Páginas

miércoles, 15 de abril de 2015

¿DÓNDE ESTABA, DOÑA CRISTINA?

¿DÓNDE ESTABA, DOÑA CRISTINA?

POR JUAN HENRÍQUEZ
Sí, la pregunta es para usted, doña Cristina Tavío. La única forma de saber de usted es cuando se convocan elecciones, el resto del tiempo está usted más perdida que el inspector de la pantera rosa. Ni siquiera recordaba que estaba en el Parlamento canario; gracias a una entrevista que concedió el pasado sábado al periódico El Día, recordé que había usted encabezado dos listas, efectivamente, la número uno por Tenerife al Parlamento canario, y también, la número uno al consistorio de Santa Cruz de Tenerife.

De sus propias palabras deduzco que al tener dedicación exclusiva como diputada regional, por lo que cobra una suculenta nómina mensual, con sus pagas extraordinarias correspondientes, más coche oficial, tablet, móvil y portátil, se justificaba su permanente ausencia del Ayuntamiento, salvo, asistencia a plenos y comisiones por las que cobraba suculentas dietas. Lo que es agotada de trabajo no creo que termine la legislatura, pero en lo económico el saldo ha sido bastante rentable, pongamos, entre una cosa y otra, y las de más allá, unos 100.000 euros brutos, que dicho sea de paso, no está nada mal la cosa, y mucho menos teniendo en cuenta la crisis, el paro y la miseria canaria.

Llega usted triunfante, traje largo de perlas cultivadas, atravesando el arco de la Alameda del Duque de Santa Elena, haciendo más ruido que un elefante en una cacharrería, ofreciéndonos a los chicharreros el oro y el moro. Vociferando a los cuatro vientos que Santa Cruz es el culo del mundo. Pero mire por dónde, doña Cristina, se cuida usted mucho, o habla con la boca chica, sobre el paro, la miseria y la desnutrición infantil. ¿Por qué?, sencillamente porque a Rajoy le importa una mierda el mal de los canarios y canarias.

Desde luego, tonta sí que no es usted. Dice que se volcará en los problemas del Suroeste, claro mujer, es el distrito con más votos, pero también con más hambre y analfabetos. No será difícil engatusarlos/as. Sólo se me ocurre pensar: ¡Cuánta maldad del destino!

No hay comentarios:

Publicar un comentario