NO ME PREGUNTES...
DUNIA SÁNCHEZ
No. No me preguntes por mi
nombre yo misma diré. María, si así me llamo, así me llaman. El motivo por el
que estoy aquí ronda la indecisión. No sé. He venido para ver las gaviotas
marchar. Si alejarse de esta orilla donde la arena húmeda me da un cierto
aliento para continuar insomne por el resto de mi vida. Es cierto, no quiero
dormir en la plácida espuma de los sueños. Quiero estar latente, despierta en
el abrir y cerrar del nocturno. Alumbrada por una serie de astros que saben a
brío, a belleza. Mis ojos se fijan al horizonte y busca con sus párpados
cerrados ese halito de violetas blancas para elevar mi corazón al sol. Sí, te
recuerdo que me llamo María. El por qué de ese nombre no lo sé. Te parece
grato. Tan agradable que con un suspiro lo pronuncias. Sí, en vela hasta que el
camposanto venga por mis piernas, por mis manos, por mi desnudez. Ahora no
tengo tiempo, sigo aquí contemplando este maravilloso océano que arrebata el
dolor, la angustia. Me serena. Sus palabras son como un manantial que entra en
mis venas como sangre que circula, como sangre que me hace andar. Sí, aquí
estoy. Mi nombre es María. No tengo nada que hacer. Solo ser parte de esta masa
humana, de esta esfera que me calma hasta la saciedad de mis desencuentros, de
mis despistes. Aquí me quedo. Mirando ese horizonte que tanto embellece el
alma. Te vas. Adiós. Mañana estaré por aquí y recuerda mi nombre es María.
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