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jueves, 28 de mayo de 2015

EL ESPECTÁCULO DE LA POLÍTICA

EL ESPECTÁCULO DE LA POLÍTICA

Por Eduardo Sanguinetti, 
Filósofo Rioplatense
La publicidad que acompaña toda la puesta en escena del espectáculo de la política es una tendencia degenerada de la revelación, la única que puede concebir el pensamiento mercantil que prostituyó al mundo. Así, la masturbación convertida en método se extendió a todos los espacios que conforman nuestra existencia.

Los candidatos que se presentan en elecciones presidenciales, en este caso en Argentina ¿realmente tienen conciencia plena de lo que significa llevar a cabo una gestión de gobierno por y para todos, sin ceder a la presión de las corporaciones financieras multinacionales que actúan en desmedro del pueblo y de la tierra que habitamos? ¿Tienen sensibilidad del instante de cuándo y cómo imponer criterios y son conscientes de la incapacidad de la que están dotados?

Tal como venimos experimentando desde que nacimos, los presidentes de dictaduras y democracias procedimentales, de ambas márgenes del Plata, han cedido a la tentación de seguir un degradado sendero en pro de intereses del capital… ajenos a las comunidades y sus sobrevidas.

La diferencia radica hoy en que luego de lo manifestado por los Indignados en el año 2011 (“los candidatos no nos representan”; “deseamos democracia legítima”), la situación de estos candidatos ya de por sí degradados por carecer de trayectorias que los asimilen a la política, a la cultura, sumado a no denunciar las dictaduras genocidas… al negarse a reclamar por los desaparecidos y asesinados, la ausencia de compromiso con las prisas y urgencias de la sociedad, sus vínculos con actos de corrupción y estafa, hacen de estos candidatos multimediáticos, la antesala al colapso de una nación. Los candidatos seguirán bailando un sueño al borde del abismo.

No ignoremos que el colapso es una catástrofe que implica el quiebre de instituciones, una ruptura devenida en la conformación de un nuevo sistema. En la historia hubo muchas crisis pero pocos colapsos; el colapso es el fin de algo, pero no el fin de la existencia.

La víctima más trascendente en las confrontaciones, de todo tipo, entre los seres humanos, es la verdad.

Distorsiones, mentiras, difamaciones y tergiversaciones aparecen recurrentemente; pero gratitudes, reconocimientos y sonrisas escasean, para quienes deberían representar la “inteligentzia”, la aristocracia del pensamiento y todos aquellos que puedan ayudar a llevar a cabo la épica de construir el mundo por venir; estos son candidatos todo terreno, desde su inconsciencia, su soberbia, su ausencia de visión, respecto a modificar nada.

La cobardía, la pacatería, la ignorancia y la mezquindad de los candidatos los hacen referentes de un pasado abolido, sin dejar un espacio al porvenir en este milenio donde el paradigma de vida, sobrevida, se ha modificado de manera sustancial.

Estos promocionados y publicitados candidatos ignoran que “vivir bien” significa estar asimilado a la tierra y no depender de la explotación, de la dominación ni de la especulación. La historia del presente registra cómo cientos de miles de pueblos han sobrevivido y se auto-replican, se autodeterminan, sin necesidad de democracias procedimentales.

En la actualidad, miles de comunidades tradicionales se autoabastecen, ya sea en selvas, bosques, montañas o desiertos. Sería muy interesante que los candidatos no dejen de tenerlo en cuenta pues lo que proponen las corporaciones políticas, financieras genocidas, nos aleja del “buen vivir”; y estos candidatos -no lo olviden- son funcionales absolutos a estas corporaciones genocidas.

No olvidemos que huir de la realidad convierte al hombre en simple espectador de su vida, tal el caso de las comunidades anestesiadas que votarán a su verdugo, es decir a estos candidatos; hay otro modo, basta con probarlo. Es bien conocido el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las cosas, sobre todo en el escenario en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”.

Ya es poco probable reconocerse como actor… uno se convirtió en espectador de este milenio, que presenta la apertura de un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el mundo o piensan actuar sobre él.

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