LA VIEJA ESTRATEGIA DEL IMPERIO
- DIARIO LA REPÚBLICA
Con un lenguaje
al que nos habíamos desacostumbrado, el gobierno de EEUU acusa a Venezuela de
constituir una “amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y
política exterior estadounidenses”.
Parece una
ironía que el gobierno supuestamente progresista de Barack Obama —que había
enviado una señal positiva al reanudar relaciones con Cuba y mostrarse
dispuesto a terminar con el bloqueo— ponga a Venezuela en una lista negra y
acuse al gobierno de Nicolás Maduro de ser una amenaza para EEUU.
Suponer que un
pequeño país latinoamericano que está atravesando una seria crisis constituya
una amenaza a la seguridad de la nación más poderosa de la Tierra es algo que
nadie en su sano juicio puede siquiera imaginar como posible.
Estamos ante
una estrategia y un discurso que recuerdan los tiempos de la guerra fría,
cuando el Tercer Mundo era el escenario donde se enfrentaban los dos bloques y
cualquier país que intentara ejercer su soberanía era visto ipso facto como un
temible enemigo.
Por otra parte,
EEUU no tiene autoridad moral para juzgar el grado de democracia o de respeto a
los derechos humanos en cada país. Vale la pena recordar que, con la honrosa
excepción de Jimmy Carter (que cortó la ayuda militar al Uruguay gobernado por
los gorilas), el imperio no solo toleró (y sigue haciéndolo) los regímenes más
abyectos, tiránicos y despóticos, sino que propició los golpes de estado que
instalaron dictaduras en todo el mundo.
Históricamente,
EEUU (CIA mediante) se dedicó a promover desestabilizaciones en todos los
países cuyos gobiernos optaron por un camino de independencia, de nacionalismo
y de soberanía; el caso más trágicamente emblemático fue el Chile de Salvador
Allende.
El analista
argentino Atilio Borón fue claro al afirmar que cada vez que el gobierno de
EEUU emitió una declaración como esta reciente sobre Venezuela, “después hubo
una guerra o una serie de atentados o conmociones sociales”.
No es preciso
ser demasiado suspicaz para sospechar que detrás de las violentas
movilizaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro está la mano de los
especialistas en desestabilizaciones de siempre; no es descabellado manejar la
hipótesis de que agentes provocadores se hallen abocados a llevar a cabo un
auto-atentado contra la embajada de EEUU en Caracas como forma de tener un
pretexto para tomar medidas aun más duras contra el gobierno bolivariano.
Es hora de
denunciar con firmeza esta situación. Es hora de que Latinoamérica cierre filas
junto al gobierno legítimo de Venezuela.
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