TELEFÓNICA: EN HUELGA INDEFINIDA PORQUE “NO HAY MARCHA ATRÁS”
Por
Gema Delgado
Víctor, Luis y
Francisco forman parte del Comité estatal de Huelga de los técnicos de
Movistar, de Teléfonica. Ya son más de 15.000 técnicos en todo el Estado los
que están en huelga indefinida. Indefinida, porque “no hay marcha atrás”
aseguran. “Nos han quitado tanto que nos han quitado el miedo”, explica Luis, y
era imposible vivir en las condiciones impuestas por la multinacional de las
telecomunicaciones, la primera de Europa y la quinta del mundo. Mundo Obrero
quedó con ellos cuando los trabajadores llevaban ya 31 días de huelga sin tener
ninguna respuesta por parte de Telefónica, a pesar de las 5 cartas entregadas a
la empresa y a las tres manifestaciones realizadas en el corazón de Madrid. La
última de ellas, el pasado 23 de abril, fue de Atocha a la sede de Telefónica
en la calle Gran Vía y detuvo el tráfico durante tres horas. Se quejan de que
la manifestación quedara invisibilizada por los grandes medios de comunicación.
De algo sirve que Telefónica tenga acciones en Prisa y que el BBVA, accionista
de Telefónica, también lo sea de Vocento (ABC y regionales), por ejemplo.
También está la mano de otros accionistas como el Santander y La Caixa. Añadir
a esto los ingentes desembolsos publicitarios en medios que sobreviven en la
crisis.
Telefónica ha
ido tensando y tensando de la cuerda hasta que se ha roto. Francisco cuenta que
esta huelga se inició a partir de un grupo de whatsap de 4 personas y que
rápidamente se fue extendiendo como la pólvora. La pólvora ya estaba lista. El
detonante fue la última vuelta de tuerca aplicado por la antigua empresa
estatal, en forma de nuevo contrato marco con nuevos baremos y precios para la
contratas. Hasta hace poco los técnicos cobraban 12 euros por instalar una
nueva línea de Movistar, ahora sólo cobran 4 euros, y las cuentas no salen.
Francisco, se
remonta a mediados de los años 70, para hablar de los orígenes de esta
situación de precariedad, cuando Telefónica creo Sintel, de gestión pública que
luego se privatizaría, y acabaría con un ERE de más de 900 trabajadores y con
una heroica resistencia obrera de los trabajadores que acamparon en el centro
de la capital durante 187 días en el llamado “Campamento de la Esperanza”.
Telefónica fue creando más y más subcontratas. Y se fue privatizando, primero
con Felipe González, luego con Aznar. Lo que fue un servicio público rentable,
pero con sueldos dignos, se fue descapitalizando para despedir y subcontratar a
muchos más empleados con salarios de miseria y condiciones de precariedad
absoluta.
A través de
sucesivos EREs la plantilla se redujo de 80.000 a poco más de 20.000
trabajadores, aunque las más de 100 subcontratas de Telefónica emplean cerca de
100.000 personas. Cobra, según Víctor, es una de las contratas directas,
reproduce el esquema: tiene 10 técnicos propios y más de 600 subcontratados.
Así es como los operarios de Movistar trabajan para contratas, que a su vez
tienen subcontratas, que pueden tener otras subcontratas y también falsos autónomos.
Y a medida que la cadena se alarga se precariza el trabajo. Por una
instalación, Telefónica paga 18 euros a una contrata directa, que a su vez paga
11 euros por esa misma instalación a una subcontrata, que acaba pagando 6 euros
al autónomo. Pero Francisco denuncia que el día de la Junta de Accionistas,
cuando la empresa presenta su balance de cuentas, los 20.000 trabajadores
directos de Telefónica, se convierten en 102.000 para incluir hasta el último
eslabón de la cadena de explotación.
