24M: GANARON
LOS COMUNEROs
Por
Rafael Cid
El
batacazo del PP, el revés del PSOE, el acierto de Podemos y el chupinazo de los
municipalistas es el balance urgente de las elecciones autonómicas y locales
recién celebradas. Por encima de todo han triunfado los Comuneros, esas
candidaturas nómadas que haciendo de la necesidad (su precaria autonomía)
virtud (el decrecimiento económico) pueden ensayar el decrecimiento político
con técnicas de bricolaje democrático (la socialización en bicicleta) para
desarmar el sistema concentracionario de mercado dominante.
Los
comicios del domingo 24 de mayo, los primeros de régimen interno que se
celebran cerrado el ciclo del 15M y con una mayoría de líderes y votantes que
no refrendaron la Constitución de 1978, han arrojado dos hechos inéditos en la
historia electoral española desde el inicio de la transición: el declinar de
las mayorías absolutas a nivel autonómico y la exitosa irrupción de candidaturas
municipalistas (Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Marea Atlántica, Compostela
Abierta, Zaragoza en Común, Cádiz sí se Puede, etc.). Eso en el aspecto de la
alternancia no rupturista. Porque el marco convencional, por su parte, constata
la debacle del partido en el gobierno (PP); la caída libre del primer partido
de la oposición (PSOE) y el éxito moderado del nuevo partido surgido para
“asaltar los cielos” del bipartidismo (Podemos).
No
obstante, en sentido estricto el duopolio formado por PP-PSOE se resiste panza
arriba (el tándem ha superado ligeramente el 49,01% de las europeas de 2014).
Ya no es hegemónico, pero todavía aguanta en muchos lugares en el primer y
segundo puesto. Eso sí, para plasmar sus políticas respectivas, tanto
socialistas como conservadores necesitaran el concurso de las formaciones
emergentes próximas, Podemos y Ciudadanos, que han venido a reemplazar en el
papel de pareja de baile a CiU y PNV. Aunque esa cohabitación, como estamos
viendo en el caso andaluz, no se plasmará integrantemente hasta después de las
generales de fin de año. Porque de lo fino que lidien a la hora de elegir
compañero de viaje dependerá que mantengan perspectivas de crecimiento autónomo
o que empiecen a ser vistas como simples marcas blancas del PP (Ciudadanos) y del
PSOE (Podemos).
Notable
es también señalar que siendo en la práctica el PSOE el primer partido de la
oposición, y que por tanto podría verse beneficiado por esa posición
estratégica como presunto contrincante del PP en el poder, los ciudadanos sigan
desconfiando de los socialistas (Sevilla es la excepción). Y esa percepción
negativa es lo que ha hecho que el partido de Pedro Sánchez haya continuado el
descenso iniciado tras su etapa de gobierno como primer impulsor de las medidas
austericidas dictadas por la Troika. En ese contexto hay asimismo que ponderar
la “mala salud de hierro” del PP, que aun perdiendo buena parte de su caudal
institucional retiene su puesto como el partido más votado en muchas
circunscripciones, Comunidad Valenciana y Murcia como piedra de toque de esa
resistencia. Algo que no logró en similares circunstancias el PSOE, que el 24M
ha obtenido junto al PP el peor resultado de su historia, lo que dice bastante
de una memoria colectiva que ya no se deja enredar por el vaivén “policía bueno-policía
malo”.
¿A
qué debemos ese anclaje casi numantino de la derecha española con la que está
cayendo? Sin duda no a la fácil y paleta argumentación de ser el partido de los
ricos y los fachas, alrededor del 27% de los votos emitidos le contemplan. Si
el Partido Popular ostenta esa notable presencia electoral, incluso en momento
de enorme desafección por la crisis y por su implicación en la corrupción, hay
que atribuirlo al poso de ignorancia y conformismo dejado en las masas
populares por una cultura tradicionalista sustentada en el clientelismo del
Estado y la Iglesia. Circunstancia esta que arroja un saldo de incierta
calificación. Debido a este secular ayuntamiento Iglesia-Estado, soportamos la
contradicción de ser uno de los pocos países europeos que a día de hoy no
cuenta con un sólido partido político cristianodemócrata, tan influyentes en
otros sitios de nuestro entorno.
