las
calles, el 15-M estaba totalmente desgastado y no lograba
juntar a más de unos pocos cientos de personas en sus manifestaciones. Se
respiraba hastío, se acumulaban las multas, no se cumplían los objetivos. Por
otro lado, el ascenso de IU era lento y lastrado por los casos de corrupción en
la federación de la Comunidad de Madrid. En ese momento Iglesias, que se había
hecho famoso por dar caña en platós a tertulianos y políticos de derecha,
llevando a las televisiones un discurso que estaba en la calle, se ofreció a ser la cara de un nuevo partido político que se
caracterizaba, entre otras cosas, por un “método”. Él mismo incidió
en este concepto durante la presentación de Podemos: “El método es lo más
importante”, aseguró.
Éste consistía básicamente en la
elección de las listas electorales mediante “primarias abiertas” donde
participasen candidatos de otros partidos, como IU, para que sean los mismos
simpatizantes los que elijan a quienes les van a representar. De hecho,
Iglesias mencionó en varias ocasiones al Partido X, de primarias
totalmente abiertas, como ejemplo de las que querían realizar. En cuanto a la
elección de aspirantes a las primarias, éstos eran “elegidos por los círculos
de Podemos”, es decir, venían directamente avalados por la base, lo que
garantizaba un alto grado de pluralidad. Por aquel entonces no se hablaba de
que tenía que ser la gente “más preparada” la que estuviera al frente, sino la
ciudadanía movilizada. “Nosotros nos debemos a nuestra metodología, estamos
convencidos de que sólo devolviendo a la ciudadanía la responsabilidad,
podremos construir una mayoría”, decían Carolina Bescansa, Miguel Urbán y el
propio Pablo Iglesias en un artículo firmado por los tres, un mes después de su
fundación. Según este razonamiento, a la ciudadanía se la suponía mayor de
edad, responsable y capaz de elegir a los mejores representantes.
La democracia real genera ilusión, porque da a las bases la sensación de
que cualquiera puede ser dirigente o representante, ser votado y revocado con
democracia total. Sentir que el proyecto es tuyo te hace defenderlo con una
fuerza inagotable. El ascenso imparable en las encuestas de Podemos durante
aquellos meses es conocido por todos. Ese espíritu, más parecido al 15-M, se
rompió en Vistalegre, el congreso fundacional de Podemos. El tiempo dirá si la
estrategia del entorno de Iglesias es certera o no, pero no se puede negar que
en ese momento el partido cambió de forma contundente. Se presentaban los
documentos organizativos, éticos y políticos, que incluían incluso la decisión
de no confluir de cara a las generales. Se votó con la presencia de listas plancha.
Con un solo clic, cualquiera podía elegir el pack de documentos que avalaba
Pablo Iglesias. De nuevo, la figura pública y la adhesión que genera éste
último hicieron el resto. De Vistalegre no sólo salió la decisión de no
confluir con otras fuerzas en las generales, como sí se ha hecho en las
municipales, sino que también se eligió a los miembros de la dirección, el
Consejo Ciudadano, y su modo de funcionar. Y aquí tampoco hubo rastro de la
incertidumbre de las europeas: las listas plancha dibujaron un Consejo
Ciudadano leal a Iglesias. “Habilitando un mecanismo de votación en plancha, se
ha establecido un sistema de elección mayoritario puro de facto, aunque
formalmente se trate de listas abiertas”, se quejó el equipo del secretario
general de Podemos Aragón, Pablo Echenique.
Este Consejo Ciudadano, formado por una lista presentada por Iglesias, ha
sido el que ha aprobado el reglamento de primarias elaborado por éste. El
círculo está cerrado. No hay casualidades ni sorpresas. Hoy, la realidad es que
en la cúpula de Podemos el espacio para la discrepancia parece estrecho y eso
se deja notar en el discurso, que cada día parece más acartonado. Los mismos
conceptos se repiten machaconamente, hasta casi el hastío, en la mayoría de las
caras visibles de la formación. Han desaparecido algunas ideas como la de la
nacionalización de ciertos sectores económicos y aún no se sabe si la discusión
del programa para las generales va a contar con el alto grado de participación
que hubo en el de las europeas. “No es lo mismo hacer un programa para las
europeas que otro para gobernar”, ha dicho en alguna ocasión Iglesias, mientras
se recurre a expertos que limiten el marco de las discusiones.
Al principio, la
sensación en las bases era que cualquiera podía dar el paso y convertirse en
diputado del Congreso. Hoy eso ya no lo cree nadie en los círculos.
Prácticamente sólo los que logran establecer una relación cercana con el
entorno de la cúpula son llamados a ocupar puestos administrativos. ¿Qué son
los círculos hoy en día? ¿Son un ejemplo de “empoderamiento”, como se
pretendía? El ahora eurodiputado Miguel Urbán me
comentó en una entrevista que no quería que los círculos se convirtieran
en “clubs de debates o en pegacarteles cuando
toca manifestación”. Pero la realidad es que en estos momentos son poco más que
eso. La mayoría de las personas que controlan los órganos de dirección estatales
de Podemos, así como las de gran parte de la estructura burocrática del
partido, se conocen entre ellos desde hace años. Es curioso, en definitiva, el
alto nivel de endogamia al que conduce una suma de procesos que presuntamente
son un ejemplo de democracia interna. Veremos si el marketing es suficiente
para que Podemos genere ilusión de cara a las generales. Porque las bases cada
vez muestran menor vigor.
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