Cuando un
técnico de Telefónica llega a una casa para instalar una línea nueva, por la
que cobrará 6 euros, se presentará con un carné de Movistar, aunque trabaje
para una contrata o subcontrata. Francisco lo hacía con un contrato de 2 horas,
y Víctor consiguió tener uno de 4. Pero la jornada diaria real de trabajo puede
ser de 10 o 12 horas diarias… depende de la empresa que es quien acuerda las
citas, algo que antes hacían directamente los técnicos. “Ahora, como las
conciertan ellos hay días que no te dejan tiempo para comer”, lamenta
Francisco. Los ingresos limpios a final de mes pueden rondar los 800 o 1.000
euros, sin pagas ni vacaciones. El resultado es que la empresa cotiza por dos o
cuatro horas de trabajo -lo que luego repercute en jubilaciones y prestaciones
de desempleo o enfermedad-, y el resto lo paga en negro, provocando un fraude
descarado a Hacienda y a la Seguridad Social, un fraude conocido, porque todos
los meses hay que enviar los TC-1 y TC-2 donde viene el tipo de contrato que
tienen, según argumenta Víctor Sánchez.
En la
información que los técnicos reparten para explicar sus motivos de huelga,
explican que en un contrato de 4 horas diarias, el trabajador tiene que pagar a
su jefe 300 euros al mes para que éste le pague la seguridad social. Y 600
euros mensuales por un contrato de 8 horas.
Además del
carné, los técnicos llevan el uniforme azul de Movistar, que se han tenido que
pagar de su bolsillo. Igual que se pagan el equipo EPI, de protección, el
desplazamiento, la gasolina, el estacionamiento, el control médico obligatorio
y hasta algunos cursos que pueden llegar a costar 450 euros, aseguran. A esto
se suman los descuentos por sanciones. Telefónica tiene estipulado una garantía
de 3 meses. Si en ese tiempo hay una avería, Telefónica penaliza con 9 euros,
aunque la avería sea ajena a la instalación. Luis pone un ejemplo. El día de la
instalación no ha llegado el router. Cuando llega, el cliente no sabe
instalarlo y llama para quejarse que le funciona internet. Esa queja se traduce
en penalización y hace que el técnico acabe perdiendo dinero en esa
instalación.
Las
subcontratas más valoradas se llevarán un plus del 28% de la producción, que
nunca llegará a los técnicos pero que sirve para presionarles. Si al concluir
el trabajo, el cliente valora la calidad del trato de Movistar -no
exclusivamente del técnico, puede ser de los comerciales- en menos de un 8,5
sobre 10, empiezan los problemas, según explicó Luis: “y te hacen ir a un curso
de reciclaje, que es una forma de degradarte y humillarte”. Esas valoraciones
se revisan cada quince días. La segunda vez que el técnico no llegue al baremo
se le deja una semana sin trabajar, y a la tercera semana se le quita la
tarjeta. Luis añade que una vez le tuvieron 15 días sin trabajar por no acudir
a una cita de la que no le habían avisado. Algunos también denuncian que les
obligan a trabajar los fines de semana bajo amenaza de no darles trabajo el
lunes siguiente.
Cuando toca
trabajar en un pueblo la situación es aún peor ya que las distancias, el tiempo
de desplazamiento y el coste son mayores y a veces hay que subirse a los
pósters. Cuentan otro caso extremo, el de una empresa que cogió a más de 400
jóvenes por los que cotizaba menos de 50 euros a la Seguridad Social. Les daba
una semana de clase (por la que algunos tuvieron que pagar 450 euros) y después
de pasar otra semana con un compañero un poco más experto, tenía que hacer las
instalaciones solo. Además tenía que alquilar la fusionadora a la empresa a un
precio de 150 euros al mes, poner el coche, la gasolina, etc. Como tenían poca
experiencia y a veces no podían acabar el trabajo les penalizaban con 250
euros. Dicen que un chico no sabía cómo decirle a su padre que le dejara dinero
porque después de haber estado trabajando todo un mes no le había llegado para
pagar la fusionadora.
Las condiciones
de trabajo no son peores que en otros gigantes del oligopolio de las
telefónicas. Lo que de momento marca la diferencia con los técnicos de la
competencia es básicamente que los otros llegan a final de mes con algo más de
dinero, y por eso no se unen a la huelga. “No se dan cuenta que ésta no es sólo
nuestra lucha. Esta es la lucha de todo el gremio de las telecomunicaciones.