Porque
por otro lado, y también contra el decir políticamente correcto y a pesar de
que en España partido nostálgicos del franquismo están legalizados (tipo
Falange o Democracia Nacional, no estamos ante una “derecha fascista”, como a
menudo escuchamos de labios de analistas atropellados que confunden sus mitos
con la realidad. La prueba es que en este 24M la mayor parte de los grupos de
esas características, que concurrieron agrupados en una Coalición Nacional,
tuvieron un resultado insignificante. Hacer notar, en este sentido, que esta
España aún de charanga y pandereta es la única que en la crisis no ha
encumbrado a fuerzas de extrema derecha. Mérito sin dura del carácter
inclusivo, democrático y plural del Movimiento 15M.
Seguramente
más discutida será la opinión ya expresada de que Podemos no fue la estrella de
la noche. No solo porque en las plazas fuertes donde se presentaba a pecho
descubierto (no mezclado con otras fuerzas) en general no supero el tercer
puesto logrado en las pasadas andaluzas del 22 de marzo, y eso a pesar de haber
opado a Izquierda Unida que obtuvo en el año 2011 (1.424.000 votos y 2.230
concejales). Otra cosa es que si hacemos el cómputo por bloques ideológicos (PP
+ Ciudadanos v.s. PSOE + Podemos + IU) el balance sea una ajustada mayoría de
izquierda.
Conviene
recordar que Podemos desprecio las elecciones locales. Ganar, ganar a toda
costa allí donde hubiera cacho de poder real que repartir fue su banderín de
enganche. Por eso rechazó concurrir a las menos atractivas consultas
municipales, donde, a excepción hecha de las grandes urbes metropolitanas, la
gestión de lo público no suele conllevar recompensas de influencia política
(limitación presupuestaria, cargas financieras, escasas competencias limitadas,
etc.). De hecho Podemos apenas apoya candidaturas ciudadanas de “segunda
división”. Pero una vez más se ha demostrado que el mapa no es el territorio,
incluso para los trotamundos del equipo morado. Por eso, a medida que la marca
Podemos tocaba techo por deméritos propios y provocaciones ajenas y, por el
contrario, se veía que los comuner@s destacaban, Pablo Iglesias y su equipo
trataron de fagocitar a las formaciones municipalistas participadas que
egoístamente en un principio casi ignoraron y de descalificar como voto inútil
a IU (con descalabros en algunos sitios donde trenzaron pactos a diestra y
siniestra: Extremadura, Andalucía y Asturias).
De
esta forma, y como respondiendo a un Plan B, en la capital se difundieron
carteles sobre la candidatura autonómica de Podemos con la fotografía de la
cabeza de lista de Ahora Madrid, Manuela Carmena, que tiene declarado “yo no
soy de Podemos”, y se incluyó el término Es Ahora como idea-fuerza del pasquín.
Asimismo, en el mitin celebrado en Valencia, su secretario general Iglesias
versionó a Podemos como el “heredero del 15M”, con el general cabreo de los no
aliniados que no dejaron de denunciar el intento de usurpación
(http://www.cuartopoder.es/lentesdecontacto/2015/05/17/activistas-de-15m-recriminan-a-iglesias-el-intento-de-apropiarse-del-movimiento/404).
Todo
ello, al margen de otras trapacerías como que en los carteles de Ahora Madrid
se obviara la presencia de Equo en la formación, y el toque melodramático de
Iglesias en el tramo final de la campaña sugiriendo que podría abandonar la
política si Podemos pinchaba en las elecciones, en sintonía con lo que en 1979
planteo Felipe González cuando un Congreso del PSOE desairó sus deseos.
Resumiendo:
Un éxito claro de las candidaturas de confluencia ciudadana herederas de las
luchas sociales y el activismo cívico, y una derrota sin paliativos del modelo
de mayorías absolutas PP-PSOE (endemismo de la corrupción) que prácticamente
desde la transición diezmaron las instituciones al ritmo de sus intereses
(Tribunal de Cuentas, Constitucional, CGPJ, RTV, etc.), dejando la división de
poderes y el ejercicio de contrapoderes en un mero teatrillo. Quizás por eso
ahora PP y PSOE, con ayuda de las cúpulas sindicales mimetizadas, están
pensando en recauchutar el bipartidismo del gobierno de la lista más votada y
relanzar el bisindicalismo reivindicando para CCOO y UGT, como centrales “más
representativas” (un 17 % de afiliación juntas), la exclusiva de la negociación
de los convenios de empresa en detrimento de los comités, que quedarían como
simples órganos informativos. Una amenaza en puertas que en el campo de las
principales candidaturas ciudadanas triunfadoras el 24M podría también
versionarse por la tentación de ser parasitadas por parte de un Podemos a su
rebufo, reproduciendo la ocurrido en la ya casi marginal Izquierda Unida bajo
la tuneladora del PCE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario