DICES....
DUNIA SÁNCHEZ
Dices que si saber de esos vuelos a otras esferas. Te
entregas a un alma que dice velar por tus sueños sin darte cuenta que existen
más oportunidades. Huyes ensimismada en esa mirada que por primera vez beso tu
cuello sin saber otra maneras de erigir tus pisadas. A veces te hallas envuelta
con un traje monótono de grises pétalos que te llevan, que te conducen por
calles obsoletas donde los rostros se pierden. La noche te atrae. Noches sin
luna doblan la esquina y temes convertida en silencio. Prefieres el mismo y
apagado ritmo de las palabras que el te desvela y no te das cuenta del grito
alegre que se expande ante ti. Mira…Sí, mira, te digo. Como el nocturno
embellece los cuerpos que aspiran al nuevo sabor de los reflejos de una luna
que prodiga singladuras a través del viento. De alguna manera tendrás que
liberte. Convencerte de que esas alas vigorosas que ahora duermen en ti se
izaran y se lanzarán a la mar hasta aquel faro ¿Es que no lo ves? Las horas
pasan, los años son cansados pero tendrás que olvidar. Pero no. Sigues en esa muerte, velas
que se enciende a medida que vacilas si
salir o entrar, si seguir o parar.
Seguir o parar
quedarme aquí en la duda. Estar estancada. Morir lentamente. Dejar el ancla
bajo las profundidades. Creo que me he perdido. Ambulo como tú dices en calles
sin luna y todo me da igual. No sé. No sé cómo resurgir bajo este fuego que
aprieta mi vientre. Sí, me he perdido en las lagunas aburridas de la desidia.
Todo me cuesta. Me cuesta tanto….que cada peldaño son rocosas inaccesibles,
intangibles a mis pisadas ¡Mis pisadas¡ ¡No las siento¡ Se sumergen en un pozo
de ilusiones acabadas, ilusiones inexistentes. Compréndeme. Escúchame. Cavo y
cavo mi fosa. Así despacio, sin que nadie lo perciba. Pero tú vienes y me ves.
Ves lo hondo de ella. Inerte soy. Mis sentimientos y emociones están ahí hondo,
muy hondo. Tendré que trepar y el sudor y la fatiga me hace presa, indefensa
ante las barbaridades que incrusta la vida. Oh, la vida. Ya se fue. Ahora
déjame. Resignada me encojo y bajo la sombra de cipreses me apetece dormir.
Dormir eternamente.
No. Aun la vida
te llama ¡Escúchala¡ ¡Escúchala¡ El tintineo de las aves que una vez a tu
ventana fueron a visitarte. El abrir de las flores cuando el crepúsculo se
enciende en colores. No, amiga. No me dejes. Retorna al mundo de los vivos.
Corretea como feliz guirre en las llanuras que te dan frescura, que te dan
libertad. No. No me dejes, desencadénate y se tu misma.
No querida. Aquí
me quedo. La fosa ya está terminada. No nada más.
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