Pero no lo entienden. Es más, es la lucha de todos. Se han montado un negocio a
costa de la precariedad del trabajador, y ese sistema se está implantando en
todo el país. Estamos perdiendo todos los derechos. Hemos retrocedido más de 40
años” argumenta Víctor.
Las
reivindicaciones de los técnicos de Movistar son sencillas y se reducen a tres.
La primera, e irrevocable, es la retira del “contrato bucle” que ha tirado las
remuneraciones a la baja. La segunda, la regularización del sector con un
sueldo digno, que incluya vacaciones, pagas y en la que sea la empresa la que
ponga el material de trabajo, gasolina, etc. Y la tercera, garantizar que no se
ejerza ningún tipo de represalia contra los que participan en esta huelga.
También piden que no se les incluya en el convenio del metal sino un convenio
específico como el que tiene Telefónica.
El primer
resultado del “hasta aquí hemos llegado” fue una primera asamblea de 1.600
técnicos el 17 de marzo en Madrid. Ahí se tomó la decisión de ir a la huelga
indefinida, que comenzó el 28 de marzo, tras el plazo de aviso reglamentario y
que durará “hasta que las fuerzas den de sí”. Para ello se ha puesto en marcha
una caja de resistencia que ayude a mantener esta huelga contra la gran
multinacional. “Ellos son una transnacional, pero nosotros somos trasraciales”
apuntó Luis López: “han conseguido que en esta lucha nos unamos todos, de
diferente países y de diferentes culturas”. Francisco Amaro recuerda que este
es el cuarto intento de huelga. Los tres primeros vinieron de la mano de las
subcontratas pero no se llegaron a poner de acuerdo porque tienen mucha
competencia entre ellas. Pero esta vez la huelga ha sido de los trabajadores.
Víctor puntualizó que hay contratas que están con los técnicos desde el primer
día “porque saben que si no ganamos la huelga, en las condiciones impuestas por
Telefónica tendrán que cerrar ya que no les quedará margen de ganancia”.
El Comité de
Huelga de los técnicos de Movistar envió una carta a todos los grupos
parlamentarios y el primero en recibirlos fue el de Izquierda Unida. Se
entrevistaron en el Congreso con Cayo
Lara y José
Antonio García Rubio, responsable de Economía y Empleo de Izquierda Unida. Allí
IU se unió a sus denuncias sobre la precariedad de las condiciones laborales,
incluidas jornadas muy superiores a los límites establecidos por la
legislación. “Además, estamos también de acuerdo en la reivindicación de los
afectados para que haya una regulación del sector y se persiga la competencia
desleal que aplican las distintas contratas, que se traduce en el incremento de
la precariedad, con sus consecuencias sobre la salud y la seguridad en el
trabajo, así como un importante descenso de los salarios” declaró el
coordinador federal de IU.
Ante estas
condiciones de trabajo y ante la amenaza de rebajar los baremos de pago en el
próximo contrato de Movistar con las distintas contratas, Izquierda Unida
trasladó también su “total respaldo” a las exigencias expresadas por los
afectados sobre derogación del contrato mercantil, jornadas laborales de ocho
horas, igualdad de condiciones en contratas y subcontratas, salario base bruto
mínimo de 2.008 euros, además de incorporación en plantilla de los autónomos y
personal subcontratado.
Cayo Lara se
comprometió a exigir que el Gobierno de Mariano Rajoy se pronuncie sobre este
conflicto a través de las iniciativas parlamentarias que están preparando. Y
como muestra de ese apoyo, Cayo Lara y José Antonio García Rubio participaron
en la manifestación del 23 de abril.
Es difícil
combatir con el gigante de Telefónica, que controla además los medios de
comunicación, con acciones y publicidad, por eso son conscientes de que hay que
dar la batalla desde Europa donde Telefónica pierde su hegemonía, y ahí seguirá
su lucha. Pero la primera cita será en las manifestaciones del 1 de mayo.
Luis se despide
con una invitación a sumarse a la Huelga: “Compañeros, uniros a nosotros, no
tenéis nada que perder, excepto las cadenas”.
http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4753
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